martes, 15 de marzo de 2011

¿Sabemos cómo actuar frente a Estados Unidos?

José Carreño Figueras

March 15, 2011

¿Debe el gobierno mexicano aprender a jugar a la política doméstica en Estados Unidos?

Para un purista la respuesta casi seguramente es un resonante no. Después de todo, México es un país soberano ¿Por qué ha de preocuparse por los vaivenes internos de la grilla “gringa”?

Como un vecino inamovible de los Estados Unidos, un país con un carácter nacional competitivo y paranoico que nos supera en población, economía, poderío militar y político, sin contar lo que eso implica en términos de comercio, migración y remesas, turismo y tecnología, México debería saber bien a bien lo que pasa, por qué pasa y como pasa en su enorme vecino.

Mas aún, en una relación tan asimétrica es frecuente que los intereses mexicanos sean un “daño colateral” en la política estadounidense. Así ha sido a lo largo de la historia compartida y en el caso actual. “Rápido y Furioso” es parte de operativos destinados a combatir el tráfico de armas a México, pero fue sobre todo una idea ambiciosa para adelantar la carrera de agentes que esperaban anotarse un gran tanto…

Pero con mas frecuencia que no, la reacción de nuestros políticos no es otra que gritos destemplados y posturas de bravucón, que se acallan hasta que llega el siguiente insulto -frecuentemente mas percibido que real- o una autoridad menor comete una tontería que vemos como un insulto nacional.

¿Arizona busca instaurar una ley de migración tan radical como discriminatoria? Hay que protestar en Washington, la sede del gobierno federal. No importa que ese gobierno tenga formidables motivos propios -de entrada su propia vigencia- para combatir los intentos de arrebatarle poder.

¿Vienen revelaciones como las de Wikileaks? Hay que anunciar nuestra sensibilidad herida, no importa que lo que el embajador Carlos Pascual y su predecesor escriben ahí sea apenas poco mas que un compendio de lo que todos sabemos y se ha publicado en México. Pero políticamente, siempre es bueno enrollarse en la bandera…

Y no es que México sea una nación sin consecuencia. Es un país importante y grande, excepto en contraste con el vecino de al lado.

Pero la vecindad es enorme, tanto en lo bueno como en lo malo. Por un lado hay un proceso de integración socio-económico que va muy por delante de las acciones de gobiernos y los dichos de los políticos. Está representado sobre todo, pero no sólo, por los millones de mexicanos que radican al norte de la frontera y varios millones mas de mexico-estadounidenses.

Ahora la bronca política es ahí y las protestas mexicanas se escuchan en el ámbito estadounidense como puntos de exclamación para los ataques de un grupo a otro, de los republicanos y sus aliados al gobierno de Barack Obama en este caso.

Es un terreno en el que hay que tener cuidado. Si no por otra cosa, porque como ocurre en cualquier país, la política doméstica es para los extranjeros un terreno sembrado de minas y lleno de trampas.

Pero al mismo tiempo no se trata de rehuir los problemas o de dejarlos pasar. De hecho, a veces hay el olvido deliberado de que históricamente, han habido sectores estadounidenses que por sus propios y legítimos motivos han sido importantes aliados para México, tal como ocurre hoy en día.

El hecho es que por defensa propia, por sus intereses, México debería ser el país mejor informado y mas educado respecto a los Estados Unidos y su política. Debiéramos ser conocedores al dedillo de lo que hace funcionar, caminar y reaccionar al “coloso del norte” y actuar en consecuencia, para estar en capacidad de realizar una política proactiva y no simplemente reactiva.

Pero no. No lo somos ni estamos preparados. Y al menos por las apariencias, nuestras élites no solo no parecen interesadas, sino que no quieren. Después de todo, es mas fácil enrollarse en la bandera en nombre de la dignidad nacional aunque sea mas bien por intereses políticos de momento.

Un principio estratégico es plantear batalla en el terreno, las condiciones y el momento mas favorable a las propias fuerzas. No es casual que sea el principio fundamental de la guerra de guerrillas. O de la política, el dominó y el fútbol. Hay que saber cuando, como y donde dar la cara, cuando “agacharse” y cuando atacar, cuando “aguantar” y cuando ir adelante.

Es como si Rubén Olivares fuera vecino de Mike Tyson: pese a su legendario “punch”, su bravura y su calidad pugilística, el “Púas” -un formidable peso gallo- tendría que ser cuidadoso en su trato con Tyson, uno de los mas salvajes campeones de peso pesado en la historia del boxeo.

Y no es que “el Púas” no le pudiera plantar cara a Tyson. Pero como un pugilista inteligente, lo haría en su terreno, con sus condiciones y con todas las ventajas posibles a favor. No se plantaría simplemente a intercambiar bofetones.
A querer o no los Estados Unidos están ahí. Son una realidad al lado y son demasiado grandes como para ignorarlos. Y hoy por hoy, lo hacemos a nuestro riesgo.

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