JAQUE MATE
SERGIO SARMIENTO
Más de 15 autos quedaron varados ayer después de que en la gasolinera 0598 en Santa Bárbara, Ixtapaluca, se les surtió gasolina mezclada con agua. Los dueños de los vehículos estaban justamente preocupados. El daño que pueden sufrir los motores si se les pone agua es enorme y la reparación costosa.
Los administradores de la gasolinera afirmaban que el combustible les llegó así de Pemex, que es el único proveedor al que pueden acudir. Se negaron a firmar cualquier tipo de compromiso de reparar los daños porque señalaron que la responsabilidad era de la petrolera. Alguien les dijo a las víctimas que a lo mucho Pemex les daría un tanque gratis de gasolina. Los dueños de los vehículos tuvieron que permanecer en espera de un representante de Pemex y perdieron su día de trabajo. Hasta el momento de escribir este artículo no sé qué les haya ofrecido la paraestatal.
Por otra parte, una persona de nombre Alan Sánchez me señalaba ayer en un mensaje de twitter que había recorrido 3,000 kilómetros con un automóvil mexicano de motor V6 en Estados Unidos. Su rendimiento, afirmaba, había sido exactamente el doble con la gasolina estadounidense.
Este 6 de marzo los secretarios de Economía, Bruno Ferrari, y Comunicaciones y Transportes, Dionisio Pérez-Jácome, ofrecieron una conferencia de prensa para anunciar que, según el acuerdo logrado el 3 de marzo en Washington entre los presidentes Calderón y Barack Obama, los camiones mexicanos podrán ya entrar a la Unión Americana en septiembre, cosa que el Tratado de Libre Comercio de América Latina había previsto para 1997. Esta medida ha sido una de las exigencias más insistentes del gobierno mexicano ante Washington.
Sin embargo, Roberto Díaz, secretario general de la Canacar, la Cámara Nacional del Autotransporte de Carga, señala que será muy difícil para los transportistas mexicanos cumplir con los requisitos legales en Estados Unidos. El problema no es sólo que hay que saber inglés y cumplir con todas las medidas de seguridad que se exigen a los transportistas estadounidenses, sino que el diesel mexicano no es legal en Estados Unidos por ser excesivamente contaminante.
En Estados Unidos, según Díaz, se utiliza un diesel conocido como UBA 7, un combustible de bajo contenido de azufre que en México no está disponible. No es que sea imposible traerlo. El Metrobús y los autobuses del gobierno del Distrito Federal, los RTP, lo reciben a través de una importación especial de Pemex. Pero no se le vende a los mexicanos comunes y corrientes.
Nosotros no sólo tenemos que aguantar los daños ocasionados por los combustibles de baja calidad sino que además estamos pagando un enorme costo por la venta de gasolinas en el país. Los subsidios al consumo interno de las gasolinas alcanzaron 6,142 millones de pesos solamente en enero. Esto es, según un artículo de Eduardo Jardón en El Financiero, 18 por ciento del monto total de subsidio calculado para todo 2011. De continuar las cosas como van -y la verdad es que los subsidios deben haber sido mayores en febrero por el alto precio internacional del petróleo- este año gastaremos cerca de 80 mil millones de pesos en un subsidio que promueve el dispendio de combustibles y una mayor contaminación ambiental.
Para los consumidores mexicanos lo peor de todo es que estamos sometidos a la dictadura de un monopolio. Poco importa que en las gasolineras de Pemex nos den agua mezclada con gasolina. No se nos permite surtirnos en ningún otro lugar.
Turismo
El presidente Calderón ha dicho que México debe pasar del décimo al quinto lugar del mundo en turismo. Ayer, sin embargo, un informe del Foro Económico Mundial nos colocó en el lugar 43 de 139 países en competitividad turística. Tenemos excelentes recursos naturales y culturales, dice el estudio, pero malas infraestructura e higiene. Nuestro peor desempeño es en seguridad, donde nos ubicamos en el lugar 128.
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