viernes, 12 de agosto de 2011

Garzón en México



PLAZA PÚBLICA


Miguel Ángel Granados Chapa

El suspendido juez Baltasar Garzón está en México. El miércoles anunció la próxima celebración del foro "Legalidad democrática, ética, derechos humanos y seguridad", organizado por la Cámara de Diputados, que se realizará antes de que termine la presidencia de Jorge Carlos Ramírez Marín en la mesa directiva.

El solo título del encuentro, y la presencia principal de Garzón, muestran las coincidencias de instituciones y corrientes sociales acerca de la violencia que priva en nuestro país y la riesgosa y hasta ahora inútil estrategia gubernamental para contenerla. El movimiento iniciado por Javier Sicilia trata de lograr la paz con justicia y dignidad y pugna por una ley de seguridad que parta del respeto a los derechos humanos, en vez de propiciar su agravio. Y la Universidad Nacional acaba de ofrecer a las instituciones involucradas, unos muy valiosos Elementos para la Construcción de una Política de Estado para la Seguridad y la Justicia en Democracia.

Garzón, que durante su desempeño en la Audiencia Nacional española libró fuertes y exitosos combates contra el narcotráfico, consideró que los miles de muertos con violencia y también los miles de desaparecidos en el lustro reciente significan un costo elevadísimo para la sociedad mexicana. Por supuesto, no está -como nadie puede estarlo- en contra de que se combata al crimen organizado. Pero, puntualizó, "hay que hacerlo con un diseño claramente estratégico, con una convicción democrática absoluta, con unos límites claramente definidos. Los espacios sin derecho no son aceptables". Agregó que "ni un solo ejemplo histórico de extralimitación de esos márgenes ha sido al final positivo. Ha sido peor para sus propias instituciones, para la credibilidad democrática de las mismas y para los ciudadanos".

A pesar de que hace ya más de un año fue suspendido de sus funciones de juez de instrucción, y está sometido a procesos por prevaricato (delito que comete quien se excede en sus funciones), Garzón no ha perdido la autoridad ética que adquirió a lo largo de casi un cuarto de siglo al servicio de la justicia. El fiscal de la Corte Penal Internacional, el jurista argentino Luis Moreno Ocampo, lo designó su consultor principal aprovechando su obligado receso en la carrera judicial española, que Garzón inició poco después de su graduación como abogado en la universidad de su natal Jaén en 1978. Hace apenas un mes, el 7 de julio, fue elegido miembro del Comité Europeo para la Prevención de la Tortura y los Tratos Inhumanos y Degradantes.

Garzón se hizo notorio en España por su activismo contra el narcotráfico y contra la organización separatista y terrorista ETA, así como contra agrupaciones, partidos y periódicos a los que imputó complicidades o servir como canal de financiamiento de ese grupo que busca la independencia de Euzkadi por la vía violenta y hoy está al borde de la extinción. Pero su fama alcanzó dimensiones mundiales por su embate contra las dictaduras sudamericanas de los años setenta. En 1998 ordenó la detención en Londres del dictador Augusto Pinochet, y dos años más tarde, como parte de una acusación contra un centenar de militares argentinos, demandó la extradición de México a España del Ricardo Miguel Cavallo, un torturador que aquí se disfrazaba de honorable empresario.

La ya prolongada trayectoria de Garzón, que le ha valido reconocimiento internacional, también le ha significado la inquina de intereses poderosos. Cercano al Partido Socialista Obrero Español (PSOE), que lo hizo parlamentario en 1993 (para lo cual obtuvo licencia durante su breve estancia en el Congreso de los diputados), se volvió en su contra cuando años más tarde puso al descubierto el terrorismo de Estado que practicaron los GAL (Grupos Antiterroristas de Liberación). No eran más que una fuerza parapolicial, organizada desde el Ministerio del Interior, cuyo titular José Barrionuevo fue encarcelado precisamente por transgredir la ley, pues el Estado debe combatir al terrorismo pero no asimilarse a él utilizando sus propios instrumentos. Igualmente se echó encima a los poderosos de las finanzas cuando descubrió un fondo secreto de pensiones organizado en el extranjero por el Banco Bilbao Vizcaya (que con la suma de Argentaria es poseedor en México de Bancomer).

El año pasado, sin embargo, Garzón llegó a un límite que los poderes fácticos de España no le permitieron traspasar. Por un lado, llevó a proceso a decenas de negociantes y políticos del Partido Popular que en Madrid, Valencia y la Costa del sol tejieron una trama de lavado de dinero, fraude fiscal y tráfico de influencias. Y, por otro lado, pretendió realizar lo que hubiera sido la hazaña de su vida: enjuiciar al franquismo por los miles de fusilados, desaparecidos y enterrados en fosas comunes. Fue denunciado por prevaricato por agrupaciones de la extrema derecha española, y su imputación tuvo efectos. La propia Audiencia Nacional, de la que Garzón forma parte, lo suspendió en sus funciones el 14 de mayo de 2010, mientras duren los procesos en su contra.

En este viaje a México, Garzón envió a su amigo Pablo Salazar Mendiguchía un mensaje de solidaridad en su infortunio, preso como está en Chiapas. Habló con Pablo Salazar López, hijo del ex gobernador víctima de la persecución de su sucesor Juan Sabines, y le dijo estar cierto de la inocencia de su padre. Esa abierta posición contrasta con el hermetismo miedoso de los compañeros políticos de Salazar Mendiguchía, incluyendo a los que recibieron de él impulso en su carrera.


Cajón de Sastre


Ayer el diario Reforma informó que la Comisión Nacional de Derechos Humanos emitió una recomendación a diversas autoridades sobre un fenómeno aterrador, que se expande y multiplica: los asaltos policiacos a domicilio, sin órdenes de cateo. A la hora en que comenzaba la distribución de los ejemplares del 11 de agosto, a las cuatro y media de la mañana, una partida de hombres armados, encapuchados, que no se identificaron ni mostraron ninguna autorización judicial para ingresar a domicilios particulares entró por la fuerza a tres casas de la colonia Torres de Padierna, en el sur del Distrito Federal. Los asaltantes no encontraron nada ilegal que justificara su atraco y sí en cambio robaron objetos de sus víctimas: Efraín Bartolomé, poeta chiapaneco, Patricia Magaña, bióloga, y sus padres. La policía metropolitana no acudió a su llamado de auxilio.

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