“No extorsionamos, no secuestramos y nunca afectaremos el patrimonio personal ni de la Nación. Que respetamos a los poderes ejecutivos federales (sic), estatales y municipales…” dice a través de un video el vocero del nuevo grupo de paramilitares autodenominado Los Matazetas, quienes se adjudican el asesinato de las 35 personas arrojadas a un viaducto de Boca del Río en Veracruz.
Y tras la noticia, la pregunta: ¿Hasta cuándo? ¿Hasta que, en un par de años, ellos mismos se conviertan en un nuevo cártel de las drogas al que el Estado no pueda controlar?
Pareciera ser esta la fábula infantil de “un gato con los pies de trapo y los ojos al revés”… ¿Quieren que se los cuente otra vez?
Porque pareciera ser la historia repetida de los Zetas, que originalmente fueron tropas destinadas a combatir el narcotráfico a través de la frontera entre Estados Unidos y México. Los “gafes”, integrantes del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales, dependiente de la Defensa Nacional y que, sin embargo, pasado un tiempo, un número creciente de ellos pasó de combatir el tráfico ilícito de estupefacientes pasó a formar parte de una red propia de narcotráfico que competía con otras organizaciones existentes.
¿Querrán el señor Calderón y sus subalternos en la Defensa, pero sobre todo en Marina, que se los cuente otra vez?
Porque todo indica que, como bautizó ayer por la mañana un amigo, estamos frente a “la Brigitte Bardot” de Felipe Calderón. Esto es, su Brigada Blanca cual, en su momento, la tuvieron presidentes priístas como Luis Echeverría y José López Portillo, integrada en junio de 1976 con 240 elementos, entre policías capitalinos y mexiquenses; militares y personal de la ya extinta Dirección Federal de Seguridad (DFS), así como de la también transformada Policía Judicial Federal, para “investigar y localizar por todos los medios a los miembros de la llamada Liga Comunista 23 de Septiembre”.
Pero hoy los grupos guerrilleros dejaron de ser una amenaza para el establishment. Sí lo son, en cambio, todos aquellos grupos delincuenciales que compiten con el que lidera el sinaloense Joaquín “El Chapo” Guzmán, de quien está más que visto y hasta comprobado ser el proveedor consentido y protegido no sólo de la fallida Administración de Felipe Calderón, sobre todo del supragobierno estadounidense.
De tal se trata, en realidad la aparición de Los Matazetas en el ya de por sí complicado mapa de la guerra de Felipe Calderón. De un grupo que, por el lenguaje de su vocero, pareciera tener también orígenes militares… cual en su momento lo tuvieron Los Zetas.
¿Un clavo para sacar otro clavo?
¿Hasta que este segundo clavo se torne ardiente?
No parece ser esta la mejor estrategia.
Ahora mismo en Colombia –cuyas estrategias son copiadas en México por instrucciones de Washington– se vive y sufre la paradoja de desmovilizar a los grupos paramilitares con los que se intentó hacer frente a los poderosos cárteles de Cali y Medellín, entre otros.
Una comisión política independiente de aquél país del cono sur daba cuenta, hace apenas cuatro años, de que tal proceso de desmovilización paramilitar –45 mil elementos, 18 mil armas– se enfrentaba invariablemente al fenómeno de conversión de éstos en “bandas criminales asociadas con el narcotráfico”.
¿Dentro de cuántos años se enfrentará México a una situación así?
Si Los Zetas son un grupo de criminales conformado en su mayoría por ex-militares, no sólo de rangos superiores y medios, incluso de un grupo de alta capacidad por su entrenamiento militar en operaciones de logística, armamento sofisticado, tecnología, quienes recibieron entrenamiento de gobiernos extranjeros como Estados Unidos, Israel, entre otros… ¿qué capacidades tienen quienes ahora se presentan como sus liquidadores?
¿Quiénes serán y cómo estarán preparados y capacitados en el futuro los que liquiden a Los Matazetas, cuándo éstos hayan cruzado los límites y se hayan convertido, cual sucederá, en un riesgo para la sociedad y para el status quo de la maldita trinidad delincuentes-políticos-empresarios que hoy por hoy controla el redituable negocio de las drogas y de la violencia?
¿Lo imagina usted? Porque “éste era un gato…”
¿Quieren que se los cuente otra vez?
Índice Flamígero: A través de correo electrónico, el psicoanalista social José Antonio Lara Peinado nos da su opinión sobre la aparición de Los Matazetas, a partir de tres de las frases escuchadas en su presentación videográfica: “…1) ‘no caigamos en las trampas de los enemigos externos que manejan la insidia, el descrédito y la maldad para fines meramente mezquinos, escudados en el respeto a Dios y a la democracia’. 2) ‘cada quien su lucha y sus miedos, nosotros un solo corazón’. 3) ‘motivados por experiencias propias de quienes formamos esta fuerza, la cual constituye el brazo armado del pueblo y para el pueblo’. La primera frase es utilizada por los políticos, la segunda es una frase delirante televisiva y la tercera es una frase popular de las guerrillas. El sujeto que habla en el video lo hace en plural, en la primera frase es fácilmente observable el lenguaje paranoico con el cual está construida: se habla de enemigos externos y la maldad, con esto se quiere legitimar el carácter paranoico de quien persigue pero también se sabe perseguido, observado o vigilado, lo cual nos confirma que este grupo fue creado, no se creó. Este grupo pasó por un curso de autoayuda y optimismo, lo cual ha derivado en una serie de motivaciones propias de quienes pierden el principio de realidad; habla de la lucha y los miedos, y de su corazón… simbólicamente el corazón refiere la vida, aunque ellos curiosamente enuncian la muerte, sin embargo quisieran asumirse como mártires del Wal-Mart. Este grupo, en su desquiciamiento, busca la manipulación emocional del pueblo. Es indudable que mucha gente en este país en medio de la desesperación en la que se vive, justificaría los ajusticiamientos, sin darse cuenta que asesinar, también deriva en nuevos asesinos. Contradicción curiosa: hablan del pueblo sujetos que en el video se ven bien comidos y alimentados, lo cual contrasta con el pueblo que en su gran mayoría vive estadios de desnutrición. En resumen, tenemos un grupo manipulado por sujetos desequilibrados, que utilizan el discurso político, se aprovechan de las condiciones de terror de una población, para erigirse como los salvadores, este grupo y quienes están detrás de él viven en una estructura sociópata, que debiera de preocuparnos, en tanto estos grupos pudieran encontrar en una población aterrada una justificación para ejercer su acto perverso.”
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