miércoles, 26 de enero de 2011

Ex premier británico Brown teme revuelta global de estudiantes desempleados y hambrientos

Bajo la Lupa



Alfredo Jalife-Rahme


26 enero 2011

Los totalitarismos globales, en lo económico como en lo político, se han puesto a temblar.

¿Será 2011 el año fatídico de la revuelta de los desempleados universitarios hambrientos (que ya suena a triple pleonasmo) que vaticinó el prospectivista Gerald Celente (Bajo la Lupa, 16/1/11) y que empieza a sacudir a los países totalitarios de la Tierra, sean neoliberales en lo económico o sean autocráticos en lo político?

La Revolución del Jazmín en Túnez (Bajo la Lupa, 19/1/11) expande su penetrante aroma en los cuatro rincones del mundo árabe y ha alcanzado al distante Yemen y hasta un país islámico no árabe como Albania (La Revuelta del Jazmín Alcanza Albania, Euractiv.com, 24/1/11).

Nada menos que el ex premier laborista británico Gordon Brown, uno de los artífices junto a Baby Bush (y luego con Obama) de la creación hasta ahora estéril del G-20 para intentar salvar al capitalismo barbárico de su entropía ineluctable, advirtió la epidemia (sic) del desempleo juvenil global (Larry Elliot, The Guardian, 18/1/11).

Larry Elliot adelantó un día antes parte de la magistral Conferencia Ted Kennedy/John Harvard que impartiría Brown en un distrito londinense y en la que solicitaría a Barack Obama tomar el liderazgo para ayudar (sic) a 81 millones por debajo de los 25 años. ¿Son tan pocos?

¿Cómo los habrán medido Brown y/o la OIT, controlada por la plutocracia global, que tiene diferentes mediciones y definiciones de sastre para el desempleo del desastre tratándose de países desarrollados y no desarrollados?

¿Posee Obama la autoridad moral –no se diga, la potestad tangible–, para rescatar a los desempleados estudiantes hambrientos cuando ha sucumbido a las garras de la bancocracia de Wall Street, como delatan sus dos recientes nombramientos en el primer círculo de la Casa Blanca que benefician a JP Morgan-Chase y a General Electric?

Elliot comenta que la conferencia de Brown será a nombre de los jóvenes desempleados del mundo. ¿Quién lo nombró con tan alta distinción?

Brown advierte que tal epidemia obliga a urgentes medidas conjuntas del G-20 (sic) de países desarrollados y en vías de desarrollo. La misma Gran Bretaña (GB) no se salva de la epidemia del desempleo de sus propios contestatarios jóvenes.

Pero lo grave del asunto es que Brown viene usando fútilmente como bandera política la bomba de tiempo del desempleo juvenil desde hace más de un año cuando aún era primer ministro (The Guardian, 19/11/09) y no pudo resolverla con sus donativos vulgares, unas migajas tangenciales que desembocaron en su defenestración en las urnas y luego en las violentas protestas estudiantiles de fin de año en Londres.

Ocho meses después de ser defenestrado, Brown se percata otra vez que el desempleo es una bomba mundial de tiempo para los países desarrollados y los no desarrollados.

¿Incluirá Brown al México neoliberal itamita donde Calderón más se hunde y más alardea ecómicamente su éxito nihilista.

Exclusivamente para GB, Brown admite un millón de jóvenes desempleados menores de 25 años. Pero no tarda en curarse estadísticamente en salud: “puede volverse un mayor problema si, como sospecho (sic), el número de jóvenes a quienes se les niega la educación (…) crece por encima de 70 millones de aquí a 2016”. Una clásica elucubración mental de los mendaces políticos.

En su discurso –que parece diseñado para el consumo doméstico (a los políticos de GB, en su fase colonial como poscolonial, les importa un comino el mundo fuera de su exiguo archipiélago y dominio anglosférico)– Brown expectora que el mundo (sic) necesita asegurarse que los jóvenes no sean las mayores (sic) víctimas de la crisis global y asegurarse que no estarán peor que sus familiares.

¿No fue, acaso, Brown corresponsable de la crisis global cuando fue encargado de las finanzas y la economía en el gabinete del hoy vilipendiado Tony Blair (10 años) y primer ministro (3 años), en un total gubernamental ejecutivo de 13 años, es decir, en el auge y caída de la globalización financierista?

¿Pero quién garantiza que los familiares de los desempleados estudiantes hambrientos, específicamente en GB, van a prolongar su artificial bienestar cuando sus fondos de pensiones han sido desfondados por el parasitismo de la bancocracia global con sede en la City?

London SE1 (21/1/11) brinda la reseña de la conferencia magistral de Brown –en franca defensa de la globalización financierista y contra los nacionalismos regenerativos que perjudican los intereses egoístas de la City–, donde se extingue notablemente su tema nodal sobre el desempleo juvenil global que había adelantado LE.

¿Quién lo habrá frenado de un día al otro de su falso samaritanismo?

Por cierto, su conferencia fue apadrinada por la Sociedad Fabiana que pregona el socialismo democrático mediante reformas graduales frente a la rebeldía marxista, lo que explica el casi quietismo, para no decir ataraxia confabulada, de Brown en la etapa (r) evolucionaria global donde brilla el paradigma tunecino.

Seguramente Brown habrá leído en el mismo rotativo, tres días después, el artículo de John Vidal (The Guardian, 23/1/11) sobre la especulación de los alimentos: la gente muere de hambre mientras los bancos ganan fortunas con los alimentos cuando los más pobres pagan el precio.

Vidal cita a Mike Masters, directivo del fondo Masters Capital Management, quien testificó ante el Senado de EU, que el negocio de los alimentos es especulativo entre 70 y 80 por ciento ¡Nada más! ¿De qué sirve que lo sepan los senadores del ancien régime global?

También cita a Hilda Ochoa-Brillembourg, presidenta de Strategic Investment Group, con sede en Nueva York, quien admite que la demanda especulativa (sic) para los futuros en materias primas ha aumentado desde 2008 entre 40 por ciento y 80 por ciento en los futuros agrícolas. So what? Bajo la Lupa lo ha demostrado hasta la saciedad (16, 23 y 27/4/08; 4/8/10; 16 y 19/1/11).

¿Afectará siempre la hambruna global a los jóvenes desempleados del G-7?

Brown, un impenitente de la globalización financierista, es además un falso profeta. En su reciente libro Mas allá del crash: superar la primera crisis de la globalización, asevera haber sido engañado por los banqueros globales (¡Cómo no!) a quienes ahora recrimina muy a destiempo (¡con 13 años de atraso ejecutivo!) tanto su incompetencia como su carencia de moral.

No hay vuelta de hoja para los políticos muy bien lubricados del ancien régime del G-7: si desean evitar la humillación de ser derrocados del poder, al estilo del paradigma tunecino, deben optar entre el parasitismo de su bancocracia global o el bien común para aliviar la tragedia de sus desempleados estudiantes hambrientos, cuando el destino de ambos se ha vuelto incompatible.

A los anteriores y actuales líderes del ancien régime global del G-7, al estilo de Blair y Brown, rogamos cesen de preocuparse y ocuparse del resto del mundo que sabrá como requilibrar las fuerzas biológicas en juego, que ya lo está haciendo en la periferia de la agónica globalización financierista desde Túnez hasta Albania.

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