¿Qué hace que una cinta sea considerada buena, mala, regular o no recomendable para que quede en la categoría de una lista? No hay criterio unánime. Lo que para un director estadounidense es una obra de arte para un europeo simplemente el filme no cumple. Caso concreto: Facebook (Red social), muy comentada de este lado del atlántico por la prensa y poco reseñada en el viejo continente. No es mala película, cuenta la historia de cómo se creó esa compañía, esa red social y el cerebro que hay detrás de ella, pero no convenció del todo. Otras, como Toy Story 3 o El Origen, casi, casi, casi todos, sean críticos, charlatanes de café, pseudo críticos, apasionados del séptimo arte, dieron un “Sí” de aprobación.
Del cine mexicano, sea como coproducción o por sus directores o sus productoras el 2010 fue un año de logros, de mencionarlos y aplaudir por ellos. Fue en el Festival de Cannes donde “llegó la pesada”, una tropa con Alejandro González Iñárritu a la cabeza y su filme Biutiful. Diego Luna y Gael García también asistieron. Luna presentó Abel (su ópera prima No ficción) y García presidió el jurado que concedió la Cámara de Oro, el galardón al mejor largometraje de un director novel, premio que se llevó Michael Rowe por Año bisiesto. En esa categoría también compitió Somos lo que hay, de Jorge Michel Grau y el protagonista de Biutiful, Javier Bardem, se alzó con el trofeo a Mejor Actor.
A Cannes arribó ese experimento raro llamado Revolución, diez historias de igual número de realizadores (Mariana Chenillo, Fernando Eimbcke, Amat Escalante, Gael García Bernal, Rodrigo García, Diego Luna, Gerardo Naranjo, Rodrigo Plá, Carlos Reygadas y Patricia Riggen), sobre su visión de la Revolución Mexicana (1910-1917). Y quizá fue en el festival francés donde Luna con Abel inauguraba una buena racha, más que de suerte, de reconocimiento por su trabajo. El filme del mexicano fue reconocido en el Festival de San Sebastián.
El 2010 fue el año en el que Guillermo Arriaga (guionista de Amores Perros, 21 Gramos, Babel y otras) estrenó en México Fuego, lista desde 2008 pero que por un problema de distribución su exhibición en el país estaba congelado. No solo las caras de Charlize Theron y Kim Bassinger ayudaron a que el filme se viera, la historia y la dirección la hacen una cinta recomendable.
Pero también llegaron títulos chicos, esas cintas que aspiran a la publicidad “boca a boca”, que en algunos casos, como en Las buenas hierbas (María Novaro) y Norteado (Rigoberto Pérezcano) quedan para un no crítico experto, pero sí apasionado, en la categoría de “entrañables”.
Con el festejo de la Revolución y Bicentenario también el cine y sus directores aprovecharon para “plasmar” sus puntos de vista: El atentado (Jorge Fons) inauguró una especie de ciclo de cine mexicano con particulares puntos de vista del país, de sus realidades, de los cambios y del sistema. Hidalgo: la historia jamás contada (Antonio Serrano, Sexo, pudor y lágrimas), El infierno (Luis Estrada), Chico Grande (Felipe Cazals) y El baile de San Juan (Francisco Athié) fueron las propuestas.
Que el 2011 esté repleto de una cartelera donde lo “hecho en México” siga ganando espacios. Felicidades!
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