lunes, 22 de noviembre de 2010

Corrupción policiaca

Francisco Rodríguez

November 22, 2010

SE ACABÓ LA fiesta. La mayoría de los alcaldes invitados por el jefe de gobierno del Distrito Federal han partido de regreso a sus ciudades. Es hora ya de que Marcelo Ebrard retome las tareas de gobernabilidad de la capital nacional… si es que sus nuevas “responsabilidades” como precandidato presidencial le dejan un espacio libre.

Porque en la Secretaría de Seguridad Pública del DF está a punto de estallarle una bomba de corrupción que podría dejar muy lastimadas las endebles estructuras sobre las que el propio Ebrard coloca ahora su efigie, en aras de que algún partido político le coloque una placa de aspirante formal a la sucesión de 2012.

Sucede esto justo cuando desde Los Pinos se empuja la iniciativa para crear un mando único policiaco –evidentemente, para el controvertido Genaro García–, al tiempo que se evidencia una crisis en la que concurren múltiples factores. Desde problemas de visión estratégica, mando, operación y corrupción, cuya responsabilidad se pretende descargar exclusivamente en la debilidad de las policías municipales y, en este caso, sobre la citadina.

Así, en la SSP del DF, Manuel Mondragón y Kalb, el secretario de Seguridad del gobierno de Ebrard, está convertido en un auténtico peligro para la Ciudad de México. Ya chochea. En las reuniones con los mandos policiacos a todos les grita. Para él todo son corruptos… aunque soslaya que la gran corrupción la maneja directamente él a través de su oficial mayor y del mando denominado Júpiter, coordinador de asesores, aquel al que supuestamente iba dirigida la bomba que estalló frente a las instalaciones de la dependencia.

Este Júpiter es el encargado de recibir el famoso entre que tienen que reportar los mandos.

La oficialía mayor trafica con los seguros de los policías, los talleres mecánicos en donde se arreglan las patrullas. También en el rubro de las adquisiciones. Vea usted:

Recientemente realizó un contrato para la adquirir “en renta”, mil motocicletas. Evidentemente, se trata de un contrato millonario que dejará una buena tajada mensualmente. Eso pese a que no tienen mil motociclistas a disposición.

Diariamente, Mondragón insulta a los mandos y los amenaza con correrlos. Presume que tiene todo el apoyo de Marcelo Ebrard, quien en realidad lo ha visto desde hace años cual una suerte de padre putativo. De ahí que en la oficialía mayor haya montones de contratos no muy claros por realizar.

Recientemente renunció, el subsecretario de Inteligencia, José Chapela Castañares. Mondragón dice que lo corrió. Chapela afirma que le renunció porque ya no aguantaba sus desplantes: cuando le presentaba los informes de inteligencia, los tiraba a la basura.

El secretario particular de Mondragón, Pedro Escamilla tiene un taller mecánico en donde obligadamente se reparan 5 patrullas cada día. Estén o no descompuestas.

Otro de los colaboradores del titular de la SSP, Julio César Clares, presume sus nuevas riquezas. Se transporta en un BMW y recientemente compró un departamento en Polanco en 6 millones de pesos –quizá aprovechando las gangas que por ahí consigue el panista César Nava–, inmueble que pagó de riguroso contado.

Elementos de la Policía Auxiliar presentaron hace unos días un documento, en el que detallan las corruptelas del secretario Mondragón, del que sus allegados dicen que no tiene necesidad de robar, porque su fortuna asciende a mil 500 millones de pesos.

Mandos policiacos y corrupción son sinónimos.

Edgardo Buscaglia señala que 81% de los municipios están penetrados por la delincuencia organizada. Pero el problema es mayor, y si bien la corrupción es profunda en el ámbito municipal, ésta se extiende en las corporaciones estatales y federales, las cuales, a diferencia de las municipales, tienen capacidad operativa y recursos, y son el eslabón más importante en la cadena que ha penetrado la delincuencia para su operación.

Los cuerpos policiacos, pues, albergan delincuentes. Principalmente en los mandos.

Índice Flamígero: Me aclara un lector, quien solicita el anonimato. Con respecto a la colaboración intitulada “El Zeta Collins” (10/11/2010), que el ingreso anual de la Central de Abasto del DF es de 9 mil millones de dólares, dicho por el mismo “Z” Collins. Que al inicio de su administración despojó a locatarios de sus bodegas y las vendió en 20 millones de pesos. Que el despojo fue con el pretexto de que no estaban al corriente de sus cuotas.

www.indicepolitico.com / pacorodriguez@journalist.com

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