Bucareli
Vicente Fox no es el músico que toca mientras el barco se hunde. Es más bien el pasajero del avión estrellado que se come al muerto y sobrevive hasta el rescate.
Su apoyo a Enrique Peña Nieto en la candidatura a la Presidencia debe verse a la luz de las dos posibilidades del párrafo anterior y descubrir por qué escogió la segunda: si para conservarnos debemos prescindir de Josefina Vázquez Mota, candidata de nuestro partido, hagámoslo a cambio de que su sacrificio nos garantice la permanencia en el mundo.
Acostumbrados a declaraciones inesperadas de Fox, muchos recibimos ésta como otro producto de su desparpajo, señal de liviandad, expresión poco meditada. Los motivos del zorro se explican y contienen en uno solo: el instinto de conservación. “Debemos retornar al mandato supremo de la democracia, y si la gente se manifiesta libremente a favor de un puntero (Peña Nieto) y logra que ese puntero obtenga el triunfo, reafirmaremos la voluntad popular y contaremos con los elementos para ejercer nuestro derecho a exigir y podremos demandar un buen gobierno, un gobierno emanado de la voluntad del pueblo”, dijo y agregó: “Antepongo a todo ello (a sus ideales políticos) mi amor por México, mi compromiso como ciudadano y mi deseo de que termine este terrible proceso de fragmentación social en que estamos enredados… poder decidir libremente, sin señalamientos ni venganzas… hacia la paz y la concordia… cerrar filas en torno al candidato puntero…”.
Lo que Fox quiso decir es que su partido se enfrenta a una realidad inesperada. A tres semanas de la votación presidencial su candidata no repunta y su archienemigo jurado, Andrés Manuel López Obrador, afirma estar por encima de Peña Nieto. Consulta Mitofski informó el miércoles que López Obrador logra su cuarta semana consecutiva de ascenso, entre otras causas, por las caídas de Enrique y Josefina. Si la tendencia ascendente se mantiene, López Obrador llegará a Palacio.
Fox basa su llamado en un hecho evidente: la explosión juvenil del 11 de mayo ha desquiciado las campañas. Los jóvenes universitarios se han manifestado públicamente antipeñistas, identificados con lo que AMLO representa y dispuestos a depositar en su favor millones de votos inesperados. En este caso Fox no se equivoca al pedir, frente al naufragio de la candidatura panista, un plan que impida la llegada de López Obrador al poder. El jueves en Monterrey declaró: “Haré lo que sea para que no llegue… para que no nos venga a descomponer la fiesta”. Imagina el escenario posible a partir del 1 de diciembre.
Andrés no se ha cansado de calificar la presidencia de Calderón como ilegítima, fraudulenta y espuria y ha acusado a Felipe de usurpador, cargo reservado en nuestra historia a Victoriano Huerta. De ese tamaño es el agravio. Y sus sermones de la montaña no logran que el amor desplace a la ley: “Yo no busco venganza. Quiero justicia”, ha dicho hasta extenuarse.
Si la justicia llega, lo que el viento se llevó será leve brisa. Fox lo sabe y lo teme y su aviso es simple: Josefina no puede ganar y Enrique pierde terreno, cerrémosle el paso a Andrés. Frente a la necesidad de salvar a Inglaterra y al mundo, Churchill decidió: “Si tengo que unirme al diablo para acabar con Hitler, me uno al diablo”. Fox no es Churchill, ni Enrique es Stalin, ni AMLO es Hitler, pero la circunstancia es, guardadas las proporciones, similar a la actual en México. Y Fox parece ser el único en darse cuenta. Cuando les caiga el veinte muchos de sus cuates admitirán que no está tan loco y es menos tonto de lo que creen.
La pregunta es qué harán. La respuesta, ante la angustiante cercanía de la fecha, es convencer a Josefina de abandonar la candidatura y unirse a Peña Nieto a cambio de una Secretaría de Bienestar, o algo así, y garantía de perdón y olvido a quienes tienen cola que les pisen, entre ellos don Vicente. El segundo lugar de la votación de nada le sirve a Josefina. Ni al PAN. Ni a don Felipe. Peña Nieto obtendría en pago de ese compromiso gran parte de los votos de Josefina, decisivos en este final de fotografía. Se haría una candidatura sólida y luego un gobierno de coalición.
Supongo que es el plan secreto de don Vicente, que por primera vez no requiere de un intérprete para darse a entender. Si la frase política del año en México es que la caca flota, hoy aquí todo es posible. Todo, hasta que dos aspirantes rivales entren de manita sudada a Los Pinos y compartan cama (es un decir) durante seis años.
La veo difícil. No creo que Andrés Manuel se conformará con un: “estamos llenos, jovenazo, vuelva más tarde”, y se aguante las ganas otra vez a las puertas de El Paraíso Chapultepec.
2 comentarios:
Wow!!! que analisis tan cabron, ni en mis pesadillas mas locas despues de una noche de farra, hubiera supuesto el por que de los gritos de la chachalaca.
Excelente analisis
Excelente analisis.
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