Martha Anaya
Los panistas estaban duro que dale contra los priistas por la elección del Estado de México. Subían y bajaban de la tribuna, cuestionaban desde sus curules, mostraban fotografías y concluían sus cuestionamientos con el alegato de que se trataba de una “elección de Estado”.
Alfonso Navarrete Prida respondía una y otra vez, hasta que finalmente les soltó a los blanquiazules: hablan y hablan de una “elección de Estado”, el mismo argumento utilizaron el año pasado en Oaxaca, Puebla y Sinaloa (estados donde perdió el PRI). No es más que un pretexto, porque la realidad es que su partido no tiene votos…, y tampoco tienen pruebas.
La sesión de la Comisión Permanente se había ido calentando poco a poco. Comenzaron tundiéndole al secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, por aquello de que en la página de internet aparecía su respuesta de agradecimiento a quienes firmaron la carta de apoyo a su candidatura.
Se trataba, decían sus opositores –perredistas, petistas y priistas—de utilización de recursos públicos.
Parecía una nimiedad, pero poco a poco fueron dimensionando el tema y extrapolándolo a otras situaciones posibles, hasta que el debate terminó con la advertencia de Ricardo Monreal anunciando que en la próxima sesión pedirá la renuncia de Cordero.
Pero el tema de la elección en el Estado de México, a raíz de un punto de acuerdo en el que se denunciaban “presuntos actos de aplicación parcial de recursos públicos por policías de la entidad” (ya saben cómo son de complicados para expresarse), dadas algunas fotografías que habían sido tomadas a unos policías uniformados repartiendo despensas y acarreando gente, fue lo que se llevó un titipuchal de tiempo aún y cuando todos estaban a favor del dictámen, incluidos los priistas.
-¡Que se investigue y que se sancione a estos policías!-, compartía Navarrete Prida el sentido del dictamen.
Pero eso no era suficiente para panistas y perredistas quienes querían aprovechar la ocasión para tundirle al PRI, a Enrique Peña Nieto. Al candidato tricolor, Eruviel Ávila, poco le tocó directamente, en realidad; nada parecía importarles su figura. El pleito era con su jefe, el gobernador y la forma de gobernar del priismo encarnado en la persona de Peña Nieto.
-En el Estado de México vivimos la peor regresión, lo vemos con lo que ocurre en el Instituto Electoral local, en el nombramiento de jueces a modo de la noche a la mañana. Es el retorno del viejo sistema que quiere controlar todo-, sostenía el diputado panista Alberto Pérez Cuevas.
Pablo Gómez añadía:
-Se ha restablecido en el Estado de México el viejo sistema. No hay en el PRI una nueva generación de políticos. El PRI es la calca de sí mismo y ha convertido al Estado de México en una de las entidades más atrasadas: no hay un solo derecho universal establecido localmente… ¡ni locatel!
Y preguntaba el perredista:
-¿Cuál es la nueva política que plantea el PRI? ¡No la hay! Es lo mismo de antes: control político y clientelar. Es el priismo en su forma de ser histórica: todo el control.
Navarrete Prida volvía a la tribuna. Calificaba de “paranoide” el descalificar toda una elección por una foto de unos policías. Y devolvía una vez más a la panista Adriana González:
-¿No será que su candidato va en caída libre, que apenas si alcanza 12 puntos de votos en las encuestas? ¿Qué no es más bien aquello que hemos visto de “si no gano, descalifico”? ¿Cómo envían a competir a los mismos de hace 18 años?.
Además les sacó una supuesta carta de militantes panistas denunciando una serie de desvíos de dineros para aviadores y trabajadores del Seguro Social y de Sedesol para apoyar atraer votos para el PAN.
El perredista Vidal Llerenas intentó llevar la discusión al exceso de gastos de campaña y la negativa del Instituto Electoral a revisar éstos actualmente. A la falta de condiciones de equidad. No tuvo mayor eco.
Entre tantos dichos y golpes entre unos y otros, lo increíble fue que la mejor parte del debate se dio, no frente al PRI, sino cuando el PRD terminó noqueando al PAN.
Y es que Pérez Cuevas salió en un momento dado con aquello de que “todos somos culpables” de lo que sucede en el Estado de México, por permitirlo.
A lo que Pablo Gómez le respondió:
-No señor diputado, aquí no hay tal de que “todos somos culpables”, como si fuéramos todos “pecadores”. Los verdaderos causantes (de que el PRI y sus peores formas de gobierno se mantengan y se reciclen) es que ustedes no quisieron encabezar una transición…El emparejarse con el PRI es el daño más grande que le han hecho a este país. Ni el PAN han sido la salida, ni el PRI refuncionalizado representa el menor cambio.
Mientras tanto, en su curul, Josefina Vázquez Mota simplemente sonreía.
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