lunes, 10 de octubre de 2011

Corrupción y decadencia - Jorge Torres

Jorge Torres

October 10, 2011

Durante décadas el imperio estadounidense se forjó mediante la expansión económica y el crecimiento de su ejército, que hizo gala de tecnología militar nunca antes vista en el transcurso del siglo XX. Las compañías trasnacionales de origen norteamericano y los comandos militares del Pentágono, “invadieron” estratégicamente el mundo e implantaron una nueva agenda política, económica y cultural, a partir de lo que denominaron globalización.

Los nuevos conquistadores impulsaron la economía de mercado como el arma que les permitiría ganar territorios, recursos naturales y dinero para el imperio.

Además de los políticos y militares estadounidenses, estaban involucrados en el plan de conquista empresarios, inversionistas, banqueros y especuladores del mercado. Estos últimos, adquirieron una relevancia en el sistema económico global, que los situó en la cumbre de la élite social en el mundo.

Los banqueros utilizaron el dinero de sus clientes para financiar negocios globales e invertir en la especulación bursátil y multiplicar sus activos, mientras que los propios especuladores jugaban a la ruleta rusa en las bolsas del mundo arriesgando el dinero de los inversionistas en un afán nada productivo de incrementar sus fortunas.

La ética del dinero dominó el mundo capitalista y el sistema se vició. Los grandes fraudes corporativos mermaron las finanzas de las empresas y de los bancos y el comportamiento esquizoide de los mercados evaporó sumas millonarias de fondos de inversión, dejando en la ruina a mucha gente.

La crisis bancaria que se derivó no tuvo precedentes y el gobierno ha tenido que solventar el sistema financiero privado con inyecciones de miles de millones de dólares, un hecho que descapitalizó sus finanzas y ahora lo tiene contra las cuerdas, sumido en una crisis fiscal que amenaza con derrumbar el poder que había conquistado y lo convirtió en el imperio más poderoso de la tierra.

El incremento de deuda federal y los estímulos fiscales con que palió la crisis económica, mantienen al imperio estadounidense frente a un futuro nada halagador. Los indicadores económicos no mienten y las cifras son de terror para Estados Unidos.

La deuda pública se incrementó de 5.8 billones de dólares en 2008 a más de 14 billones al año siguiente. Respecto al PIB, aumentó de 41 por ciento a 68 por ciento en solo un año. Y las proyecciones de futuro incrementan los riesgos, ya que se prevé que en 2039 la deuda llegue a 215 por ciento.

El déficit para 2009 rebasó la cifra de 1.4 billones de dólares, algo así como el 11.2 por ciento del PIB. Aunque se prevé que se estabilice en 3 por ciento después de 2012. Y en lo que respecta al crecimiento de su economía, los indicadores hablan de una recesión inminente.

El problema que se prevé es que el atorón fiscal se convierta en una enfermedad crónica de su economía y que aumenten las tasas de interés por arriba de la inflación, un hecho que provocaría el derrumbe de la economía estadounidense y de su estatus de imperio, por la carga fiscal de esa deuda al presupuesto.

El pronóstico hecho para los pagos de intereses del gobierno ubica un incremento de 8 por ciento de los ingresos de este 2009 a más del 16 por ciento en 2019; y si las tasas de interés aumentan por encima de la inflación, la cifra puede llegar al 20 por ciento antes de ese año.

Estados Unidos está frente a una crisis que le comerá una porción importante de su presupuesto en las próximas décadas, que afectará de manera significativa el presupuesto de Defensa, uno de los factores que lo convierten en la superpotencia mundial.

En tres años el presupuesto de Defensa –que mantiene a EU como el imperio indiscutible- se reducirá de un promedio de 4 por ciento a 3.2 por ciento del PIB, y en 18 años a 2.6 por ciento, una más de las consecuencias de los excesos y la corrupción corporativa.

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