sábado, 19 de febrero de 2011

Padece la tropa por pensiones


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El sargento Eliseo Cruz se perdió de momentos importantes como atender a su madre enferma y el parto de su esposa debido a la rigidez de sus jefes.
Foto: Benito Jiménez

Consideran militares injustas las percepciones que reciben del Ejército tras laborar más de 20 años arriesgando su vida

Benito Jiménez / Enviado

Tuxpan, Veracruz (19 febrero 2011).- Militares retirados entrevistados por REFORMA relatan las dos caras de la moneda tras haber servido al Ejército. La primera, la del orgullo de haber formado parte de la Defensa Nacional. La segunda, la de subsistir con lo que consideran es una raquítica manutención mensual.

Un ejemplo de la precariedad que viven los soldados jubilados lo representa muy bien Inocente Hernández Salinas, quien tenía 18 años cuando se enroló al Ejército, en 1968.

Dejó atrás el cultivo de maíz y jitomates por las sequías que azotaban a Tamaulipas. Acudió al 39 Batallón de Infantería, en Tampico.

"Me quedé sorprendido por las instalaciones militares.

"Un grito del guardia al personal de reclutamiento me dejó frío, desde entonces me gustó esa disciplina", recuerda Hernández.

Fue encuartelado como soldado y de inmediato lo utilizaron como ayudante de cocina. A lavar platos, pelar papas y quitar la basura a los frijoles.

Ascendió a cabo y comenzó a salir a las guardias de su Batallón y después lo que más le emocionó fue resguardar instalaciones termoeléctricas de la CFE y luego petroleras de Pemex. Después los operativos contra el narcotráfico.

"Eran guardias permanentes, y si aguanté mucho tiempo fue por cariño al Ejército, por mi convicción a servir. Fueron mis mejores momentos", recuerda con una sonrisa.

De cabo pasó a sargento. Eso le emocionó. También fue seleccionado para portar el lábaro patrio de su Batallón, algo que no alcanzan muchos soldados.

En su grupo era conocido como "El Salinas", y no por su segundo apellido. Sino porque representó al ex Presidente de la República cuando acudió a su Batallón en calidad de candidato presidencial.

"En los ensayos de recibimiento fui el Presidente, me bajaba de un helicóptero de cartón y de ahí caminaba hasta el pódium, lo que aprovechaban mis compañeros para perfeccionar las formaciones", dice.

Eso quedó atrás. Ahora percibe casi 4 mil pesos al mes y a sus 62 años realiza trabajos para su comunidad. Aún así, extraña su Batallón.

La situación del sargento Benito Lorenzana también es lamentable.

Tras dedicar 25 años de su vida al Ejército, el militar retirado pasa su retiro en una cama dentro de un cuarto por el que paga 500 pesos al mes.

Vive en el abandono.

Al sargento médico le amputaron su pierna derecha debido a una diabetes mal pronosticada en el Hospital Militar.

El hombre, que participó en operaciones antinarco en Chiapas, Guanajuato, San Luis Potosí, Hidalgo, Tamaulipas y Veracruz, extraña su pelotón.

"Fui soldado del Servicio de Sanidad, mi labor era ayudar a mis compañeros heridos en las campañas. Incluso en 1980 recibí un balazo en Ocampo, Tamaulipas, en un recorrido en un poblado conocido como La Muralla. Yo cargaba un mosquetón y cuando lo quise usar se trabó el 'hijo de la madre'", narra.

Su verdadera arma siempre fue el botiquín. Junto con sus colegas, remarca, realizaron recorridos en la sierra de hasta 20 días. Muchos de ellos sin comer, relata.

Del Ejército le quedan dos recuerdos: una foto que se tomó en Tapachula, Chiapas, mientras hacía guardia en su Batallón. La presume.

El otro es el recibo de cada mes por parte del Instituto de Seguridad Social para las Fuerzas Armadas Mexicanas (ISSFAM) con su pensión de 4 mil 850 pesos. La mitad se la entrega a su ex esposa.

"Yo digo que no debiéramos ganar millones ni que nos dieran grandes lujos, caray, sólo entender que prestamos unos buenos años al Ejército, que expusimos la vida y que jamás nos importó arriesgarnos, y véame, hasta ni me creen que sea un sargento retirado, sino un indigente", lamenta Lorenzana, de 67 años.

"Conozco a unos compañeros que hasta piden limosna, y ni eso pueden hacer, pues los jefes en activo que los ven los regañan".

'Los jefes no son humanos'

Le brotan las lágrimas al recordarlo.

En los ochenta tenía al teléfono a una persona que le informaba sobre el mal estado de salud de su madre y lo requerían para ir al hospital, en Monterrey, Nuevo León.

El sargento Eliseo Cruz urgió a sus jefes de la 19 Zona Militar, en Tuxpan, Veracruz, que le otorgaran permiso para acudir al auxilio de su madre.

"Tienes el tiempo estrictamente necesario para atender ese asunto, te reportas cuando llegues, cuando lo soluciones y te me regresas", recuerda el sargento que le dijo el General, comandante de la Zona VI.

"Como esas (situaciones) viví muchas, pero es la que más me da coraje, quería aventar todo lo que fuera del Ejército y darle todo el apoyo a mi madre, pero no, sólo fui, la ví y le dije que tenía que regresar a mi Zona", lamenta.

Pero fue otra la gota que derramó el vaso.

En 1990, su mujer iba a dar a luz. El diálogo lo recuerda a la perfección: "Solicito permiso, mi mujer va a parir". El General le respondió: "¿Y qué, tú eres médico o partero?. Deja que dé a luz tranquilamente, no la molestes". Y no le dio permiso.

Prestó 22 años de servicio y causó baja porque le detectaron diabetes. Según él, debido a tanto coraje.

Además, una infección que no fue atendida a tiempo en el Hospital Militar, ocasionó que le amputaran una pierna. Hoy percibe 2 mil 873 pesos al mes, otros 2 mil se los quita el Ejército por concepto de un préstamo.

"El Ejército es una institución muy bonita, el problema son sus jefes, no son humanos", lamenta el hombre de 62 años.

Contemplan mejorar estatus de retirados

El Senador Sebastián Calderón propuso en 2009 un proyecto de decreto para reformar el artículo 31 de la Ley del ISSFAM para beneficiar a los militares que trabajaron entre 20 y 29 años para las Fuerzas Armadas.

"Todos ellos tiene derecho a contar con mejores condiciones de vida sociales y económicas más atractivas. Sólo así puede crearse un ambiente positivo al interior de las Fuerzas Armadas, que garanticen su calidad de vida", establece la iniciativa.

El documento propone aumentos del 40 al 58 por ciento a los haberes de retiro.

Sin embargo, para el presidente de la Federación de Militares Retirados, el General Samuel Lara Villa, la iniciativa está congelada en comisiones.
Sin embargo, el legislador defiende sus intentos, que según él están plenamente reactivados.

"Tanto es así que la parlamentaria que tuvimos los Senadores del PAN a fines del mes de enero y uno de los puntos que se tocó fue darle apoyo los militares retirados que sirvieron de los 20 a los 29 años al Ejército e incrementarles sus beneficios económicos. La tiene en sus manos (la iniciativa) la presidenta de la Comisión de Seguridad Social", dijo el legislador en entrevista.

Y es que actualmente, haber prestado entre 20 y 29 años de servicio al Ejército no garantiza un buen nivel de vida para los militares retirados.

De acuerdo con cifras de la Federación de Militares Retirados "General Francisco J. Mújica", actualmente existen unos 70 mil militares retirados (del Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea), de los cuales un 80 por ciento formaba parte de la tropa, es decir, eran soldados, cabos y sargentos.

El resto prestó más de 30 años de servicio al Ejército y son en su mayoría Oficiales (tenientes y capitanes), Jefes (Mayores y Coroneles) y Generales, que perciben pensiones de entre 9 y 18 mil pesos.

La mayor parte de la tropa hoy retirada ingresó a las Fuerzas Armadas con un promedio de 20 años de edad, y en las décadas de los setenta y ochenta.

Principalmente formaron parte de principales acciones antinarco como la Fuerza de Tarea Cóndor, que logró de 1977 a 1987 la detención de 2 mil 119 personas y la destrucción de más de 224 mil plantíos de droga.

También, refieren, les fueron asignadas tareas contra la guerrilla en Guerrero, Oaxaca y Chiapas.

"La tropa es la que hace el trabajo fuerte, la que sostiene al Ejército, si no hay tropa no hay Ejército, todas las acciones son llevadas a cabo con tropa, los jefes ordenan desde los escritorios", señala Carlos Cerecedo, teniente retirado.

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