Astillero
Otra característica importante de lo sucedido ayer es el planteamiento de un conjunto de propuestas que constituyen un plan de trabajo que va más allá del importante, pero insuficiente, hecho de caminar y protestar. La movilización nacional tiene ahora un programa que ahonda en las causas de la crisis actual y no se queda en la relatoría de desgracias individuales o grupales o en la promoción o aceptación de discursos oficiales o reuniones de elite. La marcha de ayer fue un primer paso, pero evidentemente hay un largo trecho por recorrer. Vertebrada por ciudadanos en buena parte cargados a la franja izquierda de la cuadriculación política e ideológica, la marcha de la poesía combativa ha tenido el mérito de incorporar a jóvenes y clases medias con poca proclividad a lo político (e incluso, con diversos matices, repelencia a esa actividad). Pero en esa pluralidad volátil radica a la vez uno de los nudos que a futuro pueden debilitar e incluso inutilizar lo hasta ayer ganado por esta insólita movilización sin liderazgos fuertes o carismáticos, con un dolido padre, periodista y poeta, como figura central y con la participación consejera de sacerdotes demostrando compromiso social.
Un ejemplo de esas contradicciones internas no resueltas está en el abordamiento de temas políticos, como son las propuestas centrales dadas a conocer ayer, sin que se dilucide a la vez el camino político e institucional (hoy, casi necesariamente electoral) que debería recorrerse para que tales intenciones tomen cuerpo. El rechazo genérico a la política y los políticos forma parte del discurso de adormecimiento e inmovilidad que las elites gobernantes han desarrollado a su conveniencia. Aun cuando es explicable que en una fase primaria delicada, como ha sido la desarrollada ayer, se evite cuidadosamente la contaminación con lo partidista y lo electoral, poca visión y efectividad tendrá este movimiento si no asume que el origen del horror hoy denunciado y combatido proviene del pecado original, es decir, del fraude electoral cometido por un personaje resentido, ambicioso y de mala entraña que por ánimos reivindicatorios de su figura tan impugnada ideó una forma bélica de asentarse en la silla esquiva, aplastar disidencias, cercenar derechos y libertades y planear fórmulas violentas para continuar en el poder mediante delincuencia electoral organizada.
Tampoco puede eludirse que la movilización actual tiene como punto de referencia específico, no genérico, los comicios del año entrante y los posicionamientos partidistas que ya se han dado con miras a esas elecciones. No se propone aquí, desde luego, que la marcha por la paz se defina en términos de siglas y candidaturas, pero si la propuesta enunciada ayer consiste en modificaciones legislativas y correcciones desde el Poder Ejecutivo (entre ellas una reforma
política) ha de pelearse en ese terreno, el de una institucionalidad finalmente aceptada en la medida en que se pretenden cambios y mejorías realizados desde esos planos formales.
Uno de los planteamientos de la movilización dominical más llamativos mediáticamente fue, por ejemplo, el de pedir la renuncia de Genaro García Luna, el turbio ejecutante mayor de las suertes de seguridad e inseguridad públicas que desde Los Pinos se tejen. Tal vez los cálculos gradualistas hayan llevado a centrar las protestas en un personaje indefendible y, sin duda, altamente responsable de la tragedia nacional. Pero, a fin de cuentas, el cineasta gore no se mueve por sí mismo ni está en el cargo por decisión propia: la responsabilidad jurídica, política e histórica de lo que ha sucedido en este tramo sangriento de la administración pública federal recae en Felipe Calderón Hinojosa.
Una sonora muestra de esa convicción colectiva se produjo ayer mismo, cuando en la Plaza de la Constitución creció un coro tajantemente adverso al citado comandante Felipe. Apenas una letra establecía la diferencia de castigo que el tribunal público demandaba: Fuera, exigían unos. Muera, otros. A fin de cuentas, desde el propio templete se atemperó el reclamo y los ánimos justicieros fueron encaminados a la parcela de García Luna Productions, convertido así en candidato a chivo auditivo con el que Calderón daría muestra de haber escuchado las voces ayer manifestadas (muestra que podría apostarse que FC no dará).
Y, sin embargo, la marcha seguirá adelante, con el agregado de la advertencia del recurso de la resistencia civil si Calderón continúa agrediendo al país con su obsesión bélica. Primer paso positivo, con ajustes de análisis, discurso y propuesta que son necesarios y para los cuales hay tiempo y condiciones. Es de esperarse, dado el cuadro clínico previo, que Calderón acere su discurso, abuse del poder facturado que tiene en la mayoría de los medios de comunicación, fortalezca su alter ego armado, el ingeniero García Luna continúe como si nada con su campaña militar-electoral y cometa peores daños sociales que harán crecer la protesta y las movilizaciones. Sigamos caminando. ¡Hasta mañana!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
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