jueves, 25 de noviembre de 2010

Debate La Revolución, un siglo después

Javier Arcadia Galaviz

November 25, 2010

Llegó la fecha indicada y se levanta el telón, todo está preparado, se ha montado un espléndido escenario, a la vista de todos, porque el motivo es el conmemorar de manera muy especial, los primeros cien años en que dio inicio la Revolución Mexicana. Movimiento armado que costó más de un millón de vidas humanas, todo por alcanzar la justicia social ausente, entendidada como el ideal de equidad e igualdad referente a la clase trabajadora y campesina, principalmente.

A pesar de que en todos los estados del país se conmemoró este centécimo aniversario, lo cierto es que el principal festejo se hizo en la ciudad de México, a la manera de cada quien, ya que con esto me refiero fundamentalmente al Gobierno de Felipe Calderon y al del Distrito Fedral, representado por Marcelo Ebrard.

Festejos divididos como si fueran objetivos distintos, sin cordinación alguna, la razón es que son gobiernos que provienen de partidos distintos, uno es del PAN y otro es del PRD, realizados en sitios diferentes bajo sus propios conceptos, ya que mientras que Calderón lo hizo al remosar el interior del Palacio de Bellas Artes y el con un suntuoso desfile militar en el zócalo, Ebrad lo hace al rehabilitar el Monumento a la Revolución y la Plaza de la República, obras en las que se invirtieron cantidades millonaris de dinero.

Pero además de ellos, Andrés Manuel Lópes Obrador hizo su propia conmemoración en el Hemiciclo a Juárez de la Alameda Central de la Ciudad de México, en su caráter de presidente legítimo, figura adoptada a manera de resistencia civil y de protesta permanente que ha mantenido a lo largo de los cuatro años que lleva el presente régimen por el fraude electoral que le cometieron en el dos mil seis. En su pieza oratoria, amena, puntual, enfática y elocuente, evocó en una narrativa magistral a los revolucionarios más emblemáticos de 1910, como lo es Madero, Villa y Zapata, y en especial a los intelectuales precursores de ese movimiento armado, como lo fueron los hermanos Flores Magón que influyeron en el mismo a través de su períodico Regeneración.

Por su parte el Senado de la Republica, con este mismo motivo centenario innaguró su nueva sede oficial, reciento que costará más de dos mil trecientos millones de pesos, porque aun no está terminado, pero que al senador Carlos Navarrete, al parecer el gasto económico es de poca importancia, ya que él lo que desea es algo imponente, magestuoso, que compita con otros grandes edificios, según su propia concepción desprendida de sus declaraciones, nada más le faltó decir: “ al diablo con la austeridad de López Obrador” .

Ante el régimen dictatorial porfirista, en su grado autoritario extremo, tiranía opresora bestial, surge la Revolución con una fuerza incontenible generalizada en todo el país, como el único medio para erradicar ese mal desde sus propias raices, y por ende, alcanzar la justicia social, concebida como los derechos y las libertades de los mexicanos, que a la vez derivarían en postulados definidos y específicos, como lo era la validez de la democracia bajo el principio de: “sufragio efectivo. No relección”. Además se tenía que repartir la tierra a los campesinos, quienes eran simples peones sometidos a intensas jornadas de trabajo brutales, de sol a sol, impuestas por los grandes terratenientes, hacendados, y se tenían que crear los mínimos derechos laborales para los trabajadores obreros explotados, a fin de que tuvieran alguna protección. En cuanto a educación, México era pueblo ignorante y atrasado, sumido en el más profundo y absoluto analfabetismo.

Esta era la panorámica prevaleciente dentro de un odiado y despresiable régimen político enquistado por más de tres décadas en una férrea, inamovible, cruel y represora dictadura, que consecuentemente provoca el más vigoroso estallido violento nacional, que desemboca en la creación de una nueva constitución, que luego ésta viene a poner calma al país al consagrar en sus preceptos fundamentales el establecimiento de un nuevo orden legal en lo social, político y en lo económico.

Aunque, si bién es cierto, que gracias a la Revolución mexicana se logró hacer un amplio reparto agrario, que se reconocieran una extensa gama de derechos laborales para la clase trabajadora, y que en materia de educativa se consignara en la Carta Magna que ésta habría de ser gratuita y obligatoria, también lo es, que a cien años de gestado ese movimiento armado muchos de esos derechos han resultado nugatorios, porque tanto el campesinado, como la clase obrera actualmente se encuentra en una abismal miseria y cada día con un deterioro social imparable, y para ello basta echar una mirada al campo, donde se carece de los créditos y apoyos necesarios para hacerlo producir en su debido potencial, lo cual trae como consecuencia que se le abandone, y por lo que hace a los trabajadores asalariados, igual sucede, sus ingresos son insuficientes como para cubrir dignamente sus necesidades familiares, además de padecer la pérdida paulatinamente de sus derechos, la embestida contra el sindicalismo, un acelerado desempleo y las sorpresas que nos esperan, con la reforma laboral que ya se acerca.

Grave problema por el que atraviesa el rubro educativo, en el que a cien años de la irrupción armada, se registra un resago de analfabetismo de más de seis millones de mexicanos que no saben leer ni escribir, según datos del INEGI; asimismo, cada año se quedan fuera de la educación media superior cientos de miles de jóvenes que no alcanzan un lugar para continuar con sus estudios, con lo cual significa que estamos condenados a seguir en el atraso como país.

A cien años, miseria y violencia, y dos partidos políticos conservadores, PRI y PAN, que manipulan la democracia para alternarse el poder.

Es así, que los festejos por el centenario se circunscriben tan sólo a la inaguaración, más que nada, a obras de relumbrón, medias afracesadas, como para no perder aquel toque porfirista, tanto de Felipe Calderán con su remodelación del Palacio de Bellas Artes, así como de Marcelo Ebrard, en su Monumento a la Revolución, con elevador cristalino al centro, por eso es que, al caer el telón de la escenografía montada el pasado veinte de noviembre, nos quedamos al día siguiente con la cruda realidad, que hoy, como hace un siglo, el país se encuntra en una profunda descomposición social, incendiado bajo la incontenible violencia generadora de un clima de inseguridad por todas partes, nunca antes visto, por lo que la Revolución está pendiente o interrumpida, como lo refiere Adolfo Gilly.

Pálida tinta: Todo indica que la negociación con el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) para que abandonara el plantón que duró sólo un día afuera de la nueva sede del Senado de la República y para que se abstuviera de hacer su manifestación en el zócalo de la Ciudad de México el veinte de noviembre pasado, día de los festejos de la Revolución, fue que la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje fallará a favor de que en la reposición del procedimiento de la elección de su dirigencia, nada más tengan derecho a participar los jubilados y los extrabajadores de la extinta Compañía de Luz y Fuerza que no hayan recibido su liquidación, en otras palabras sólo los seguidores de Matín Esparza, quedando fuera de este proceso los que ya se liquidarón. Obvio, con esto se ve que ganará este líder sindical. Pero a Martín Esparza se le olvida que le han hecho muchas promesas que hasta ahora no le han cumplido ninguna, y no sería extraño que ésta llegue a ser una más, hecho que quedaría en una simple maniobra que tuvo como objetivo el evitar que se opacara los festejos de la gesta histórica centenaria, ya que para el otro líder Muñoz tiene abierta la opción de que promueva un amparo, y que éste le sea concedido, en contra de una eventual decisión de la Junta Federal que resulva en el sentido indicado, en virtud de que pugna porque sean todos los extrabajadores liquidados o no, quienes parcipen en la nueva elección del comité central del SME, proceso en el que de nuevo él será competidor de Esparza. Ya veremos que resulta.

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