Zócalo lleno. “¡Ya huele a Presidente…, parece que nos llega un viento fresco de allá del Metro!”, suelta Jesusa Rodríguez desde el micrófono. Clara Brugada mete el hombro, empuja, y logra situarse en la primera fila del templete entre Porfirio Muñoz Ledo y Lenia Batres.
Herón Escobar da un paso al frente y Porfirio lo jala de la panza para que no lo tape. Gerardo Fernández Noroña sonríe, Martí Batres está hasta la orilla. Alberto Anaya ya logró situarse al frente. Atrás, apenas alcanzan a distinguirse los rostros de Alejandro Encinas, José Agustín Ortiz Pinchetti, Rosario Ibarra de Piedra, Ricardo Monreal, Jaime Cárdenas, Pablo Gómez, Federico Arreola, Jesús González Schmall y José Ramón, el hijo mayor de Andrés Manuel López Obrador.
Al otro lado de la plancha del zócalo –allá por donde va a ingresar el tabasqueño, en la entrada de Madero–, una desmadejada y sucia muñeca de trapo, de nombre “Patria”, cuelga de largo palo con esta leyenda: “Soy lo que queda después de los gobiernos nefastos del PRI-PAN sobre todo del actual, ilegítimo, impuesto, para rematar los pocos bienes que tenemos”.
Las huestes de (Victor Hugo) Lobo entran en ese momento a la plaza a tambor batiente. Son un titipuchal los de la Gustavo A. Madero. Los barzonistas , con sus banderas rojas, ya se acomodaron. Los “voladores” de Papantla se ponen frente a la catedral para tomarse la foto. Los del “TEQUIO” de Iztapalapa, alzan sus banderas blancas con letras verdes. Las brigadas Flor y Canto están desde hace buen rato bajo el sol. Y los electricistas, el SME, dejan escuchar su grito de guerra.
María Inés Ochoa termina su homenaje a Mercedes Sosa al son de “Si se calla el cantor…”. Toma su lugar el “Tata” y le mete sabor salsero al ambiente con “Este es un pueblo al que tratan como gato, al que pisan como sapo y la justicia la aplican al revés…”. Las nieves se venden “a cuatro varos”, los tacos a ocho x diez, el DVD de AMLO a cinco pesos y las camisetas del SME a tostón.
Son las 10:55, ya va entrando Andrés Manuel a la Plaza de la Constitución. A uno y otro lado de la valla metálica sus seguidores le tienden la mano. Él “legítimo” va saludando. Viste elegante traje negro, camisa blanca y corbata a rayas negra con blanco (dejó la clásica corbata amarilla del PRD). Se le ve sonriente. Su rostro aparece en las cuatro enormes pantallas distribuidas en la plancha.
A un lado del templete, Carmelo Ramírez, de 60 años, lleva puesta una gorra con el logotipo de LyFC y porta en cada mano enormes pancartas con coloridos dibujos de los “malinches” (PRI y PAN) y del águila que cae, Cuauhtémoc con su escudo (el pueblo). Está ahí, dice, “porque me duele que vivamos de rodillas y la gente tan indiferente”. Advierte a quienes le rodean que el gobierno está usando un sistema de programación mental psicotrónico para lavarles el cerebro, para hacerlos olvidar su historia.
Unos pasos más allá, junto a la brigada Comandante Ché Guevara, una mujer “soy pueblo” porta una pancarta que reza: 1810-1910-2010 Mexicano Despierta. Revolución ¡YA!. Le pregunto: ¿de veras quiere otra revolución? Responde afirmativamente porque, dice, “ya ve que ahora quieren privatizar las escuelas”. Sus hijos están con ella. Aún no concluyen su enseñanza, van apenas en la secundaria.
López Obrador sube a la tribuna. A uno y otro extremo se alzan banderas mexicanas. En el atril hay también un pendón con el águila con las alas desplegadas. Como telón de fondo del templete, una enorme manta anuncia: “Tres años de resistencia pacífica, esfuerzo y organización para RESCATAR A MÉXICO. Más unidos que nunca.”
El “presidente legítimo” recorre el templete. Saluda desde ahí a la gente que llena la plaza –lenta la mano derecha, apunta el índice hacia el horizonte–, a aquellos que aún están ahí con él, luego de tres años de resistencia civil, después de haber recorrido los 2 456 municipios del país. Asiste mucha gente de los estados.
Martín Esparza, líder del SME, se acerca a saludarlo. Será el segundo orador –luego de Bertha Luján—y advertirá que cada humillación que les ha endilgado Calderón “se la tenemos que cobrar sacándolo de la Presidencia de la República.”
A las 11:35 toma el micrófono López Obrador. Todas las banderas, mantas y cartulinas se han bajado para que los de atrás puedan ver. Él inicia: “Hoy nos congregamos dirigentes, representantes y simpatizantes del Gobierno Legítimo de toda la República, con el propósito de conmemorar tres años de resistencia y trabajo para salvar a México”.
La gente lo escucha. Les cuenta que llegó a la conclusión de que una “mafia” en el poder, “insaciable, enferma de codicia” dispuesta a conspirar contra la paz pública y la estabilidad social. Que son intereses muy poderosos, que son “siniestros pero no son tontos” y que ya decidieron que el PAN “no les funciona” y que “han convertido a Calderón en su chivo expiatorio”.
Ahora, les explica el tabasqueño, “toda su apuesta es al PRI y (Enrique) Peña Nieto; piensan que con esta operación van a engañar al pueblo…”Al gobernador del Estado de México, sostendría, lo protege Televisa y lo ha proyectado “como se introduce al mercado un producto chatarra, de telenovela”.
Una mujer muestra su camiseta roja con el logotipo de Televisa y esta frase al calce: “Televisa idiotiza”.
La gente sigue las palabras de Andrés Manuel en silencio. Las campanas de catedral llaman a misa, es el segundo toque. López Obrador suelta: “¡No han logrado destruirnos ni lo lograrán!”
Se preguntarán –agrega–, ¿y ahora qué sigue? Entonces enumera un decálogo de propósitos para la transformación del país “y con miras al 2012”. Es el nuevo Proyecto Alternativo de Nación cuyo documento definitivo deberá estar listo a más tardar en junio del 2010. La tarea estará coordinada por Ignacio Marván, Luciano Concheiro, Rogelio Ramírez de la O, Héctor Díaz Polanco, José María Pérez Gay, Víctor Manuel Toledo y Bolívar Echeverría.
Pero por lo pronto, señala los temas que habrá de abordar: Rescatar al Estado, democratizar los medios de comunicación, combatir las prácticas monopólicas, abolir los privilegios fiscales, ejercer la política con ética, fortalecer el sector energético, alcanzar la soberanía alimentaria, establecer el Estado de bienestar, promover una nueva corriente de pensamiento .
El sol caía a plomo sobre las cabezas. Muchos se protegían bajo los arcos o se cubrían con los cartelones. López Obrador sonreiría finalmente: “Estoy optimista –confesaría–. Estoy seguro que no volverán a impedir la alegría y la felicidad del pueblo…”
Las palabras dejaban ver, así lo entendieron muchos, que López Obrador volverá a postularse para el 2012.
El mitin se cerraba y Jesusa Rodríguez repetía: “¡Ya huele a Presidente…!
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