viernes, 14 de enero de 2011

Números alegres... y mentirosos


Carlos Acosta Córdova

Las cifras del gobierno federal sobre empleo y bienestar son triunfalistas, pero la realidad es otra y muy cruda. Datos del Inegi demuestran que los cientos de miles de empleos creados este año no son suficientes, permanentes ni bien remunerados; y el análisis más reciente del Coneval –hecho hace dos años, antes de que nos golpeara la crisis– revela que casi la mitad de la población tiene graves carencias en alimentación, educación y salud.

MÉXICO, D.F., 6 de enero (Proceso).- La “fuerte recuperación” de la economía y los “sólidos fundamentos macroeconómicos” que pregona el gobierno federal no alcanzaron a evitar, en el último tramo del año, un repunte del desempleo, la pérdida del poder de compra de los salarios y, en general, el aumento de la desigualdad y el recrudecimiento de los rezagos en México.

Apenas el miércoles 22 el Inegi dio a conocer la tasa de desempleo de noviembre: 5.28% de la Población Económicamente Activa (PEA). Dos y medio millones de personas sin trabajo y en el desamparo pues en el país no hay seguro de desempleo ni sistemas universales de salud o de seguridad social.

La tasa es más alta incluso que la de 5.26% del mismo mes de 2009, el año más severo de la crisis. Pero si en el índice anual el cambio es poco significativo, el mensual es mayor. Según el INEGI la tasa de desocupación en noviembre fue de 5.6% de la PEA, contra 5.45% en octubre.

Éstas son tasas promedio nacionales. Pero el desempleo pega distinto en cada entidad y región. Entre las 32 principales áreas urbanas del país el desempleo se alzó hasta 6.25% de la PEA (contra 6.17% de un año antes): es decir, en noviembre casi 1 millón 600 mil personas no tuvieron empleo en esas regiones.

Y en algunos estados la desocupación alcanzó niveles muy por arriba de la media nacional, por ejemplo: Tabasco, 8.25%; Tamaulipas, 8.07%; Sonora, 7.95%; Coahuila, 7.55%; Querétaro, 7.40%; Tlaxcala, 7.20%; Distrito Federal, 7.14%, y Estado de México, 6.92%.

A lo largo del año el gobierno puso en práctica una estrategia para publicitar cómo se han recuperado los empleos perdidos durante la crisis. Cada mes, o antes, los secretarios de Hacienda, del Trabajo y de Economía, y el director general del IMSS, llaman a conferencia de prensa para informar cuántos empleos formales, inscritos en el instituto, se han creado.

En la última, el pasado 1 de diciembre, se dijo que ya iban 962 mil nuevos empleos “con nombre y apellido” y que ya faltaba sólo un pasito para llegar al mítico número de 1 millón de empleos creados en un año.

Estos anuncios espectaculares, empero, siempre están descontextualizados, independientemente de lo positiva que sea cualquier cantidad de empleos creados. Siempre excluyen datos fundamentales.

Por ejemplo, que los empleos formales que anuncian sólo atañen a una parte de las necesidades. Los empleos inscritos en el IMSS, que casi suman 15 millones, representan apenas 30% de la PEA o 33% de la Población Ocupada (PO). Es decir, sólo una de cada tres personas con ocupación en el país tiene un trabajo formal, con prestaciones y seguridad social.

Tampoco se alude a los 13 millones de personas que trabajan en la informalidad o a los más de 5 millones que por tener un salario insuficiente buscan más horas o un segundo empleo. Todo según el Inegi.

Y menos hablan de la magra calidad de los empleos creados. Un análisis que Banamex hizo hace tres semanas, con datos de los 850 mil empleos creados entre enero y octubre de este año, es contundente:

“Otro elemento que da cuenta del deterioro de la calidad del empleo se refiere al bajo nivel de remuneración de los nuevos empleos. El 95% de la generación de empleos formales (cifras del IMSS) en el periodo enero-octubre se situó en los estratos salariales de hasta dos salarios mínimos. Ello evidentemente limita el crecimiento del salario base de cotización al IMSS”, afirma el estudio de Banamex.

Es decir que de las 850 mil personas que pudieron conseguir un empleo en ese lapso, cerca de 808 mil tienen un ingreso de entre menos de 55.77 pesos y 111. 54 pesos diarios: de menos de un mínimo hasta dos salarios mínimos.

Las estadísticas de ocupación y empleo del Inegi también revelan cómo el alza en el número de quienes reciben bajos salarios se ha correspondido con una baja en la cantidad de aquellos que tienen mejores ingresos.

En la última encuesta trimestral el instituto reportó 10 millones de personas con ingresos de más de uno y hasta dos salarios mínimos, y poco menos de 4 millones con ingresos de más de cinco salarios mínimos.

Las cifras eran distintas, por ejemplo, en el primer trimestre de 2007 (y se mantuvieron más o menos constantes hasta antes de la crisis): 9 millones con ingresos de más de uno y hasta dos mínimos y 5 millones con más de cinco mínimos. Hoy hay más personas que ganan menos y menos que ganan más.

Minisalarios

El buen manejo macroeconómico del que alardea el gobierno, que implica estabilidad en las finanzas públicas y un déficit fiscal bajo, llevó al Fondo Monetario Internacional (FMI) hace unos días a calificar a México como un “miembro platinum” del organismo, al que no dudará en otorgarle la línea de crédito precautorio solicitada por 73 mil millones de dólares a dos años, que es como una gran tarjeta de crédito que se usará sólo en caso de emergencia.

Ese crédito, más los 115 mil millones de dólares de reservas internacionales que tiene el Banco de México, más los fondos de estabilización de ingresos petroleros y las coberturas compradas para proteger el precio del crudo de exportación, forman lo que para el gobierno es un “formidable blindaje” –de más de 200 mil millones de dólares– de la economía.

Hay dinero para resistir un vendaval –o “choque externo” dice el gobierno– del tamaño que sea. No hay posibilidad ni para el catarrito que se intuía en 2008. Pero el buen manejo macroeconómico no basta para crear empleos suficientes y decorosos ni para darle a los trabajadores mexicanos un salario digno.

El gobierno tuvo que incurrir en el clásico sabadazo para que se diluyera la molestia por el anuncio del salario mínimo que entrará en vigor el próximo 1 de enero.

El sábado 18 la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos anunció un aumento de 4.1% al minisalario para 2011, lo que implica un incremento de dos pesos con 29 centavos diarios. El salario mínimo general promedio en el país pasará de 55.77 pesos que tuvo en 2010 a 58.06 en 2011. De mil 673 a mil 742 pesos mensuales: 69 pesos más.

El aumento es menor que el de 2.58 pesos que recibió el mínimo este año. Y se hizo así aun cuando las organizaciones cúpula empresariales pedían un aumento mayor para incentivar el consumo e impulsar el mercado interno. Estaban dispuestos a conceder un aumento de entre 6 y 8%.

Antes de que se anunciara el salario mínimo para 2011 el Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas –que agrupa a directivos y analistas de grandes empresas y cuya opinión es reconocida por el gobierno y el Banco de México– sugirió que, ante la precarización de las condiciones laborales y la pérdida continua de poder adquisitivo, el ingreso mínimo de los mexicanos debía ser equivalente a cuatro salarios mínimos actuales.

Pero el gobierno no hizo caso justamente porque la contención salarial es uno de los mecanismos clave para el control de la inflación.

Y los salarios son precarios porque en su mayoría son pagados por micro y pequeños negocios. Según el Inegi, entre enero y septiembre de este año el aumento de la PO se debió en 52% a los micronegocios, 22.5% a pequeñas empresas y sólo 3.2% a medianas y grandes empresas. El resto fue obra del gobierno en sus distintos niveles.

De todos los precios en la economía los salarios fueron los que menor incremento tuvieron en el año. Todos los bienes y servicios aumentaron más que el salario. Cualquiera. Por ejemplo los combustibles: la gasolina Magna subió 12.74% (de 7.77 a 8.76 pesos por litro); la Premium 5.54% (de 9.57 a 10.10 pesos) y el diesel 11.8% (de 8.16 a 9.12 pesos por litro). El salario mínimo, 4.85% para 2010 y 4.1% para 2011.

Ante las críticas los funcionarios públicos responden que son pocas las personas que ganan un salario mínimo, que éste es más bien un indicador o una referencia para fijar multas o pagos de diversa índole.

Pero según la última encuesta del Inegi, al tercer trimestre de 2010 había 5.8 millones de personas con un ingreso de “hasta un salario mínimo”. Es decir, 13% de las personas con trabajo en todo el país ganaban al día 56 pesos o menos.

Si bien son resultado de problemas y fenómenos estructurales, los datos de empleo y salario mencionados sólo son un apunte de la coyuntura económica. Atrás de la carátula que muestra y pregona el gobierno –finanzas públicas sanas, estabilidad, control inflacionario, deuda baja y demás– y que felicita el FMI, está el país de la desigualdad sempiterna y de los rezagos sociales que son increíbles para una economía que está entre las 15 más grandes del mundo.

En su informe La pobreza multidimensional en México, 2008, el pasado noviembre el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval, órgano encargado de medir la pobreza, su incidencia, profundidad e intensidad y dependiente de la Secretaría de Desarrollo Social) hizo algunas revelaciones dolorosas.

Dice, por ejemplo, que ese año –antes del punto más severo de la crisis– “47.2 millones de mexicanos y mexicanas eran pobres” (44.2% de la población) y que “tenían por lo menos una carencia social y un ingreso insuficiente para adquirir un conjunto de bienes alimentarios y no alimentarios considerados básicos”.

El informe agrega: “La población con carencias sociales se distribuía de la siguiente forma en 2008: 21.7% (23.16 millones de personas) presentaba rezago educativo; 40.7% (43.38 millones de personas) no tenía acceso a los servicios de salud; 64.7% (69 millones de personas) no tenía cobertura de seguridad social; 17.5% (18.62 millones) tenía carencia por calidad y espacios de vivienda; 18.9% (20.13 millones) no contaba con servicios básicos en la vivienda y 21.6% (23 millones de personas) presentaba carencias en su alimentación”.

Otros datos relevantes del informe del Coneval: personas en situación de pobreza multidimensional moderada: 33.7% de la población, equivalente a 36 millones de mexicanos. Personas en situación de pobreza multidimensional extrema: 10.5% de la población, 11.2 millones.

Más: población con un ingreso inferior a la línea de bienestar mínimo: 16.5% (17.7 millones de personas). Población con un ingreso inferior a la línea de bienestar: 48.7% (52 millones de personas).

Declaraciones optimistas

El pasado 15 de diciembre, durante una conferencia de prensa en la que el secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, explicaba las medidas para el “fortalecimiento y el blindaje” de la economía, Proceso preguntó:

–El apoyo que va a dar el Fondo Monetario Internacional, la línea de crédito por 73 mil millones de dólares, es por un buen comportamiento, que no deja de ser un rostro bonito. Pero ¿qué hay detrás de esa carátula? Seguimos siendo un país con la mitad del país en pobreza, con una desigualdad social y una concentración del ingreso terribles. La OCDE nos acaba de dar otra llamada de atención: andamos muy mal en educación, con todo y que gastamos cada vez más en la materia; pero lo hacemos mal y no estamos formando capital humano competitivo.

Un exultante Ernesto Cordero respondió:

–(En relación con) que el Fondo Monetario le pintó un rostro muy bonito al país, a la economía mexicana, le agradezco el piropo y (quiero) decirle que (…) lo que está atrás de ese rostro bonito es un país de renta media que está haciendo un esfuerzo muy importante por salir adelante y que lamentablemente también tiene mucho por hacer.

“Pero también muchas veces se cae en muchos lugares comunes cuando se describe cuál es el cuerpo atrás de ese rostro bonito. Y es muy común escuchar y decir que tenemos a la mitad de la población en pobreza extrema, lo cual es falso. En México en pobreza extrema debe haber, de acuerdo a la clasificación del Banco Mundial –los mexicanos que viven con menos de un dólar con 25 centavos al día–, 8 millones de mexicanos, que siguen siendo muchos mexicanos, pero no es la mitad de la población.

“Cuando se habla (de) que la educación es terrible en México, yo creo que hay que ponderar que en México se ha alcanzado la cobertura total en educación básica y el nivel de educación que existe en México está por arriba del nivel en América Latina.

“Lamentablemente nos vamos mucho con las primeras planas y con alguna información que no recupera toda la riqueza de los análisis que se realizan; pero si se hiciera, se vería que México ha avanzado y, ciertamente (…), se encuentra no en la posición que nos gustaría con respecto a países de la OCDE, pero (…) se encuentra en lugares por arriba del promedio de América Latina, y por arriba de países que tradicionalmente consideramos que tienen una profunda cultura y una gran educación, como los países del Cono Sur.

“En términos de capital humano le diría que México genera 90 mil ingenieros al año, y gracias a eso México se ha vuelto una plataforma exportadora muy importante, por ejemplo en la industria aeroespacial. Por ejemplo, (quiero) decirle que de los teléfonos móviles que utilizamos hoy en día, México es el principal exportador (…). No quiero hacer los anuncios pero los de la frutita, la mitad de los teléfonos de la frutita (…) se hacen en México.

“Y eso no se podría hacer si no tuviéramos capital humano, si no tuviéramos mano de obra muy capacitada y si no tuviéramos una generación de mexicanos que cada vez están comiendo mejor, que están mejor, que están mejor educados y que tienen acceso a servicios de salud cada vez más importantes.”

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