lunes, 1 de agosto de 2011

Depredadores ambientales en la tierra del Benemérito


Al gobernador de Oaxaca, don Gabino Cué, tampoco le gusta la velaria, el techo de lona 12 mil metros cuadrados instalado en el magnífico teatro al aire libre construido hace casi 40 años en El Fortín, principal cerro de la ciudad de Oaxaca, donde cada año se celebra la tradicional fiesta de la Guelaguetza. La velaria tampoco es del agrado de los demás habitantes de Oaxaca. El maestro Francisco Toledo la definió muy bien: agrede el paisaje, es desproporcionada con los demás monumentos de la ciudad; estéticamente es muy fea, un horrible adefesio; desde cualquier ángulo aparece esa monstruosidad. Además, agrega el mecenas, costó una millonada, cuando en el estado hay tantas carencias. El gobernador prometió quitarla si así decide la gente que, al verla, le trae a la memoria uno de los gobiernos más corruptos que ha sufrido, el que presidió el señor Ulises Ruiz Ortiz, el de la idea de techar el teatro con la velaria, ahora símbolo visible de esa corrupción.

También en la ciudad de Oaxaca recuerdan muy mal a otro funcionario, Miguel Ángel Bustamante, edil sustituto de José Antonio Hernández, quien renunció para ir en busca de la gubernatura del estado. No la obtuvo. Pero cuando se desempeñaba como presidente municipal le tocó enfrentar el problema originado por la destrucción de los 200 árboles que formaban un pulmón verde, una fuente de humedad y captación de agua en la colonia Reforma. Una madrugada de julio de 2008, un escuadrón de operarios taló con maquinaria pesada casi todos los árboles, algunos de más de 100 años, para dejar limpio el terreno donde la cadena Chedraui construiría una gigantesca tienda. Los vecinos y las organizaciones ciudadanas protestaron con tal indignación que el edil Hernández clausuró la obra, negó el permiso de construcción, impuso a Chedraui multa de 10 millones de pesos y la obligación de sembrar 10 mil árboles por el daño cometido contra la naturaleza, el ambiente y la calidad de vida de la población.

Pero cuando Hernández renunció para irse a su campaña electoral, su sucesor, el señor Bustamante, dio todas las garantías a los dueños de Chedraui para que construyeran la tienda. Hasta les redujo la multa a un millón de pesos, sin que se sepa en qué se invirtió tal suma. Y de remate, dio el permiso para derribar 34 árboles que habían quedado en pie. No hubo poder ciudadano ni legal para impedir la obra citada, que sus propietarios y los funcionarios que la avalaron presumieron de ecológica, verde, amigable con el ambiente. Lo es únicamente para los influyentes depredadores: en vez de árboles frondosos, verdes todo el año, oxígeno, humedad, sistema natural de recarga del acuífero, ardillas y pájaros, un armatoste de hierro y lámina que, espero equivocarme, causará inundaciones a su alrededor en la época de lluvias. La ciudad perdió así uno de sus tres pulmones verdes, muy bellos y necesarios. Los otros son El Llano y el Conzatti. Bien pudo el municipio adquirir dicho predio, como desde 1994 lo solicitaron los vecinos, en vez de permitir su destrucción, y cuando había otros sitios más idóneos para levantar la nueva tienda. Mas los negocios, la corrupción y la impunidad son primero.

Pero los depredadores ambientales abundan en la tierra del Benemérito: ahora a cargo de la empresa que, por cuenta de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, efectúa la ampliación de la carretera que comunica la ciudad de Oaxaca con Puerto Ángel. El lunes pasado mencionamos las labores de reforestación en la región de Ocotlán para que nuevamente haya árboles de copal, utilizados para elaborar alebrijes. Un proyecto financiado por la Fundación Rodolfo Morales. El pintor también patrocinó en vida la siembra de más de 5 mil jacarandas con el fin de embellecer los siete kilómetros de esa carretera, antes de llegar a su pueblo natal, Ocotlán. Pero con la ampliación citada, comenzó la destrucción de las jacarandas. Van hasta ahora 30, que tenían, en promedio, 15 años de plantadas fuera del derecho de vía. Nos informan que la obra no cuenta con el estudio de impacto ambiental requerido. ¿Lograrán las autoridades federales y locales impedir este nuevo atentado y así disfrutar de la belleza de miles de jacarandas floreciendo en marzo?

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