miércoles, 16 de febrero de 2011

Más distantes que nunca


DESDE LA FRONTERA NORTE

Jorge A. Bustamante

Los datos más recientes producidos por investigaciones científicas, tanto en Estados Unidos como en México, indican que, nunca como ahora, habían estado más distantes ambos gobiernos de tener un acuerdo básico sobre el estado que guarda el fenómeno migratorio entre los dos países. Sin un mínimo acuerdo sobre ese estado de cosas no sería posible un acuerdo bilateral. Un fenómeno migratorio que es por definición bilateral -nacionales de un país que entran a otro país que no es el suyo- no puede ser resuelto, en los problemas que implica, con medidas unilaterales. Tal es el caso de la política migratoria de Estados Unidos, cuyos dirigentes insisten en ver a la migración indocumentada como un problema de carácter interno, que sólo puede resolverse con medidas de carácter interno como las policiales o las militares. De ese diferendo surge la distancia más amplia entre las visiones de solución que predominan en ambos países respectivamente. Por una parte, el gobierno de México insistiendo que la solución sólo puede provenir de una negociación bilateral de la que surja un acuerdo bilateral con responsabilidades acordadas por los dos gobiernos respectivamente. Por otra, el gobierno de Estados Unidos insistiendo en que la solución tiene que provenir de una "reforma migratoria" decidida y aprobada por el Congreso de Estados Unidos, lo cual implica una decisión unilateral.

Ni el presidente Obama ni sus últimos antecesores han aceptado la vía de la negociación bilateral como la que pueda conducir a una solución de la cuestión migratoria entre los dos países. Esta diferencia de fondo representa el obstáculo más grande para lograr una solución a tal diferendo. Pero aun hay más; cada uno de los dos países enfrenta obstáculos internos para definir qué es lo que se propondría negociar en caso de que se aceptara un enfoque bilateral por los dos gobiernos. Del lado mexicano, no hay propuestas concretas ni discusión o debate alguno sobre la posición que tomaría el gobierno de México en caso de abrirse una negociación bilateral. Cierto que hay planteamientos generales como el de buscar medidas que conduzcan al respeto de los derechos humanos y laborales de los migrantes; pero nadie ha propuesto cómo hacerlo con el detalle suficiente para hacerlo negociable. En Estados Unidos los obstáculos internos son aún mayores. El Partido Republicano insiste no sólo en una política unilateral sino en una propuesta antiinmigratoria derivada de visiones infundadas como la de que los migrantes indocumentados son una sarta de criminales que sólo producen perjuicios para la sociedad y la economía de Estados Unidos. El Partido Demócrata es menos intransigente, pero incluye entre sus más destacados proponentes, tanto visiones antiinmigratorias como visiones más flexibles. Un artículo del New York Times escrito por Julia Preston publicado el 11 de febrero se refiere a algunos de los problemas internos derivados de las diferencias entre el gobierno del presidente Obama y los legisladores del Partido Republicano.

La secretaria del Departamento de Seguridad Interna de Estados Unidos, Janet Napolitano, declaró el pasado 7 de febrero, en un discurso en la Universidad de Texas en El Paso, que la inmigración indocumentada se encontraba "bajo control", citando una disminución del 36 por ciento de la inmigración indocumentada en los últimos dos años, además de una reducción de las tasas de criminalidad en los estados fronterizos con México, a pesar del crecimiento de la violencia ligada al narcotráfico del lado mexicano. En ese discurso citado por el New York Times, la señora Napolitano acusó a los legisladores del Partido Republicano de afirmar que los cruces de indocumentados y la violencia ligada al narcotráfico estaban "fuera de control" además del fracaso de las políticas como la del programa federal conocido como 287(g) acusado de fallar en sus objetivos de perseguir a criminales acusados de delitos graves. Los "republicanos" citaron hallazgos que mostraron que los inmigrantes detenidos para su deportación bajo este programa habían cometido sólo delitos menores, tales como violaciones de tránsito. El hallazgo más importante de este estudio fue que las prácticas de arrestos y deportaciones basadas en el supuesto de que éstas darían lugar a una disminución de la inmigración indocumentada no estaban logrando tal propósito. Según datos revelados por el Pew Hispanic Center el pasado 8 de febrero, las cifras de indocumentados (11.2 millones) son iguales a las del año pasado.

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