Desde el año pasado, Alonso Lujambio le comentó a sus amigos cercanos: Quiero ser Presidente de la República.
La decisión de compartir su deseo no era meramente retórica ni carecía de sustento. Lo cierto es que las cosas “se acomodaron” de tal modo que el secretario de Educación Pública podía, al menos, aspirar a la candidatura presidencial de Acción Nacional.
Ya era secretario de Estado. Su trayectoria anterior, en pro de la transparencia y de la democracia, le avalaba. Y algo muy importante, la camada de aspirantes a la candidatura panista, quizá con excepción de Santiago Creel, tenían mucho menos tiempo que él dentro de las filas del partido.
Es decir, sus once años de pertenencia oficial al PAN, no sólo no le convertían en un advenedizo o un recién llegado, sino que le otorgaban un plus. Además, a diferencia de Ernesto Cordero, él sí quería ser Presidente.
Y otro aspecto más, nos cuentan desde su círculo más cercano, le fue visto por quienes simpatizan con él en lo que podría ser ya la batalla grande, la del 2012. Lo frasean así: “Si el PRI tiene a su muñeco –guapo, joven, con una artista a su lado y es todo un pop star–, nosotros también tenemos nuestro muñeco: es guapo, joven y además piensa y es inteligente”.
Entrado ya este año y a sabiendas de que el Presidente Felipe Calderón se inclinaba por el secretario de Hacienda, pero no parecía tener una decisión rotunda al respecto, Alonso Lujambio y Ernesto Cordero se reunieron (acompañados por un par de colaboradores) y hablaron franco.
De hecho, fue Lujambio quien abrió sus cartas. Le dijo a Cordero que iba a hacer su lucha. Pero también le precisó que si llegado el momento el Presidente de la República se definía por él, por Cordero, arriaría velas y tan amigos. Lo apoyaría para la grande.
Ambos aspirantes consideran que en la elección interna del PAN la candidata a vencer será Josefina Vázquez Mota (creen que Santiago Creel seguirá cayendo). Y he aquí algo que les preocupa sobremanera: entre más tiempo pase, Josefina acrecentará más y más sus apoyos dentro del partido.
Si los tiempos se van más allá de agosto, indican, será muy difícil vencer a Vázquez Mota. Por ello urgen a que Felipe Calderón defina pronto quién es su candidato favorito. Incluso ponen en la mesa el factor de la negociación del presupuesto, que obliga a una decisión pronta.
Y si a todo ello se le suma la debacle que significarán para el PAN las elecciones en el Estado de México, más aún. Recuerdan incluso que Vicente Fox, “el hacedor de votos por excelencia”, lanzó su campaña precisamente un día después de que el PAN se derrumbó en la ciudad de México con la candidatura de Carlos Castillo Peraza.
Fox se convirtió entonces en el grito de esperanza y levantó el ánimo de los alicaídos panistas.
El temor de los calderonistas –Lujambio y Cordero lo son—es que en este caso, con la derrota del Estado de México, sea Josefina quien atraiga los votos de los alicaídos panistas.
Para contrarrestar eso, apuran, se necesita un líder claro, se necesita enjundia y pasión. Y se necesita ¡ya!, la decisión de Calderón.
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