Gasto a ciegas
¿Cuál es la clave? Ésta es la pregunta que se hacen los expertos para entrar a las catacumbas del presupuesto público. Hasta el momento, ninguno de ellos ha tenido acceso a esta llave virtual que les permitiría descifrar un gran misterio: hacia dónde, cómo y cuáles son los resultados que registra el ejercicio del gasto. Incluso, se dice que algunos funcionarios de la SHCP tampoco tienen idea del destino que toman los recursos. Por eso, la sospecha camina para convertirse en una verdad incuestionable: el uso del gasto público carece de parámetros fieles para vigilar su destino y, por tanto, los reportes que dan cuenta de ello son simplemente una cuestión de fe.
Hoy, la revisión del presupuesto público sigue siendo una quimera, ya que no se sabe a ciencia cierta qué se hace con los impuestos de millones de mexicanos y con los ingresos petroleros. De acuerdo con la opinión de quienes escudriñan en los reportes oficiales, anualmente, sólo 25% del presupuesto se audita, lo que significa que en cuatro años se conoce en cierta medida el perfil del presupuesto de un solo año. Ante eso, sólo hay una cosa clara: que los usuarios a esta información tienen que creer en lo que reporta la SHCP. Punto.
Bajo este panorama, en la comunidad de analistas del presupuesto corre como pólvora la pregunta en torno de una supuesta clave que permite acceder al paraíso: al Sistema de Evaluación de Desempeño (SED), un mecanismo que se concibiera en tiempos de la actual administración de Felipe Calderón y que dispone de una batería de indicadores que desnudan el curso del gasto público y cuáles son los criterios para determinar las partidas de dinero.
Hasta el momento, pocos (así lo presumen los expertos en la materia) son los que tienen esta llave mágica, pero el consenso estima que los resultados del SED son un gran misterio, ya que no se sabe en verdad cómo se está utilizando. De otro modo: se sabe que hay una batería de indicadores y diversas evaluaciones a los programas, pero no se sabe cómo la SHCP hace uso de éstas y si los indicadores están bien planteados para presupuestar lo del año siguiente.
Diego de la Mora, investigador del área de Presupuestos y Políticas Públicas de Fundar, no se anda por las ramas: “Se gastan recursos en un sistema que al final no sabemos si se utiliza o no. Suponemos que se utiliza porque así lo dice la ley, pero no hay ninguna explicación en ningún lugar sobre los pasos que sigue el SED”.
Así las cosas, y con base en la información disponible, los expertos en la materia deslizan varias de las consideraciones que gravitan antes, durante y después de ejercer el gasto público: primero, que hay una vieja filosofía en las dependencias que dicta la necesidad de solicitar más dinero para mantener sus gastos de operación; segundo, que los indicadores de desempeño son formulados por quienes tienen la facultad de revisar su comportamiento, por lo que los especialistas se han percatado de que algunos de los indicadores no son útiles para medir el logro de objetivos o que son muy adhoc.
¿Cuáles han sido las perlas que se han encontrado durante los años del calderonismo? Fundar cita algunos casos: en el rubro de publicidad oficial hay números escandalosos, ya que de 2006 a 2008 se incrementó exponencialmente el gasto pues pasó de poco más de 700 mdp a 3,500 mdp; al mismo tiempo, Fundar detectó que el Fondo Nacional de Infraestructura (Fonadin), desde marzo de 2009, mantiene el mismo monto disponible de recursos (50,000 mdp) y todos los rubros que reporta los declara en cero. El problema se acrecienta cuando la información que allí se genera está reservada por 12 años.
Dicho esto, la rendición de cuentas en México –como se ha pregonado hasta la saciedad– pasa por sus días más aciagos. En ese sentido, la última Cuenta Pública que el Congreso de la Unión aprobó corresponde al año 2002, lo que hace pensar que la Cuenta Pública de 2008, que recientemente fue enviada a la Cámara de Diputados, pasará por el mismo camino que sus antecesoras y, entonces, no se conocerá a la brevedad el éxito o fracaso del SED.
Por estas circunstancias, los “fiscalistas independientes” se pronuncian por varias medidas para acelerar la revisión del gasto y todas ellas, sin excepción, llegan a un solo puerto: conocer la verdadera ejecución del gasto y los motivos alrededor de ello son el primer paso para mejorar la gestión pública, cuya inspiración es impactar para bien en la vida de los ciudadanos.
José María Marín, investigador del área de Presupuestos y Políticas Públicas de Fundar, concluye: “En el presupuesto uno puede percatarse realmente de cuáles son las prioridades y cuáles son los temas importantes para un gobierno. Así, por más que el discurso vaya por un lado, en los números presupuestales uno sabe si el gobierno le da prioridad a los temas sociales y económicos. Por lo pronto, estamos viendo un rezago en la volatilidad del gobierno para gastar de manera eficiente y, en algunos casos, tenemos una burocracia obesa, que consume mucho (dinero) y produce poco”.
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