El sábado más reciente, Enrique Peña Nieto se ahogó en su propia laguna mental. Durante casi cinco minutos esquió e hizo piruetas sobre las olas de su ignorancia y terminó hundido, en el fondo, por el peso de su propia improvisación.
Nada raro hay en la incultura de la mayoría de los políticos mexicanos. Peña Nieto, en tal sentido, no tendría por qué ser la excepción.
Ahí está cual magnífico ejemplo el burlador burlado, Ernesto Cordero, quien tampoco atinó en eso de presumir sus lecturas.
Y no se olvide que, cuando fungía como titular de la SEP, Josefina Vázquez Mota también confundió a Carlos Fuentes, pero ella con Octavio Paz y no con Enrique Krauze como lo hizo el mexiquense, y además, le cambió el nombre a una de las obras cumbre del primero. En 2008, recuerde, la insoportable Josefina habló de La ciudad más transparente y no de La región más transparente, lo que le mereció que los asistentes a la inauguración de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara –en su edición 22–, le gritaran “¡burra!”.
No. No es la incultura lo que se critica al “precandidato único” del PRI. Sí, en cambio, que haya dejado asomar o, peor aún, que haya exhibido impúdicamente lo que ya muchos sabíamos. Que “es un producto con una personalidad política construida”, cual sabiamente dice el comunicólogo y productor cinematográfico Antonio VKO Dávila en su blog Open Source Advertising.
Él mismo explica: “Y no por el hecho de que el señor no lea, sino por la manera en que se ve incapaz de contestar de una manera fluida, se ve asaltado por una pregunta que no estaba en el script. Y es que la personalidad política de Peña Nieto está construida en escenarios donde al señor se le indica lo que tiene qué decir y de qué forma.
“Cuando vemos su respuesta en el video, el señor pretende emplear sus herramientas de comunicación no verbal en oratoria, como los movimientos rectos y precisos de las manos, combinados con un tono de voz que transmite seguridad en sí mismo. Pero que al final… (exhibió) que sólo son el aderezo a un platillo insípido.
“Y es que Peña Nieto, ha sido diseñado desde niño para ser lo que es ahora, digamos, una personalidad programada cual robot y funcional para ser el intermediario perfecto entre los intereses de los que realmente gobiernan y los explotados (la nación).
“Se ha concentrado una cantidad de esfuerzos en la imagen capitalizando esa capacidad que tiene de transmitir seguridad en una técnica de Gruen Transfer político. Esto, aprovechando la desorientación de la percepción de la gente provocada por dos narrativa contrarias y yuxtapuestas: La ahora llamada lucha contra el crimen y las narrativas del Bicentenario, Iniciativa México y Teletón.
“Vemos los noticieros atascados con contenidos de terror, pero también vemos alegría y esperanza en eventos que simulan un país ajeno a todo ello. Tal como lo hizo G.W. Bush en las narrativas post-9/11, se desorienta a la gente para que cuando un evento o una persona que responda a esa figura paterna colectiva que el inconsciente (también) colectivo ha sido inducido a necesitar, se desborden hacia él y lo quieran.
“Esto reforzado, o más bien, impulsado por la secuencia de comerciales que hablan de Peña Nieto disfrazados de notas periodísticas donde sólo hablan muy bien de él… esto adherido, a una historia de telenovela que se transmite por las revistas que consume el target que no se pierde las novelas: el matrimonio con el producto imagenialógico del personaje ‘La Gaviota’.
“La gente quiere ver un final feliz. Ese final feliz es ver a ‘La Gaviota’ triunfando cuando su marido se convierta por fin, después de muchas aventuras, en Presidente. Y como ‘La Gaviota’ es buena, seguro hará algo bueno por ellos.
“Es entonces que gracias al nuevo flujo de información omnidireccional que vivimos, que vemos como este medio en Cyberia desmantela los insights con los que fue diseñado este atractivo, elegante y flamante personaje de Enrique Peña Nieto, que no puede salirse del script ni ser abandonado en un escenario que no se encuentre en un ambiente controlado”.
Así es. Fuera de los sets, alejado del teleprompter, sin ensayos… Peña Nieto se ahoga en sus inmensas lagunas mentales. Del tamaño de la de Chapala.
Índice Flamígero: Escribe el psicoanalista social José Antonio Lara Peinado sobre “La dislexia cognitiva de Peña Nieto” y, didáctico, señala que “el término dislexia cognitiva no aparece como tal en ningún cuadro diagnóstico de trastornos, sin embargo dada mi experiencia clínica he observado en un número elevado de pacientes adultos los siguientes síntomas: Una dificultad para leer que persiste hasta la edad adulta. Errores en lectura y escritura que son de naturaleza peculiar y específica. Dificultad para asociar palabras e ideas destinadas a contestar preguntas específicas. Estos síntomas son parte de la dislexia infantil, sin embargo los he observado en personas aparentemente sanas y normales de edad madura que, de manera recurrente, cometen pifias, errores e inclusive ante preguntas claras remiten una y otra vez a una especie de dislexia cognitiva que altera sus procesos lógicos de pensamiento. El Lic. Peña Nieto, presenta de manera recurrente esta dislexia cognitiva. Ejemplos hay varios: la entrevista realizada por Jorge Ramos de Univisión a Peña Nieto, en donde a la pregunta: ‘¿de qué murió su esposa?…’ y en la que escuchamos que Peña Nieto contesta con dificultad para asociar palabras e ideas, de algo que evidentemente para cualquier persona sería claro y contundente… la última aparición de Peña Nieto en la FIL muestra nuevamente esto que yo llamo dislexia cognitiva, ahí nuevamente se pone en evidencia esta problemática. No considero que esta dislexia cognitiva incapacite a un sujeto para gobernar a un país, sin embargo hay un pequeño detalle: dados mis trabajos de investigación relativamente nuevos en relación a este término, he observado que esta dislexia cognitiva en los adultos, les posibilita estar informados de lo que pasa, pero les imposibilita procesos cognitivos de reflexión de esa información, de tal manera que estos sujetos pueden saber lo que acontece, pero carecen de procesos básicos cognitivos, tales como el análisis, la síntesis y la analogía, por lo tanto tienden a ser viscerales e irreflexivos, y ahí está tal vez uno de los graves problemas de Peña Nieto.
Sin embargo no todo está perdido, los trabajos clínicos con pacientes que presentan esta deficiencia han encontrado mejora luego de un serio proceso psicoanalítico…”
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