sábado, 27 de agosto de 2011

No tenemos derecho a llorar…


La conmoción social provocada por la tragedia del Casino Royale en Monterrey nos obliga como regiomontanos a mirarnos en el espejo.

Por Ramón Alberto Garza

A confrontarnos con los demonios a quienes con nuestro silencio cómplice les expedimos un pasaporte en blanco para que se adueñaran de lo que solía ser un oasis empresarial, cultural y social, ejemplo de valores en América Latina.

Porque antes que reprender con toda justicia a las autoridades que por incompetencia o complicidad autorizaron la proliferación de los casinos y no los vigilaron, tendríamos que condenarnos a nosotros mismos.

A todos los regiomontanos que tomamos por asalto las decenas de casinos, los cientos de mesas de bingo, las miles de máquinas tragamonedas, con la esperanza de ganar en una sentada, con unos cuantos pesos, lo que solíamos recibir en un mes o en un año con el sudor de nuestra frente.

Solo a partir de ese momento podremos tener cara para recriminar a los gobiernos federal, estatal y municipal o al poder judicial, el que hayan expedido y vendido por un plato de lentejas los permisos para que la mayoría de esos casinos se convirtieran en “la banca negra” del crimen organizado.

Será entonces cuando valdrá la pena echarle en cara a los políticos de todos los partidos, lo mismo candidatos a alcaldes que a aspirantes a gobernadores, a jueces o a magistrados, el haber aceptado el padrinazgo de ese dinero sucio para aceitar sus costosas campañas o sus insultantes estilos de vida . Terminaron secuestrados.

Y si no es así, demuéstrenlo. Aunque sea tarde, la tragedia del Casino Royale obligaría a que hoy Monterrey y su metrópoli amanecieran con todos los casinos clausurados y expropiados.

Para que no vuelvan a abrir sus puertas que invitan a la violencia y a la muerte. Para convertirlos en escuelas, en clínicas, en dispensarios, en centros sociales.

El primer paso lo debemos dar los ciudadanos decidiendo no volver a poner un pie en una sala de juego.

Lo demás se dará por consecuencia.

No lloremos hoy como víctimas lo que no fuimos capaces de frenar como ciudadanos.

¿O cuántas vidas más necesitamos apostar?

La cobertura y análisis de la tragedia en la edición 242 de Reporte Indigo Monterrey.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es correcto el comentario de "no tenemos derecho a llorar", pero quisiera agregar algo mas, todos queremos la PAZ, todos la buscamos sin encontrarla, por que ella esta dentro de nosotros mismos...cuando renunciemos al egoismo, a la avaricia, a la mentira, a la corrupción, a la venganza, a la ira, a la injusticia, etc etc etc..entonces nacera tu LUZ, que esta en DIOS, buscalo solamente en él esta la paz, Dios dijo YO TRAERE PAZ AL PAIS Y USTEDES PODRAN DORMIR SIN NINGUN TEMOR Leviticos 26;6 Dios guardara en completa paz a aquel cuyo pensamiento en el persevera porque en EL a confiado Isaias 26:3 YO LES HE DICHO ESTAS COSAS PARA QUE EN MI HALLEN PAZ. Jn 16:23
La paz nace dentro del corazón ¿como puede haber paz en un pueblo, en una nación y en el mundo si yo como persona desde mi interior no la vivo...