viernes, 25 de febrero de 2011

La soledad de Juárez

JORGE MONTAÑO

Visitar Ciudad Juárez el mismo día que se publica una entrevista con el presidente Calderón, la comunidad japonesa de negocios denuncia sin retórica la inseguridad en el país y se homenajea al agente asesinado en San Luis Potosí, es una combinación explosiva. Al margen de mi oriundez, concluyo que medios y redes sociales no transmiten lo que ocurre en esa frontera y buena parte del territorio nacional. El escándalo ha opacado el deterioro de la paz social, dependiente de los embates de la delincuencia.

La indefensión ciudadana aumenta con la incapacidad de enfrentar un enemigo sin rostro. Cinco mil federales ocupan la ciudad, con la guerrilla de narcotraficantes protegida por pánico o corrupción. Retenes, inspecciones y detenciones no han mermado al crimen organizado, que sigue ejecutando desleales, extorsionando ciudadanos productivos y probando que su estrategia prevalece sobre la autoridad. La población está exhausta de su indefensión.

Hanoi hace años o Kabul actualmente, recuerdan nuestra realidad. Ausente la motivación ideológica que enfrentó al ejército de Estados Unidos en esas ciudades, el crimen organizado controla el tráfico de personas, piratería y trasiego de droga dentro y fuera de México. Por las mañanas, en los centros de encuentro juarense, se percibe el temor y por la tarde se inicia el enclaustramiento. La paradoja es que los inocentes se encierran y los narcos viven a plenitud la impunidad comprada o asegurada por el terror.

El espectáculo de cruzar la “línea” es enternecedor por el exceso de ingenuidad. Agentes estadounidenses de aduanas con armas largas, amedrentan a quienes van a trabajar o a compras cotidianas. Los puestos de inspección con anuncios bilingües, avisan de la búsqueda de armas y dinero. Se trata de acciones intimidatorias estériles, ya que el tráfico de armas se mueve por veredas conocidas y el dinero se protege con ingeniería financiera de bancos y casas de cambio en ambos lados.

La estrategia contra el crimen organizado no ha dado los resultados esperados. Reconozco haber aceptado que enfrentarlos frontalmente parecía la fórmula inevitable. Después de cinco años, miles de soldados, agentes y ciudadanos muertos, concluyo que es inaplazable revisar el curso de acción que se debe adoptar. Las Fuerzas Armadas se han deteriorado al participar en una lucha para la que no fueron capacitadas. Tampoco se ha logrado construir una policía nacional como la colombiana. El reclamo social de revisión del rumbo, es estridente en ciudades como Juárez.

La gran ausencia en la ecuación para lograr éxito, es la respuesta tibia de Estados Unidos. Sin su participación comprometida y no retórica, no se alcanzarán soluciones. A la tradicional sordera, el Congreso agrega una actitud beligerante, no compartida por el Ejecutivo. Sin embargo, el poder para lograr el cambio está en el Capitolio, donde la política local ciega conciencias, privilegiando decisiones que favorecen a la miope derecha que ganó en noviembre pasado.

Disiento del insulto y la descalificación como estrategia de negociación bilateral. Nunca ha dejado resultados favorables a los dos países. La muerte del agente Zapata es lamentable, además de encender alertas sobre la incapacidad de nuestros cuerpos policiacos de garantizar la seguridad ciudadana. Revivir capítulos históricos similares, sería un grave error. La tensión debe resolverse con decisiones de fondo, como hizo Clinton al restringir la venta de armas de asalto. Nada menos se puede esperar la próxima semana de la cumbre Obama-Calderón. Regresar a la geografía de las culpas, es un curso estéril, generador de desencuentros peligrosos. Urge que esta reunión arroje resultados que confirmen la responsabilidad compartida, con decisiones de fondo. Es responsabilidad de la Casa Blanca lograr el apoyo del Legislativo. El vecino está haciendo su parte. Esperamos cumplan con la suya en el corto plazo.

El mensaje de la comunidad japonesa de negocios ante el Presidente no puede asimilarse como algo normal. El estilo cultural sobrio se desborda en casos extremos y es evidente que ya alcanzamos ese nivel. Se debe atender su petición con celeridad.

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