Manuel J. Jáuregui
A México le está pasando lo que le pasaba en los primeros rounds a los rivales de la gran figura del boxeo mexicano, José Ángel "Mantequilla" Nápoles, Campeón Mundial Welter: la inseguridad nos está "ablandado" económicamente hablando, abriendo el camino para el nocaut.
Así como los ganchos al hígado, rectos al plexus y rafagueantes combinaciones en el mero "Everlast" de "Mantequilla" se tardaban en hacer sentir sus devastadores efectos, así la violencia nos está minando silenciosamente la viabilidad económica, restándonos el vigor escondido detrás de lo más aparente del fenómeno de la inseguridad: la violencia más extrema, el miedo y la anarquía reinante.
Tristemente, México no es ya la centelleante promesa global, imán de la inversión; su distinción mundial hoy es que el crimen organizado nos ha colocado a la par de los países más violentos del mundo como Iraq o Afganistán.
Esto ha motivado lacerantes repudios como el más reciente: que la diplomacia española haya colocado a varias ciudades mexicanas, entre ellas a Monterrey, en su lista de "no visitar".
No son éstos los únicos síntomas de que el RÉCORD de muertes alcanzado en el 2010 nos está causando un DAÑO IRREPARABLE, que quizá tardemos en aquilatar plenamente.
Están también los testimonios de artículos y reportajes (los más recientes de la CBS y del New York Times) que retratan una fea realidad: que en México hay localidades y ciudades flageladas por los delincuentes a tal grado que están convertidos en "pueblos fantasma".
Y no son aldeas o villorrios, entre las ciudades afectadas por la violencia brutal se pueden mencionar a importantes puertos como Tampico, adicional a Ciudad Juárez y otras ciudades que conocemos plenamente.
La violencia y la impunidad golpean al COMERCIO, a los HOSPITALES (en zonas conflictivas los doctores se relocalizan o reducen su actividad), a las UNIVERSIDADES, a la vida cotidiana de los ciudadanos, y muy ampliamente a la actividad económica a la que le están causando un DAÑO INMENSURABLE.
Si en Monterrey, una de las ciudades industriales más importantes del País, los ejecutivos extranjeros son ASALTADOS, plagiados y golpeados y sólo nos enteramos a través de una agencia "de inteligencia" estadounidense (Stratfor Report), ¿qué empresa internacional va a querer arriesgar su activo más preciado (el humano) en una ciudad, de las más industrializadas y relacionadas internacionalmente de México, que se ha convertido en tierra de nadie, meca para la violencia y la impunidad?
Las estadísticas demuestran cómo los golpes del crimen nos están minando: en Monterrey, por ejemplo, la ocupación hotelera es la más baja en una década (49 por ciento, según la Secretaría de Turismo).
Los Cabos, Acapulco y casi toda la frontera norte están fuertemente afectados por las repercusiones económicas de la violencia. Y la tendencia es hacia empeorar, no a mejorar.
El mismo reporte de Stratfor, bastante confiable, pronostica que el 2011 pinta para ser igual o peor que el año pasado, en cuanto a niveles de violencia registrados, basado en dos factores: la dispersión del enemigo, su creciente capacidad corruptora y acopio de armamento, la expansión de sus actividades criminales más allá del trasiego de drogas (extorsión, secuestro, piratería, contrabando), por una parte, y, por otra, los limitados recursos y personal confiable para "cuidar" el territorio nacional del Gobierno federal, quien en esta lucha no sólo no cuenta con los gobiernos locales, sino que en no pocos casos ¡son el enemigo!
Sentimos honda preocupación por este fenómeno descrito, pero también percibimos en el liderazgo civil mexicano una falta de uniformidad de criterios y mucha confusión respecto a cómo enfrentar el fenómeno y, sobre todo, qué papel asumir ante la autoridad: si el de "colaboracionista" (tipo el gobierno de Vichy con los nazis en Francia), el cual lleva implícito finalmente una buena dosis de COMPLICIDAD; o bien el de enfrentamiento, denuncia y exigencia, a lo cual le ven el defecto de la polarización del ambiente social, que algunos sienten contraproducente.
No tenemos respuesta a esta dicotomía, pero sí una obvia conclusión: lo que se ha hecho hasta ahora NO HA FUNCIONADO, así que más vale probar algo diferente antes de que nos siembren en la lona para recibir la cuenta.
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