*Erwin Stephan-Otto
Xochimilco es uno de los tantos asentamientos que existen desde el pasado remoto y que han podido sobrevivir hasta nuestros días, gracias a su conglomeración de tradiciones que van desde lo sagrado hasta lo profano. Tradiciones que han persistido siempre por su vigencia en el presente activo y revitalizador de los antiguos saberes y que se han actualizado en su mismo proceso de transformación para poder llegar a nuestro tiempo.
Es por esto, y por los documentos históricos que se puede recordar, que la primera tribu nahuatlaca se radicó en esa región y entró en contacto con los que vivían en la zona, estableciendo un peculiar intercambio con sus vecinos. Se sabe también que desde entonces se sucedieron cambios bruscos en la transformación del ecosistema, unos provocados por la mano del hombre y otros como parte de los fenómenos naturales. Sabemos que el hombre de Xochimilco resistió el embate de las condiciones de cambio de su medio ambiente, marcándose en este devenir un entrecruzamiento entre el hombre y la naturaleza, esforzándose por reconstruir el orden que parecía desaparecer.
En la lucha constante desde los tiempos antiguos, los xochimilcas logran hacer de las riberas de los lagos de Xochimilco y Chalco buenos lugares en la producción de espacios de vida y naturales, para crear conocimiento sobre el orden existente y mantener un equilibrio por la explotación de su gran cantidad de productos. Este conocimiento no sólo se desarrolló en tierra firme para satisfacer las necesidades de sus pobladores, sino que también se llevo a cabo en los islotes de los lagos, donde se realizaron los intercambios materiales y simbólicos entre los distintos grupos de cada lugar de la cuenca y sus alrededores.
Los lagos se convirtieron en el lugar de tránsito para ir de un sitio a otro, para reducir las distancias que atravesaban en canoas. De esta manera fueron descubriendo las bondades del agua y fue creada toda una cultura de lo lacustre, donde la alimentación se convirtió en el elemento fundamental de la dieta de los pobladores de las riberas. Se creó el sistema de producción agrícola no de temporal llamado chinampero, que consistía, al igual que en la actualidad, en unas camas hechas con la acumulación de material vegetal y lodo entrelazado con las raíces del ahuejote, sobre el agua de los canales y con bordes de piedras que, además de proteger a las chinampas, funcionaban como embarcadero para atracar las canoas.
A través de la chinampa productiva se desarrolla toda una cultura del agua, en la humedad y en la tierra fértil que es producto de la mano del hombre, pero de una mano benevolente que se va apropiando de la naturaleza sin romper con el equilibrio. La chinampa es protegida de los vientos por los árboles de ahuejote sembrados a la orilla de los canales, que además sirven para dar sombra a la siembra.
Los bordes de piedra y ahuejotes hacen el límite entre una chinampa y otra; y en medio, a través de los canales, circula el agua, y en los apantles, que son los canales más angostos, todavía hoy en día pasa el xochimilca para obtener sus productos, que son dos o tres cosechas al año, más la posibilidad de intercambio con otros campesinos, no sólo de productos agrícolas sino de prácticas, creencias, conocimientos hábitos, etcétera.
Los xochimilcas se preocuparon por proteger su medio ambiente haciendo persistir la chinampería y el recorrido en trajinera, marcando en su significación una identidad regional sobre las condiciones sociales de protección del medio ambiente y de los procesos de la vida social, posibilitando las practicas y el hábitus de lo vivido en el largo camino de los siglos. Es por eso que el espacio de Xochimilco no se ha modificado como en otros contextos de la Cuenca de México; hoy es el día en que continúa observando sus creencias, la tradición que está presente en todos y cada uno de sus habitantes, porque aún hoy sus chinampas, sus canales, sus aguas, sus productos, sus costumbres y su grandeza se encuentran en todas partes: flores (eso significa su nombre), verduras, el color de los sueños, aromas que se expanden por sus campos y canales, voces de aves que acompañan el croar de las ranas, gotas que se transforman en tormenta en los días de julio, hombres y mujeres emprendedores, y la añoranza de seguir viviendo a través de los tiempos.
*Erwin Stephan-Otto, nacido en la ciudad de México, antropólogo y sociólogo, con estudios en la Universidad de Estrasburgo, Universidad de Trieste y Universidad Ludwig Maximilian de Munich. Es profesor en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Publicó en 1993 su último libro, El ahuejote. Actualmente es secretario del Patronato del Parque Ecológico de Xochimilco. A.C., y director del Parque Ecológico de Xochimilco.
Fuente: Revista Artes de México, Xochimilco, México, Edición Especial.
Fuente: Boletín Finsemaneando
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