martes, 10 de enero de 2012

Petróleo y deuda - Gregorio Ortega Molina

Gregorio Ortega Molina

January 10, 2012

El lugar común es recurrente en el uso y abuso de las auto justificaciones de carácter político, por ello mismo falaz, sobre todo en el caso de los mexicanos, porque no es cierto que tengan el gobierno que se merecen, sino el que la realidad les impone, el que la seguridad nacional y regional de Estados Unidos necesita para mantener su hegemonía continental y mundial.

Llegar a presidir el destino de una nación, de una patria con historia como la que tiene México, requiere de un mínimo coeficiente intelectual, cierta dosis de malicia y muchos “pantalones” para sacudirse la humillación que imponen en la Casa Blanca a la relación bilateral con su vecino del sur. El presidente mexicano, desde hace muchos lustros, hace lo que buenamente puede, casi nunca lo que debe y de acuerdo a su mandato constitucional, por carecer de lo fundamental: el respaldo absoluto y unido de todos los mexicanos, sin importar ideología o compromiso. Es una nación dividida, y ninguno de los precandidatos parece destinado a lograr una reconciliación nacional.

Lo anterior viene a cuento porque los gobiernos mexicanos han malgastado el excedente del ingreso petrolero. No nada más los de hoy, sino desde que prometieron a la sociedad la posibilidad de administrar la abundancia, mientras en un inusual y estúpido gesto de machismo “caparrosiano” se decidió quemar miles de millones de metros cúbicos de gas, en lugar de malvenderlo.

Los gobiernos del cambio, de la alternancia, de la oferta de un México distinto, ajeno a la corrupción y la impunidad, no cantan mal las rancheras en el caso de la mala administración y el saqueo de los bienes nacionales, pues en nada se han convertido 222 mil millones de dólares de ingresos a las arcas nacionales por concepto de venta de petróleo, cantidad suficiente para saldar la deuda externa -que dejaría de ser negocio para las corredurías bursátiles, los bancos y los organismos financieros internacionales- y reorientar el destino de la nación, el proyecto que alguna vez propusieron los ideólogos de la Revolución y que muy pronto olvidaron.

No estoy de acuerdo, no es cierto que los mexicanos tengan y sostengan los gobiernos que merecen. La realidad dice lo contrario: desde Estados Unidos los factores reales de poder, los estrategas de seguridad regional y nacional de la Casa Blanca, inducen en México los gobiernos que necesitan para mangonear ellos, lo que requiere ignorancia, salud endeble, profundización de la pobreza, anomia social, división, pues les resulta más barato sacar las castañas con la mano del gato, que ocupar el territorio nacional en toda su extensión y en todos sus ámbitos. Han sabido encontrar quien les haga el trabajo sucio, a través del halago o de la coerción.

¿Dónde se gastaron, dilapidaron, invirtieron esos 222 mil millones de dólares? Sólo Dios sabe, lo cierto es que México está más pobre y dividido que antes de que se entronizaran la alternancia y los gobiernos del cambio, para posponer la transición por una eternidad.

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