Orondos están en la autocomplacencia los funcionarios públicos de este cruento gobierno. Sin mayor reparo, sin considerar siquiera que humillan a la mayoría de los mexicanos, aseguran que todo está muy bien, que la economía crece, que la inversión extranjera directa se multiplica, que la confianza en México es incuestionable, porque claramente son los vencedores de su guerra contra el narcotráfico.
Funcionarios públicos que no se detienen ante las veleidades de sus subordinados, como el caso de Lizeth Parra de la Secretaría de Seguridad Pública Federal, a quien todo autorizan e incluso motivan para que se desinforme a la sociedad, para lo cual pagan “troles” cuya tarea es empeñarse en defender lo indefendible, desacreditar a quienes no puede desacreditarse, ni siquiera por medio de recreaciones mediáticas.
Funcionarios que aseguran que con seis mil pesos mensuales una familia todo lo puede para vivir en el decoro, y que los críticos del modelito que nos han recetado, somos incapaces de ver que esta nación va viento en popa.
Son, el presidente Felipe Calderón y sus funcionarios públicos, quienes no quieren ver lo que tienen enfrente, que no quieren aceptar que la confianza en ellos dejó de existir hace tiempo, y que la carencia de un proyecto de Estado, de nación, favorece la desconfianza y el descrédito.
El ahorro y la inversión significan el mayor atributo de confianza en un gobierno. El actual la ha perdido, pues en lo que va del presente sexenio, acaudalados mexicanos que debieran tener confianza en el país en el que hicieron y hacen sus fortunas, enviaron a cuentas bancarias en el exterior 20 mil 758.4 millones de dólares en 2010, 40 por ciento más que la transferencia de recursos en 2009. La información es del Banco de México, así es que no puede estar tergiversada ni haber dolo.
Siempre de acuerda al banco central, la suma de transferencias al exterior, que incluye los depósitos a cuentas bancarias y las inversiones realizadas fuera del país por empresarios mexicanos, sumó 31 mil 113 millones de dólares, 79 por ciento más que un año antes. De enero de 2007 a diciembre de 2010, los cuatro primeros años de la gestión de Felipe Calderón, las transferencias de personas y empresas mexicanas a bancos del exterior sumaron 58 mil 444.2 millones de dólares, cantidad que comparativamente equivale a 51 por ciento del saldo de la reserva internacional de divisas al cierre del año pasado, que fue de 113 mil 597 millones de dólares.
El 25 de febrero también dio a conocer el resultado de la balanza de pagos en 2010. Ésta presentó un déficit de 5 mil 690 millones de dólares, inferior a los 6 mil 290 millones de dólares de 2009; el año pasado, el pago neto de intereses al exterior por contratación de deuda pública y privada sumó 8 mil 845 millones de dólares, cifra superior en 11 por ciento a la de 2009. La cuenta de transferencias presentó en 2010 un saldo superavitario de 21 mil 504 millones de dólares. El rubro principal de esta cuenta es el de las remesas familiares provenientes del exterior, que en el año sumaron 21 mil 271 millones de dólares, cifra similar a la de 21 mil 245 millones registrada en 2009.
¿A qué se debe que ciertos empresarios mexicanos reinviertan cada vez menos en su país; qué motiva esa desconfianza; por qué prefieren ahorrar en el exterior? Creo que Ernesto Cordero Arroyo debiera responder a estas preguntas, en lugar de asegurar que las familias la hacen con seis mil pesos mensuales, cuando la realidad es otra.
Quizá el gobierno debiera escuchar a la oposición, oír al senador Manlio Fabio Beltrones quien sostiene que “para la gran mayoría de los mexicanos los salarios no alcanzan para vivir y cada día se puede comprar menos. Por ello urge que nos pongamos de acuerdo en qué vamos hacer para volver a crecer de manera sostenida, para que haya empleos suficientes, salarios dignos y alimentos al alcance de todos”.
Reconoció el senador priista que “el año pasado México tuvo un crecimiento importante y la inflación general está bajo control, las previsiones para este año son de un menor crecimiento, la recuperación es lenta y no se ha traducido en empleos suficientes y mejores salarios. Como todos sabemos, lo que sí continúa subiendo es el precio de los alimentos básicos”.
Pero sobre el sentido común de la oposición, incluso sobre la percepción de la realidad que pudiera tener el Presidente de la República, parece triunfar las recreaciones mediáticas concebidas por Lizeth Parra como método de deformación informativa.
La empleado del secretario de Seguridad Pública Federal está empeñada en dar la razón a Jean Baudrillard, porque también para ella “en el horizonte de la simulación, no sólo ha desaparecido el mundo sino que ya ni siquiera puede ser planteada la pregunta de su existencia… Lo mismo hacemos con el problema de la verdad o de la realidad de este mundo: lo hemos resuelto con la simulación técnica y con la profusión de imágenes en las que no hay nada que ver… Vivimos en un mundo en el que la más elevada función del signo es hacer desaparecer la realidad, y enmascarar al mismo tiempo esa desaparición”.
Por eso crece la fuga de capitales, por eso no se escucha a la oposición, pero prevalece la idea de que la recreación de la realidad es lo que conviene a este gobierno.
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