martes, 26 de enero de 2010

Del Ribbentrop-Molotov al PAN-PRD

Gregorio Ortega Molina

January 26, 2010

Las alianzas políticas entre la derecha y la izquierda son idénticas a las realizadas entre lo malo y lo peor. Se trata de naciones urgidas de satisfacer la codicia de territorios en búsqueda de países que someter a vasallaje, esclavitud, expolio, o por la simple necedad de sentirse superiores; o la permanente necesidad de los espacios políticos que justifiquen proyectos ideológicos o la carencia de ellos, o la comodidad de mantenerse en el poder a toda costa, por aquello de que vivir fuera del erario es vivir en el error.

Lo que hoy plantean los líderes de Acción Nacional y del Sol Azteca me obliga a meditar en la línea de pensamiento y acción que pudieron haber motivado a Adolfo Hitler y José Stalin, los más grandes genocidas de la historia, seguidos por Leopoldo de Bélgica. Las consecuencias del Pacto Ribbentrop-Molotov no han concluido. Las repúblicas bálticas, la miseria económica y moral a que fueron y son sometidas las ex repúblicas soviéticas y los países del este europeo, la sevicia que priva entre los actuales jerarcas rusos por sobre la sociedad que gobiernan, la reaparición de las cabezas rapadas y el embuste del negacionismo, sin dar cuenta de lo que ha sido repetido hasta la saciedad: la shoa y el Gulag, matar de hambre a los kulaks para industrializar a un conjunto de naciones que no pudo sostenerle el ritmo a Estados Unidos. El fracaso de la mitad del mundo, por un lado, por el otro el saldo que apenas empieza a cuantificarse porque la globalización y el libre comercio abren el conteo de la suma de víctimas, mientras el concepto chino del desarrollo, de la vida, del mundo, espera para dar el gran salto, como dijera Mao.

Son superficiales las objeciones y criticas manifestadas tanto por Andrés Manuel López Obrador como por Manlio Fabio Beltrones o Fernando Gómez Mont, pues lo buscado, lo anhelado, lo perseguido por César Nava y Jesús Ortega, y si no por ellos sí por quienes los cilindrean, es la profundización de la pobreza alimentaria, el mantenimiento falaz de un supuesto éxito de la guerra en contra de los barones de la droga y su diversificación en el mercado, para ocultar la vergüenza de las últimas cifras oficiales hechas públicas por Genaro García Luna, y la terca idea de que Gabino Cue sanará las heridas infligidas por Ulises Ruiz a la sociedad que gobernó por estamentos, para repartir los beneficios del poder de acuerdo a las complicidades y no a las necesidades.

Entender este tipo de pactos, acuerdos, complicidades como las establecidas entre los nazis y el politburó —luego el politburó, la Casa Blanca y Churchill—, o como las que necesitan firmar el PRD y el PAN, sólo me llevan a aceptar que la ficción literaria tiene más herramientas para explicarlo, que la historia.

No deja de sorprenderme la capacidad de comprensión de Juan José Saer, quien en El concepto de ficción nos propina un puñetazo por la manera como funcionan esas alianzas, “no por poseer una ideología superior sino los medios y el saber técnico capaces de mantener en su sitio a un gobierno que ya no representa ningún consenso social. La situación, que quiere mostrarse natural, se doblega y vacila bajo el peso de sus contradicciones. Dejando de lado todas las incongruencias teóricas, políticas y morales, tales como actuar en nombre del orden, invocar a la patria y plegarse a los designios de las potencias mundiales —léase los organismos financieros internacionales—, decirse los campeones de la libertad…”

En este contexto claro que el PRI se revuelca de satisfacción, pues las oposiciones que lo echaron de la jefatura de Gobierno del Distrito Federal, primero, y de Los Pinos, después, muestran el verdadero rostro de su quehacer político, y con esto no quiero decir que el Revolucionario Institucional vuelve a ser opción, lo que quiero significar es que nos quedamos sin opciones, ¡y todavía dudan de culminar la transición!

La transición tiene una “responsabilidad terrible. Se trata de rehacer el alma de un país; constituye una tentación tan fuerte hacerlo a golpe de mentiras o de verdades parciales que es necesario algo más que heroísmo… La crisis del patriotismo ha sido doble. Sirviéndose del vocabulario político, puede decirse que ha habido una crisis en la izquierda y otra en la derecha”, pero ni Nava ni Ortega saben, tienen idea de en qué mundo viven.

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