jueves, 30 de diciembre de 2010

Ni perdón ni olvido




Alfonso Zárate


30 diciembre 2010

“Echarle tierra al asunto”, de eso se trata, al cabo que la memoria es corta. Lo saben bien Carlos Cabal Peniche, el banquero predilecto del salinato; Isidoro Rodríguez, El Divino, quien fuera extraditado desde España por acusaciones de fraude; Raúl Salinas de Gortari, el hermano incómodo; los padres de la pequeña Paulette Gebara y tantos otros.

Con el mero transcurrir del tiempo, los hechos se arrumban en algún rincón de la mente. Temas que sacudieron y escandalizaron a la opinión pública pasan, más temprano que tarde, al olvido, y los verdaderos culpables no pisan la cárcel, o son absueltos gracias a la gestión de abogados de postín y a la corrupción de jueces y magistrados, y por eso los indiciados de ayer se exhiben hoy en las páginas de sociales, donde comparten espacios con la “gente bonita”. La impunidad no sólo deja sin castigo a quien lo merece, sino que deviene el mayor incentivo para la delincuencia y la criminalidad.

Más allá de las multas cuantiosas que aplicó el IFE al PRI y al PAN, nunca se procesó a los responsables del Pemexgate o de Los Amigos de Fox. Tampoco hay investigaciones ministeriales en curso contra los responsables del Fobaproa, uno de los atracos más grandes a la sociedad mexicana. En México, delinquir es un buen negocio.

Todo indica que nunca enfrentarán la justicia Arturo Montiel y sus hijos por los abusos cometidos al amparo del poder, y ya no está Germán Dehesa para rubricar su columna con la misma pregunta incisiva: “¿Cómo durmió hoy?”.

Están también los excesos de los gobernadores (algunos ya son “ex”): Ulises Ruiz, de Oaxaca, y Fidel Herrera, de Veracruz, que siguieron endeudando a sus estados y gastando alegremente hasta el fin de sus administraciones, o las fechorías del Góber Precioso, Mario Marín; las macrolimosnas del piadoso (y etílico) Emilio González Márquez; los negocios y las adicciones de Armando Reynoso Femat, de Aguascalientes; las onerosas debilidades maternales de Amalia García, de Zacatecas…

Han transcurrido dos años de aquella sesión en la que Alejandro Martí le dijo a los responsables de la seguridad pública, sin levantar la voz: “¡Si no pueden, renuncien!”. Hasta ahora, que se sepa, no hay una sola autoridad que haya presentado su renuncia en un acto de mínimo decoro ante su incompetencia frente a una violencia que no cesa y una criminalidad en ascenso.

No están detenidos los autores intelectuales y materiales del asesinato del candidato del PRI a la gubernatura de Tamaulipas, Rodolfo Torre Cantú, y cuatro integrantes de su equipo de campaña. Ni sabemos en qué va la investigación sobre la muerte de los niños Bryan y Martín Almanza Salazar por los disparos de soldados en la carretera Reynosa-Nuevo Laredo, a la altura de Ciudad Mier, en Tamaulipas. ¿Y habrá sentenciados por la muerte de los dos estudiantes de posgrado del Tecnológico de Monterrey, que supuestamente perdieron la vida en un “fuego cruzado”?

Son miles los secuestrados, algunos mutilados y asesinados, no obstante que sus familias pagaron el rescate y los responsables permanecen impunes. Y los más de seis mil asesinados en Ciudad Juárez, contando desde 2008, hacen palidecer a “las muertas de Juárez”. ¿Y los asesinos, materiales e intelectuales, de Marisela Escobedo y su hija? Sin rastro alguno.

Es la impunidad y sus múltiples rostros. El fuero religioso se eliminó de la Constitución hace 150 años, pero sigue imperando en la realidad, como lo exhiben los desplantes groseros del cardenal de Guadalajara, Juan Sandoval Íñiguez, y todavía no sabemos si se someterá a la ley al obispo de Ecatepec, Onésimo Cepeda, quien habría aprovechado su condición de “guía espiritual” de la señora Olga Azcárraga para sacarle una firma en una hoja en blanco que después habría convertido en un pagaré por 130 millones de dólares.

Ha transcurrido un año de la tragedia en la guardería ABC del IMSS en Hermosillo, que cobró la vida de 49 pequeños y dejó a más de 100 con lesiones, en algunos casos irreversibles, y ninguno de los responsables está en la cárcel. ¿Y las indemnizaciones por los pecados y delitos graves del padre Maciel? ¿Y las fugas de reos de los reclusorios?

No habrá democracia sin justicia. Por eso, ante tantos y tantos crímenes que siguen impunes: ni perdón ni olvido.

www.twitter.com/alfonsozarate

Presidente del Grupo Consultor Interdisciplinario

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