miércoles, 23 de febrero de 2011

León-Portilla: a gobernantes hay que corregirlos y encaminarlos

  • Rinden tributo en esa casa de estudios al historiador por su cumpleaños 85
La UNAM es el faro de esperanza para México, dice León-Portilla

Ya basta de desigualdad, rezagos y exclusión, secunda el rector José Narro Robles

  • Los más marginados son los descendientes de los pueblos originarios, deplora el homenajeado
Foto
Miguel León-Portilla y el rector José Narro Robles, ayer, durante el homenaje que se rindió al historiador y antropólogo en la UNAMFoto Cristina Rodríguez


Ángel Vargas
Periódico La Jornada
Miércoles 23 de febrero de 2011, p. 3

Si alguna esperanza existe para hallar solución a la violencia y la espantosa desigualdad económica y social prevalecientes en el país, ésta se encuentra en la educación superior, en particular en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Así lo sostuvo el historiador Miguel León-Portilla, quien aprovechó el homenaje que le rindió ayer la máxima casa de estudios con motivo de sus 85 años, cumplidos este martes, para pronunciar una lúcida apología de la misión trascendente de la UNAM en el actual contexto histórico y ante el futuro de la nación.

Convocó a la comunidad universitaria y al resto de los mexicanos a no perder la esperanza y luchar, así como a vigilar lo que hagan los gobernantes, en particular quien habrá de ser el próximo presidente de la República, para corregirlo y encaminarlo.

La ceremonia tuvo lugar en el Instituto de Investigaciones Históricas (IIH) y allí José Narro Robles, rector de la UNAM, secundó lo expresado por el maestro emérito e investigador, y agregó que es tiempo de decir ya basta a la situación de marcados contrastes y desigualdades.

Eso es a lo que muchos mexicanos como Miguel (León-Portilla), como muchos universitarios decimos, ya no puede ser; ya basta de esas diferencias, ya basta de esos rezagos, ya basta de esa exclusión, enfatizó.

El rector consideró que sin faltar a la encomienda que tiene la UNAM, es deber de cada universitario, además de estar atentos y ser críticos de los gobernantes, ofrecer soluciones desde la perspectiva de quienes tienen un compromiso con la vida académica.

Ojalá que desde las universidades, desde las instituciones públicas de educación superior seamos capaces de organizar un ejercicio de aporte, de propuesta, para todos aquellos que quieran conducir a este país, agregó.

Le haríamos un bien a México y siento que en las condiciones en las que vive nuestro país es lo menos que podemos intentar. Ojalá podamos hacerlo.

Lacerantes desigualdades

Luego de que la directora del IIH, Alicia Mayer González, y la maestra emérita Clementina Díaz y de Ovando dedicaron sus respectivas intervenciones a destacar la prolífica y generosa vida y obra académicas del homenajeado, Miguel León-Portilla comenzó su breve alocución con uno de esos chispazos de buen humor que lo caracterizan y destacó que mientras para otros 85 años representan vejez, en mi caso son juventud acumulada.

Acto seguido, su voz y gesto afables se tornaron serios y espetó: Me duele México, por la verdad y la vigencia que hasta la fecha tiene la descripción que Alexander von Humboldt hizo a principio del siglo XIX de que no había visto desigualdad social y económica más espantosa que la de este país.

Una desigualdad que, agregó, a la fecha tiene como los más marginados, olvidados y despreciados a los descendientes de los pueblos originarios. Y si recordamos el cuadro que vivimos, México nos duele por esas desigualdades espantosas: hay personas que tienen miles de millones y otros que no tienen para comer, que no perciben siquiera el salario mínimo tan ridículo.

El otro gran dolor del autor de Visión de los vencidos es por la violencia en el país, según dijo el maestro, quien consideró que ante las elecciones presidenciales de 2012, es deber dentro de la UNAM reflexionar sobre desigualdad y violencia y exigir la opinión y las propuestas que al respecto tengan los aspirantes a la primera magistratura del país.

Pero no queremos escuchar palabras huecas, sino proposiciones específicas, recalcó, para luego rememorar que cuando los mexicas nombraban a los tlatoanis (sus gobernantes), se reunían con el elegido para hacerle ver que no era mejor que otras personas, que los dioses lo habían nombrado para que sirviera al pueblo, no para que sacara provecho personal, y que si no cumplía, los dioses les habían dado la piedra y el palo.

Y yo les repetiría a los candidatos 10 veces la piedra y el palo; a ver, qué vas a hacer, dime, porque estamos fritos. No podemos seguir así.

Fue en esta parte de su intervención cuando León-Portilla destacó la importancia de la UNAM: Dirán que qué pesimista ando, pero no. Tengo ahora una esperanza y sonrío; tenemos a la universidad (nacional), ésta es nuestra esperanza.

La universidad no pide limosna

“El señor rector ha insistido en todos los tonos –dijo León-Portilla– que la universidad tiene una misión trascendente, que la universidad no pide limosna al Estado, que exige el apoyo, porque el pueblo mexicano es el que da los recursos al Estado para que gobierne, y la universidad es la única que puede encaminar por la vía de la educación superior propuestas de solución. Así lo creo sinceramente”.

En su opinión, la máxima casa de estudios es la formadora de los cuadros que deben guiar al país, la que puede lograr que mediante la investigación puedan encontrarse mejores caminos de solución.

La universidad es nuestra casa y es el faro de esperanza. Creo que los mexicanos no podemos perder la esperanza, porque si algún día ocurriera eso, estaríamos perdidos nosotros mismos. Un motivo, no una tontera, no una utopía, sino una realidad es la universidad; tenemos que estar fortalecidos codo con codo, trabajando, rubricó.

Queridos colegas universitarios, trabajemos juntos, no perdamos la esperanza, luchemos, discutamos y, si es necesario, a quien nos va a gobernar, no sé de dónde saldrá, decirle: el palo y la piedra, ten mucho cuidado, los universitarios, cuando es necesario, podemos usarlos también, para corregirte y encaminarte, recuerda que no eres sino un siervo de la nación.

No hay comentarios: