Hace ocho años, un grupo de ministros armaron un bloque para impedir su arribo a la presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Juan Silva Meza se quedó entonces a la mitad del camino y vio pasar hacia el lugar deseado a Mariano Azuela Guitrón, un hombre muy distante a su manera de pensar.
Cuatro años después, otro conservador, Guillermo Ortiz Mayagoitia, llegó a presidir el máximo tribunal.
Pero ayer, a sus 67 años –con el pelo completamente blanco–, Juan Silva Meza vio realizado su sueño y a las 11 horas con 24 minutos, se le escuchaba decir ante el pleno “asumo la responsabilidad del cargo que se me ha conferido…”
Nueve votos a su favor. Uno en contra.
El solitario –curiosamente el primer papelillo que leyeron los escrutadores—proponía a Margarita Luna Ramos para la presidencia de la Corte. Lo había emitido, obviamente, el más conservador de los conservadores: Sergio Salvador Aguirre Anguiano.
Pero el jalisciense fue el único ministro que miró hacia otro lado e hizo patente su disgusto por la elección de Juan Silva Meza. Todos los demás ministros le otorgaron su voto al defeño que una y otra vez remó contra corriente en los temas más difíciles que abordó la Corte.
Y aunque rara vez le acompañaron los votos suficientes para lograr su visión de justicia, sus votos personales se recuerdan. Ahí están, por ejemplo, sus votos a favor de responsabilizar de violaciones graves de garantías al entonces gobernador de Puebla, Mario Marín, en el caso de la detención de Lydia Cacho; el de responsabilizar a funcionarios del gabinete del gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto y del Presidente Felipe Calderón, por los enfrentamientos en San Salvador Atenco; o el de responsabilizar por omisiones que afectaron a la población durante el conflicto de la APPO al gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz.
Con él, pues, el péndulo oscila de nuevo. Un ministro humanista y liberal vuelve a presidir la SCJN tras ocho años de conservadurismo.
Actuaré –dijo Silva Meza en sus primeras palabras como presidente de la Suprema Corte y del Consejo de la Judicatura—“de cara a la ciudadanía”, “con absoluta pulcritud”. “La única sumisión que tendré será con la Constitución y con la ley”.
Y enfatizó, por supuesto –en ello ha volcado sus ímpetus a lo largo de los 16 años que lleva en la Corte—el respeto a los derechos humanos como pauta a seguir.
La sociedad mexicana “está hoy más urgida por creer en sus jueces, necesita ahora más que nunca confiar en todos nosotros”, apuntó también y sostuvo que en estos tiempos que corren de inseguridad e intranquilidad, el poder judicial es la institución que puede ofrecer a los mexicanos estabilidad y refugio.
“Me queda muy claro –dijo el penalista hacia el final de su discurso– que no es válido, no se vale generar expectativas de renovación, de mejoramiento y cambio, para después caer en la autocomplacencia o la simulación, el cambiar para seguir igual.
“Mi esfuerzo estará dirigido a concretar un Poder Judicial de la Federación unido, respetado y respetable, sobrio y discreto, un Poder Judicial absolutamente responsable de sus actos y decisiones, un Poder Judicial abierto, transparente y honesto, un Poder Judicial efectivo y oportuno, de equilibrio, cercano a la gente y legitimado por sus decisiones a los ojos de la sociedad”.
Un largo aplauso, con todos los presentes de pie, rubricó sus palabras. Y a las 11:44 horas, Juan Silva Meza levantaba su mano derecha y rendía protesta.
En la SCJN renacía la esperanza de tiempos mejores.
martha.anaya89@yahoo.com.mx
twitter: @marthaanaya
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