El 3 de marzo pasado, Felipe Calderón salió muy contento de su reunión con Barak Obama.
Desde la Casa Blanca, en su mensaje a los medios de comunicación, el mandatario mexicano soltó esta frase: “Para mí ha sido una reunión muy importante… Quizá más de lo que ustedes piensan.”
Calderón no explicó –ni entonces, ni hasta la fecha– a qué se refería con eso de “quizá más de lo que piensan”
Al reseñar aquel encuentro en este espacio nos preguntábamos: ¿Pasó algo especial que no dieron a conocer públicamente?
Y alegábamos: Uno no suelta una frase así nomás porque sí, mucho menos si se trata de un mensaje desde la Casa Blanca y con el Presidente de los Estados Unidos a un lado.
Mucho menos si a renglón seguido Calderón refrendaba su convicción de tener “en Obama y en su equipo; en las diversas agencias estadounidenses, en su Gobierno, un aliado e, incluso, un amigo en su propia persona”.
El contexto de aquella reunión que sostuvieron Calderón y Obama se daba bajo el fuego de la difusión de los cables de WikiLeaks –que mostraban al embajador Carlos Pascual calificando a los integrantes del Ejército Mexicano de “no valientes” y ventilando la falta de coordinación entre las distintas dependencias mexicanas que enfrentan al crimen organizado –, y el asesinato del agente de migración estadounidense Jaime Zapata.
Hoy, a cinco meses de distancia, comenzamos a enterarnos –gracias a The New York Times– de lo que Calderón nos ocultó sobre aquel encuentro que sostuvo con Obama: un acuerdo (suscribieron una carta de entendimiento) para la operación en territorio nacional (desde una base militar ubicada en el norte de México) de integrantes de la DEA, la CIA, el Pentágono, el Departamento de Defensa.
Y como sabemos, la Constitución mexicana prohíbe la operación de fuerzas militares y policiacas extranjeras en territorio nacional.
El senador priista Carlos Jiménez Macías declaró que algunos legisladores recibieron información de la existencia de ese memorando de entendimiento que confirma gran parte de los publicado por el diario estadounidense.
Al menos, del establecimiento de un centro de fusión (similar a los que ha establecido Estados Unidos en Afganistan e Irak) en el que participa el Cisen del lado mexicano.
Según comentaron algunos legisladores, en la operación por parte del Departamento de Defensa de los Estados Unidos participan funcionarios civiles con experiencia castrense y algunos militares retirados.
Lo cual es una trampa, acusó el senador Ricardo Monreal, ya que si fueran tropas se requeriría la autorización específica del Senado para poder estar en el país.
Esto es parte de lo que empieza a ventilarse sobre los acuerdos suscritos bajo la mesa entre el gobierno mexicano y el estadounidense, y de lo que aconteció en aquel encuentro del 3 de marzo entre Calderón y Obama.
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