jueves, 19 de enero de 2012

Debate: necesidad y necedad


Reforma


Colaborador Invitado


Alfredo Figueroa Fernández

En los últimos días, se ha suscitado una nueva escaramuza mediática debido a un extraño oficio -que pocos han visto- elaborado por la Cámara Nacional de la Industria de la Radio y la Televisión (CIRT).

Subrayo: no se trata de un oficio emitido por autoridad electoral alguna -ni por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), ni mucho menos por el Instituto Federal Electoral (IFE) o que sepamos, por algún órgano local- pero el documento no oficial fue suficiente para que un conocidísimo conductor de noticieros, suspendiera un debate entre los cinco aspirantes del PRD al Gobierno de la Capital de la República.
No sólo eso, también se desató una pertinaz lluvia de comentarios y críticas contra las autoridades electorales y por supuesto contra la reforma electoral del año 2007-2008, tantas veces denostada. Creo que la opinión pública merece una explicación al respecto:

El Instituto Federal Electoral no prohíbe, ni inhibe, ni cancela la celebración de debate electoral alguno. Por el contrario, una de las misiones de la autoridad electoral es promover, precisamente, la deliberación, la crítica, la circulación de las ideas. No es concebible una democracia sin discusión todo lo amplia y franca que sea posible. Así que, los debates son sinónimo de vida democrática porque forman parte de las conquistas democráticas en torno a los medios de comunicación.

No sólo eso: la propia reforma electoral de 2007 y 2008 hizo obligatorios los debates electorales, señaladamente los de candidatos a la Presidencia de la República. El artículo 70 del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales desaparece el carácter discrecional u opcional en la organización de debates y los convierte en una asignatura que no se puede eludir por los contendientes. Esta obligación del IFE es un acierto de la reforma, porque debatir ofrece a las y los electores información que contribuye con el ejercicio del voto libre.
Así, en las campañas por venir (especialmente en la que se elegirá al Presidente de la República), se contempló la obligación de entablar cuando menos dos debates abiertos, frente a frente, entre los contendientes políticos, siendo ésta una medida para fortificar el diálogo en igualdad de condiciones -así sea ríspido y enconado- y para convertirlo en costumbre de quienes aspiren a gobernar.

De esta suerte, México deja atrás un anacrónico "supuesto derecho" graciosamente ejercido a voluntad por candidatos y partidos. Los debates electorales dejan de ser un instrumento, una táctica, un elemento del juego exigido o rechazado por los partidos según les convenga o les perjudique a la vista de los sondeos, para volverse una regla del juego, un componente de la igualdad de oportunidades, de un comportamiento equitativo y fundamento del sistema democrático.

Por mi parte, estoy convencido de que los debates electorales son uno de los más importantes elementos de la campaña para la formación de la decisión en la opinión pública, precisamente porque convocan a todos, al conjunto de fuerzas involucradas en una elección, sea interna (al interior de un partido) o constitucional, convirtiéndose en el principal elemento -formador de juicio, por contraste directo y efectivo- de millones de ciudadanos.

Distintas resoluciones del IFE y del TEPJF han discutido la forma en que los debates electorales se llevarán a cabo, las conclusiones, además de simples, no deberían suscitar miedo a nadie. Aquí cito algunos criterios que estimo relacionados con los medios de comunicación, para el ejercicio periodístico en torno a la transmisión de debates:

a) Los debates son un vehículo necesario para la formación de la opinión pública y de la preferencia de los electores.

b) Los debates deben procurar la inclusión de los candidatos o precandidatos que contienden por el mismo cargo.

c) Cualquier tema de interés público puede ser abordado en un debate, sin restricción alguna.

d) Los informadores y conductores tienen plena libertad para asumir el formato de debate que mejor ajuste a su audiencia.

e) Lo único que no está permitido es comprar o adquirir, vender o regalar tiempos en radio y televisión, ni hacer propaganda política electoral. Nada más.


Como se ve, no hay razón para escaramuzas como las que hemos vivido recientemente. El IFE no ha impuesto condiciones complejísimas ni requisitos imposibles. Tampoco ha enviado oficio alguno que los prohíba. Los medios de comunicación pueden organizar ejercicios periodísticos de debate a favor de sus audiencias. Lo grave sería que quisieran hacer pasar propaganda pagada o gratuita como ejercicio periodístico, porque ello dinamita el fundamento de nuestras libertades.

Lo único que los comunicadores necesitan para la organización de debates en el proceso electoral en curso es ejercer la elemental ética profesional del periodismo: libertad, equidad y compromiso en el oficio.

El autor es Consejero Electoral del IFE.

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