Suena bonito. Se lee bonito. Y quienes leyeron la entrevista en España seguramente quedaron convencidos de que la gesta del Presidente Felipe Calderón a favor de México merece elogio, reconocimiento y una página orlada de laureles en la historia mexicana moderna. Al terminar de leer sus expresiones uno se detiene y en estado de levitación y con la mirada perdida en el infinito reprocha a quienes le critican, por ingratos, mala sangre y de tal grado espurios que no merecen decirse mexicanos porque no se dan cuenta de que en sólo cuatro años México es otro país: renovado, moderno, seguro, saludable, educado, comunicado, impecable y diamantino.
La entrevista fue publicada en el diario español El País el domingo aunque Javier Moreno la hizo hace más de una semana (http://www.elpais.com/articulo/reportajes/ganar/batalla/tienes/ir/). En Los Pinos el Ejecutivo mexicano explica las razones de su batalla en contra del crimen organizado y el narcotráfico, las relaciones con EUA, lo del embajador Pascual –aunque aun no había renunciado- y, naturalmente, de los avances de su política social durante los cuatro años que van de su gobierno. Esto nada tiene que ver con su reciente tour de force en medios nacionales e internacionales por razones de imagen de gobierno mexicano ¿sabe usted?
Ahí se queja de que una de las razones por las que Brasil tiene una altísima popularidad mundial a pesar de contar con problemas aun más graves que los de México –en materia de criminalidad, por ejemplo- es que los brasileños hablan bien de su país en donde quiera que se plantan; a diferencia de los mexicanos a los que se nos da por hablar mal de México por todos lados y por más inteligente que sea quien lo hace, ahí pierde esa zona de razón. El se da cuenta y por ello critica a los mexicanos criticones de su país; no de su gobierno, por supuesto.
En la entrevista repite lo que hace mucho viene diciendo para convencerse y convencernos de que lo de la batalla (no “guerra”, por supuestísimo) contra el narcotráfico y el crimen organizado se tenía que hacer; que desde el principio de su mandato esto era su responsabilidad porque encontró a un país infestado por malandrines y maloras. Y él asumió esta cruzada a pesar de los riesgos. ¿Y los casi cuarenta mil muertos en cuatro años? No aparecen en sus dichos aunque el entrevistador, en su mala leche, introduce 30 mil en su personal reflexión de contexto. Luego, el Presidente adopta aires a lo Sun Tzu para dictaminar: “Lo primero que tienes que hacer para ganar una batalla es ir por ella o al revés, lo primero que tienes que hacer para perderla es simplemente rendirte … yo no me voy a rendir…”
¿Pactar con los malandrines si como se ve no puede con ellos?: “¿Cuál puede ser el arreglo conveniente? –pregunta él mismo-. El día que quieras detenerlos, cuando están metidos en la vida de todos, no los puedes detener, ya no. Y aunque todo el mundo dice rechazar esa cultura de transa y de corrupción, mi temor es que sí hay una tentación en algunas partes porque esa cultura prevalezca. El único arreglo posible entonces sería un presidente que dé las llaves a los criminales y les diga mira, haz exactamente lo que quieras, pero con ciertos límites”
Y se extiende en su defensa de México y de los mexicanos y mexicanas que fruta vendían. Para los que –independientemente de su batalla anticrimen organizado y anti narcotraficantes- les ha construido el mundo esmeralda, de Oz:
Habla de la infraestructura realizada en materia de salud: “en cuatro años hemos hecho más de 1 mil hospitales o clínicas nuevas y remodelado y ampliado otras 1,500”. Por supuesto todo esto para más de 110 millones de mexicanos, menos los 40 mil muertos en la batalla hasta este momento. Naturalmente no hay que tomar en consideración lo que dicen aquellos que dicen que hay mala calidad de los servicios y un alto grado de burocratización en estos centros de salud de citas lejanas e interminables: hasta que la muerte alcance al enfermo…
Y dice que en su gobierno se han construido o modernizado casi 16 mil kilómetros de carreteras, sin mencionar lo que dicen quienes pueden usarlas: inseguras, dañadas y terriblemente caras: las más caras del mundo civilizado, dicen los criticones de siempre, los mismos que aseguran: ¿De qué sirve contar con infraestructura carretera si muchos mexicanos no pueden pagar para transitar por ellas? ¿Y los trailers que se adueñaron de ellas a toda velocidad? ¿De qué te sirve la libertad si no tienes para moverte de donde estás? Esto se dice por ahí, por supuesto.
Y el tercer punto de ejemplos de triunfos en su gobierno: ha construido “una sólida base institucional que permita a México no sólo seguir enfrentando sino resolver definitivamente el problema de seguridad pública que tenemos. En esto también hemos avanzado”. La misma seguridad pública que hace que todos, o casi todos los mexicanos, vivan-vivamos aterrorizados y con el ¡Jesús! en la boca cada día de nuestras vidas: la calle ya no es nuestra calle; nuestro barrio ya no es lo mismo, las miradas flamígeras proliferan por todos lados y la agresión está en la piel canela: dicen los habladores, claro.
En fin, que al entrevistador –que encuentra ‘atisbos de negro sarcasmo’ en el presidente, le faltó abundar en, por ejemplo: ¿Qué pasa con las contradicciones económicas en las que vive México con 51 millones de pobres y 15 millones en la miseria? ¿El triunfo de la estrategia anticrisis mundial pasa por tener miles-millones de desempleados? ¿Y es estratégico el altísimo precio de los productos básicos mientras que el salario mínimo se incrementó en cuatro pesotes diarios?
O que la educación de los ‘36 millones de alumnos que puntualmente asisten a las escuelas’ ¿es de calidad? Porque las evaluaciones internacionales dicen que no. A lo mejor porque su gobierno puso el futuro de los mexicanos en manos de la señora Elba Esther Gordillo, quien es la dueña de la educación pública mexicana y tiene como secretario de Educación Pública a un señor Alonso Lujambio que por quedar bien con las televisoras, y a favor de su campaña para ser presidente de México, dice que “las telenovelas” son formativas y educativas para los mexicanos: ¿Tiene razón? ¿Esos son nuestros niveles?
Y, bueno. Apenas nos queda un poco la idea de seguir con el buen Sun Tzu con aquello de que ‘en la guerra, hay que descubrir y conocer con certeza la fortaleza del enemigo; pero antes que todo se deben conocer nuestras propias fortalezas, capacidades y talentos, pero sobre todo las debilidades, incapacidades y errores, para dar pasos certeros con un liderazgo confiable, sensible y querido”, lo que es muy diferente a tener el mando y la voluntad propia.
A lo mejor si sabemos esto y conociendo el estado de la situación mexicana se encontrarían soluciones apropiadas, firmes y de trascendencia por el bien de todos y en contra de los malandres inconfesables. Pero… bueno… es que estamos metidos en un brete del que sólo saldremos con visiones de Estado… soluciones de Estado… y con hombres de Estado. jhsantiago@prodigy.net.mx
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