En lugar de combatir de frente a la violencia, Carlos Cruz (Ciudad de México, 1973) la destaja desde adentro. El fundador de la organización Cauce afirma que los puntos de quiebre para que las personas cambien no siempre están ligados a la tristeza o al dolor, sino que pueden venir de la alegría forjada con educación y entendimiento. Para este fin, la participación en comunidad es primordial para comenzar a reducir la violencia en el país. Entender que el miedo nos ha cegado y que eso está llevando al país al desfiladero. Que hay que cambiar. O como le dijo uno de los pandilleros que pasó por Cauce y que ahora estudia un doctorado en Inglaterra: “los emprendedores son la brújula, pero los jóvenes son el polo”.
Hace unos días escuché tu presentación en el foro “Sociedades del Futuro” y no me quedó claro qué es Cauce.
Cauce es una organización que nació hace 10 años. Pero no podemos entender la historia de Cauce si no entendemos la historia de un grupo de pandilleros y de integrantes de bandas estudiantiles. Desde 1986, muchos de nosotros llegamos a bachilleratos sumamente violentos. Había enfrentamientos cotidianos entre un turno y otro. O bajaban las bandas de los barrios para apoyar a las de las escuelas. Estamos hablando de toda la zona de Gustavo A. Madero.
Nosotros tuvimos un nivel de organización violenta para confrontar a la violencia. Muchas de las organizaciones juveniles de aquel tiempo eran partidistas, ligadas a la movilización política, ni siquiera a la participación.
En 1991 comenzamos a hacer otras alianzas y trabajos entre los grupos que estaban en las escuelas de la UNAM, los Cetis o los Colegios de Bachilleres, siempre con el mote de ser porros. De cargar con el estigma de que el gobierno te mantiene.
Del 94 al 2000, generamos un proceso de aliarnos con otros grupos y dijimos “lo primero que vamos a resolver es ya no estarnos matando” y ahí resolvimos una parte. En el 2000, la posibilidad de generar más violencia estaba presente, después del homicidio de un compañero. Yo dije ya me cansé. Ya no estoy en esta lógica. Muchos va, vienen, están en las cárceles, familias desintegradas. Nos ven como enemigos en nuestras casas y ahí empezó el trabajo de Cauce.
Después de eso comenzamos a formarnos. Comenzamos a asistir a seminarios, a talleres, y nos empezamos a interesar mucho en el aspecto de la educación popular. Hoy nos definimos como educadores populares.
¿Qué es eso?
Alguien que asume su rol de no ser el que enseña, sino el que aprende. Es alguien que no se queda en el nivel de transmitir conocimiento, sino de problematizar el conocimiento para encontrar soluciones para los problemas. Es alguien que desde el ámbito educativo entiende que la Educación no es sólo decirle a alguien que logró a una meta, sino que esa meta lo va a transformar a él y a la comunidad en donde vive. Es alguien crítico, creativo. Alguien que no le tiene miedo al ridículo. Hacemos cosas que los profesores normales no se atreverían, pero cuando vemos los resultados—porque se trabaja desde lo simbólico y lo significativo—la educación se queda más grabada en la gente.
Por ejemplo, no puedes entender a Brasil sin entender la transformación de su modelo educativo involucrando la educación popular.
Y les ha resultado.
Ahí está. Brasil en buena parte dijo “somos los padres de la educación popular”, con Paulo Freire.
Nosotros no teníamos profesión. Cuando hacemos el centro comunitario comenzamos a hacer actividades de ese tipo. Tecnología, taller de corte y confección, de serigrafía, una estación de radio por Internet. Y nos dimos cuenta de que se podían ligar.
¿Y cualquier muchacho que vive por aquí puede participar?
Sí, pero no es así nada más. Hay una gran diferencia con lo que hacen los gobiernos con sus programas. Cuando asumimos el papel de educadores el chavo que entra a serigrafía va a entrar a saber a trabajar en equipo, a tener una discusión consigo mismo, a tener una discusión creativa para resolver problemas, a tener una discusión crítica y lo va a plasmar a través de lo que va a hacer en la serigrafía. Va a hacer empatía.
Los chicos que participan en la estación de radio por Internet no sólo van a venir a decir “yo soy locutor”. Eso es lo último que nos interesa. Cuando se trabaja con la palabra los chavos asumen el rol que están teniendo frente al micrófono. Hay un ejercicio de empoderamiento. Desarrollan habilidades. Tienes que desarrollar la comunicación asertiva.
¿Por ejemplo?
Hace poco tiempo un grupo de jóvenes que participan en Cauce fueron a participar a un programa. Uno de ellos, que ha escrito un libro sobre rap, dijo: “en este país los jóvenes no hacen lo que quieren, sino lo que les dicen que hagan”. Les preguntan a los otros si están de acuerdo con eso y responden “no, no estamos de acuerdo con eso. Nosotros hacemos lo que queremos. Yo tengo empleo”. ¿Y cuánto de pagan?, le preguntaron. “No, no me pagan, me dan la facilidad de dar”. Y el chavo de Cauce le dice “no nos hagamos estúpidos. No tienes empleo. No estás haciendo lo que quieres. Estás haciendo algo en donde te dieron una oportunidad. Eso no es hacer lo que tú quieres”.
Esa concepción nos da u parámetro para ver qué jóvenes estamos formando desde la sociedad civil. En Cauce estamos formando jóvenes que están dispuestos a cambiar el mundo al decir “tenemos que tener todas las oportunidades todos. Poder decidir, poder decidir sobre tu futuro, tu rumbo”.
¿A diferencia de otras enseñanzas?
Lo que tenemos siempre es “incorpórate al mercado”. ¡Tú súmate y ya está! Lo que decimos nosotros es que los diques sociales y económicos ya se rompieron. Hay que construir nuevos. Si los construimos igual que como los construyeron otros esto no va a funcionar. Nosotros impulsamos mucho el cooperativismo para trabajar con la banda y la pandilla. Ya tienen en su estructura orgánica los valores de la solidaridad y la cooperación, cosa que no tienen otros jóvenes.
Hace tres días estuvimos en el Tec de Monterrey y nos dio mucha tristeza como ver que lo que se plantea a los jóvenes desde las universidades es decirles “ tú haz dinero, después dona”. Pero ¿por qué no mejor yo genero negocio social desde ahora?
¿Cómo?
Ahí el tema es muy sencillo. ¿Qué clase de vida quieres tener? Si el paradigma es tener un Hummer afuera de tu casa, con esa ilusión no funciona el mundo.
Y en caso de que le funcione tal vez al final del día se va a dar cuenta de que eso no era lo que quería, sino lo que dijeron que quería.
En términos reales es muy raro encontrar a jóvenes que estén haciendo lo que quieran. Muchas veces pregunto eso en universidades y las manos que se levantan son pocas. Incluso chavas que dicen “yo lo quería era tener hijos y punto”. Si lo razonó y lo pensó es una decisión de ella. Aspiramos al desarrollo, pero la realidad es que eso no está pasando.
Estamos navegando en el mar de los tiburones con un modelo que ya no funciona, ya se quebró. No podemos seguir pensando en mantener el estatus quo. Reventó, desgastó a las instituciones, a las personas. Se comió el tejido social. Necesitamos modificarlo. Y a lo que le apostamos nosotros es a tener un centro de transformación, de participación, pensando en la protección de los derechos de los jóvenes.
¿Pero el gobierno no hace eso?
En la mayoría de los casos dice “voy a atender a los jóvenes”. Y nosotros decimos “¿quién te dijo que necesitan ser atendidos? ¿Ya les preguntaste?”. A lo mejor lo que necesitan es participar. Pero en otros casos te puedes encontrar a otros que de plano ya jodieron su vida y lo que necesita es protección, atención. Hay una gran diferencia con esa mirada.
México se empezó a preocupar de sus jóvenes hace dos años en términos reales con el caso de la discoteca News Divine. Ese hecho lo destapa. Nosotros en el 2001 ya lo veníamos reportando. El 62 por ciento de los pandilleros son víctimas de abuso sexual y muchos de estos se están recorriendo al crimen organizado como parte del sicariato. Y nos dijeron “están locos”.
No teníamos tanto elementos técnicos de investigación, pero lo triste es que ahora somos el referente. Tenemos una discusión muy clara que nos dejó un pandillero, que estuvo en la cárcel, pasó por Cauce y ahora estudia un doctorado en Inglaterra. El tema es el siguiente: los emprendedores son la brújula, pero los jóvenes son el polo. ¿Qué implica esto? Que no puedes ir contra el polo. Tienes que ir hacia donde van los chavos, porque tienen ideas, porque ya se cansaron del planeta donde viven. Y cuando no hay alternativa dicen “pues que me maten rápido, o que me mate yo consumiendo o encontrar un piche empleo de lo que sea y si me pagan bien o si me explotan es lo mismo”. Es una desesperanza total.
¿Y hay esperanza?
Ahí es donde nosotros decimos que hay una gran equivocación parte del sistema y cómo está construido. Nos dicen hay que cambiar a la Policía. Yo les digo “Sí, ¿y? Me cambias a la policía pero el ciudadano no cambia. No cambia al empresario. La empresa sigue explotando al papá, el papá va a seguir llegando enojado a su casa, le va a pegar al hijo, a la hija y a la mamá porque es una manera de desquitarse por lo que vive en la empresa. Entonces esto es un problema sistémico, no estructural”.
Ahí la discusión está con los compas que hacen la planeación estratégica, pero que a mi gusto es la planeación más perversa porque siempre estás viendo como ganas. En la planeación sistémica no. Nosotros tenemos muy claro que la planeación sistémica te ayuda a recuperar lo ancestral, a reconectarte con el mundo, a recolocar tus valores con los de otros. Y al final cómo ejercer ética en términos de juventud. Nosotros nunca le decimos al joven qué tiene que hacer. Les preguntamos “¿quieres participar? Hay estas opciones. Y a veces dicen no me gustan. ¿Quieres hacer algo diferente? Sí. ¿Qué se te ocurre? Tengo 19 proyectos en Juárez, muchos que me dicen a mí no interesa la violencia, a mí lo que interesa es tener agua potable. Ahí es cuando rompes la inercia de pensar que yo soy la solución. No. Los chavos son la solución.
Comentabas lo de Juárez. ¿Te preocupa la situación de los jóvenes en esa ciudad?
Me sorprende mucho porque además va creciendo. El nivel de violencia no solamente está en Juárez. Tú viste ayer el nivel de violencia en Michoacán. Tienes a Nayarit colapsado. A Sinaloa colapsado. A Baja California. Durango, La Laguna colapsada, que era una zona productiva. Coahuila y su zona de La Laguna, colapsado. Guerrero, Acapulco y Zihuatanejo en particular están hechos pedazos. Monterrey. Tamaulipas, técnicamente todo el estado. Ahí le paro porque si le sigo me deprimo.
Lo que sucede es que los datos se empiezan a repetir: disminución de la edad de los jóvenes que participan en los enfrentamientos, mayor número en total.
¿Cuántas detenciones de jóvenes hay cada noche en Juárez?
Alrededor de 350. Eres joven, estás en la calle ¡vámonos! Eso está sucediendo en la mayoría de los estados. Lo más preocupante es en términos de adolescencia, en la franja de los 12 a los 17 años. Están siendo golpeados con una barbarie impresionante.
Hay que hacer una diferencia muy grande. No es lo mismo ser hombre a ser mujer en estas condiciones. En esta violencia, el impacto es más directo hacia ellas.
Hay que desmontar el tema de “en algo andaba”. Es la frase más antidemocrática en cuestión de justicia que existe. Los 14 niños de Villas de Salvarcar. Ninguno tenía armas. Acabaron la secundaria y no pudieron entrar a la prepa. Querían seguir estudiando. Hay que empezar a contar esta guerra desde una manera distinta.
A fin de cuentas eso es otra forma de violencia, ¿no?
Son otras formas de violencia. La respuesta Ejecutiva (del Presidente) fue “eran pandilleros”.
En Horizontes del Sur, 13 eran seminaristas con trabajo comunitario.
Y todo reviene a esto que comentabas de la percepción que la autoridad tiene del joven, una llena de prejuicios solamente por ser joven.
La autoridad se empezó a preocupar cuando se dieron cuenta de que existe el bono demográfico y dijeron “ay, existe el bono demográfico y estamos quebrando el país hacia el futuro”. Primer punto. Segunda discusión: “oiga señor presidente, los jóvenes tardan alrededor de seis meses cuando los contratamos en aprendizaje. Estamos perdiendo dinero”.
Una cuestión mercantilista.
Ya que digan que estamos destinado al fracaso si bien no es una discusión pública es ver que vamos a hacer con los chavos. Es muy triste saber que esos son los términos. La discusión económica no está pasando por la discusión humana, la que más tiene que haber.
Las instituciones del país que trabajan para adolescentes, juventud, mujeres, infancia, etc., en muchos de los casos no cuentan con perspectiva juvenil, de género, con cultura de buen trato, con cultura de paz y con enfoque de Derechos Humanos. Si tú no tienes esas cinco cosas no sabes tratar a las personas porque no conoces sus derechos, por lo tanto las violentas, decides tú qué hacer y sigues haciendo invisible a las mujeres.
En términos de sociedad civil tenemos que empezar a ser muy críticos. Está en el rollo de nosotros hacemos todo bien, ¡maldito gobierno! No, haber. Nosotros cumplimos 10 años y en agosto decidimos emprender un estudio longitudinal de los actores de hace 10 años que pasaron por Cauce para poder intervenir.
¿Y qué han encontrado?
Que en muchos de los casos, el 72 por ciento, los jóvenes que han pasado por Cauce o estudian o trabajan o estudian y trabajan. El porcentaje es muy alto con cualquier programa del gobierno que me pongan enfrente. Tengo más eficiencia, eficacia y efectividad. Eficiencia en términos de que atiendo lo que puedo atender. Eficacia en que uso menos recursos y tengo mejores resultados. Y efectividad: estoy teniendo incluso transformaciones familiares.
La sociedad civil tiene que entrar a evaluarse. Nosotros como sociedad civil existimos por la ausencia del estado. Tenemos que tener en claro que no somos eternos. Si logro convencer a gobiernos estatales, municipales, de que hagan su trabajo, yo me dedico a otra cosa. Pero la realidad es que en los últimos cinco años cambió totalmente la cosa.
¿Por qué?
No hubo mirada, en términos de juventud. Hay mirada hasta ahora. Tiene que haber mirada institucional. Voluntad política.
¿No te parece que esto nace ver al Otro con miedo? De decir, ¿”ellos son como diferentes”?
Yo, a pesar de que fui uno de los duros de la banda, nunca dejé de leer. Ayer estaba leyendo un tomo de La Familia Burrón y me acordé de mi época de chavo leyendo cómics. Y bien triste saber que los cómics, planteados cómo están, lo que hicieron fue deteriorar el lenguaje.
¿Por qué comparo esto? Porque lo que tú me estás preguntando tiene que ver con una construcción política, social y económica. Si hacemos un análisis de la resiliencia en México—entendida como una forma de salir adelante—el país lo que ha tenido son medios de comunicación que trabajaron para construir una cultura violenta. Era una cultura violenta, el problema es que hace cuatro años se instauró en México la parte activa de esta violencia. Lo que nos está sucediendo es que México tiene una vida cultural violenta activa. No la teníamos. Éramos muy comunitarios. La fueron deteriorando. Hoy ya no existe más en las zonas urbanas esta relación comunitaria.
Es inexistente.
Cerca de mi casa hay un depósito de agua en donde trabajan chavos. Los contrata un señor. Todos se ve que traen broncas. Yo digo “estos son pillos, pero qué bueno que están trabajando”. Yo saludo al señor, pero nadie saluda a los chicos. Esa parte se nos olvidó, estamos completamente deteriorados. El miedo nos cegó. A mí no, pero a la gente la cegó. No es que te hayan puesto una venda, porque te la puedes quitar, aquí hay una ceguera. A mí me parece que eso es lo más criminal que le puede hacer a la gente. Es decirles “mira hacia el frente con la cabeza agachada”.
Hay violencia, hay miedo. Van de la mano.
Nos está ganando el discurso de la violencia. En Cauce tenemos el modelo del archipiélago.
¿Qué es eso?
Ver que en muchos lugares hay muchos constructores de paz. En mi barrio es el señor con su depósito de agua que contrata a los chavos. Eso es una pequeña isla de paz. Si los llevas a otro lado eso no va a pasar. Me decía un pandillero de Neza el otro día: “En Polanco yo soy presunto responsable de lo que sea, en Neza soy la renta de la policía”. Es muy duro porque en los dos escenarios es víctima.
Los chavos y las chavas no están encontrando las alternativas para decirle a le gente que no les tema. Que no porque se junten en la esquina son delincuentes. Tampoco por consumir sustancias. El problema muchas veces no está en la calle. Está en la escuela, en la casa. Ahí está la discusión. Meterle trabajo para creer en el otro, de confiar en el otro. En Cauce lo que hacemos de manera metodológica es la construcción de la confianza.
¿Si no hay confianza qué pasa?
No te estaría hablando en este instante. No hay comunicación. La confianza es fundamental.
Cuando ves los análisis de lo que dice la gente de los gobiernos la gente no dice si está bien o está mal. La gente en el fondo lo que dice es qué tan confiable es estar con alguien.
Última pregunta. Tú estuviste en la banda. Tomando tú en cuenta tu experiencia, ¿el cambio del que hemos hablado es más una cuestión que venga de adentro o de esperar a que te llegue?
Nosotros hemos encontrado que hay dos formas de generar un punto de quiebre. El que tuvimos en algún momento 64 líderes es uno que no le deseo a nadie porque es donde se muere alguien. Esos puntos de quiebre son los que están sucediendo más, pero deberían ser los menos.
Es algo que se puede generar, detonar, sin necesidad de que haya un hecho violento, que te lastime. Que haya procesos de reflexión y decir yo no quiero eso.
Creo que es con el desarrollo de habilidades para la vida. De resilencia. Ahí se puede ir transformando la vida de la gente. Yo no creo que esa transformación se pueda dar en términos de subsanar lo que la gente necesita. El punto de quiebra también se presenta cuando la gente aprende a subsanar su problemática. Los puntos de quiebre no sólo son tristeza o dolor, también alegría y buen humor. Por ahí hay que construirlos.
eduardo.portas.ruiz@gmail.com
En Twitter: @EduPortasRuiz
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