Los mexicanos son reacios al aprendizaje. Al de la vida real y al cultural, científico y técnico. Allí están las observaciones de la OCDE al sistema educativo encabezado por Alonso Lujambio, secretario de Educación, pero sobre todo precandidato a la presidencia. Transitó sin mayor reparo del impulso a la transparencia a la quietud del agua estancada. Es el estigma del modelo educativo mexicano.
Agua estancada que determina el comportamiento de numerosos administradores públicos, de codiciosos políticos que sólo ven en el ejercicio del poder la oportunidad de servirse con la cuchara grande, amparados en la opacidad, la impunidad y la complicidad entre los fácilmente corruptibles funcionarios públicos que olvidan el mandato constitucional que deben cumplir, porque si lo observan su destino pudiera ser el de la temida honrada medianía.
Además de la Secretaría de Educación -por el enorme presupuesto de adquisiciones en bienes obligatoriamente renovables- el IMSS es codiciado por el discrecional manejo de su presupuesto, que puede determinar amistades y/o complicidades entre patrones, obreros y gobierno. Así, mientras el ministro Sergio Valls Hernández pareció empeñarse en reducir las pensiones de los asegurados, el Instituto ha invertido más de 13 mil millones de pesos en empresas con alto riesgo, en lugar de asegurar el fondo económico capaz de responder a la razón de ser de ese organismo: seguridad social y pensiones.
En nota de La Jornada, nos enteramos que “en contraste con el discurso del gobierno federal que advierte del desplome de las reservas financieras del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y el consecuente riesgo de quiebra en los seguros de pensiones y enfermedad, durante el presente sexenio se han destinado 13 mil 183 millones de pesos provenientes de los fondos del mismo instituto para invertir en siete empresas privadas, dos de ellas, hipotecarias en graves problemas económicos y de liquidez.
“Entre 2006 y 2010 siete empresas receptoras de los recursos de las arcas del Seguro Social son América Móvil, con mil 98 millones 91 mil pesos; Cemex, 7 mil 50 millones 140 mil; Coppel, 300 millones; Hipotecaria Fincasa, 750 millones; Hipotecaria Su Casita, 2 mil 526 millones 88 mil; IXE Automotriz, 200 millones 2 mil, y Telefónica Finanzas, mil 257 millones 53 mil pesos”.
¿Dónde queda entonces la alarma sonada por Daniel Karam, quien se refirió a la caída de las reservas financieras y a la posible quiebra del IMSS? ¿Ha transformado el Instituto su vocación, dejó de lado la seguridad social y se convierte en banca de desarrollo?
Entiendo que preservar y hacer crecer los fondos de pensiones, así como obtener la liquidez necesaria para que el Instituto funcione en todas sus áreas, requiere de innovadoras estrategias de inversión, pero es prudente preguntarse si apuntalar a esas empresas, algunas de ellas en riesgo, es cumplir con la vocación primaria del IMSS. Lo dudo.
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