Porfirio Muñoz Ledo | |
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11 diciembre 2010 bitarep@gmail.com | |
Cancún no ha sido el símbolo de conferencias mundiales exitosas que, si bien reafirman su posición turística, conducen invariablemente a la frustración. Así la cumbre entre mandatarios del norte y del sur en octubre de 1981, donde se alcanzó la promesa de “iniciar con urgencia una ronda de negociaciones económicas mundiales” que jamás pudieron concretarse. Peor aún la conferencia ministerial de la Organización Mundial de Comercio en 2003, que tuvo un final abrupto sellado por el suicidio del joven coreano. La COP16 ha revelado las fronteras infranqueables de sustancia y de método que impiden avances efectivos en la emisión de gases de efecto invernadero, sin lo cual no se detendrá el cambio climático. Los gobiernos se hallan extraviados en el laberinto de las transferencias tecnológicas, los fondos verdes, la prolongación del Protocolo de Kioto, las medidas parciales de “mitigación” y “adaptación” y las responsabilidades “comunes pero diferenciadas” que muchos asumen, salvo los países más contaminantes. Se está cerrando un ciclo iniciado poco después del primer Cancún: el periodo neoliberal. Las negociaciones que habíamos proyectado versaban sobre el sistema monetario y financiero, la energía, el comercio y el desarrollo. Sucumbieron junto con el desplome del precio del petróleo que privó de dientes al tercer mundo, desató la crisis de la deuda, desalentó la sustitución de fuentes energéticas y generó abismos de desigualdad. En ese sentido, el calentamiento de la tierra es la otra cara del desastre financiero. Las cuestiones cardinales que determinan el cambio climático están fuera del tablero de la COP: son nada menos que el consumo inmoderado de grandes potencias, la extensión de la miseria, el armamentismo nuclear y convencional, la primacía del capital especulativo, el abuso de los combustibles fósiles y la prevalencia de un modelo depredador de producción. El medio ambiente es tan sólo la víctima de esos jinetes. Si no se les doma, terminarán erosionando al planeta. Recordemos la paradoja de la cumbre sobre financiamiento para el desarrollo —Monterrey, marzo de 2002— que en ausencia de los ministros de finanzas, concluyó en generalidades. La falta de una gobernabilidad racional exhibe la obsolescencia de las Naciones Unidas pero condensa también, a nivel mundial, el libertinaje del mercado y el secuestro de la autoridad pública por los poderes fácticos. El hecho de que Estados Unidos haya sido gobernado durante las últimas décadas por familias petroleras está en el centro de la crisis. Por tales razones, en el Convenio Marco que rige la materia se hicieron extensivas las prerrogativas concedidas a los países más poderosos en el Consejo de Seguridad a través del derecho de veto y en el FMI por el voto ponderado. Quienes poseen armas nucleares deciden sobre la paz y quienes tienen más dinero resuelven sobre financiamiento. Aquí, quienes emiten más del 40% de los gases pueden bloquear los acuerdos. El banco de sangre administrado por los vampiros. El Convenio distingue inclusive (artículo 4 numeral 2) entre “las partes que son países desarrollados y las demás partes”. Si bien estipula que “cada una de ellas adoptará políticas nacionales y tomará las medidas correspondientes” no establece métodos de verificación obligatorios. De su reglamento se infiere (artículo 42) que “las decisiones de fondo deberán adoptarse por consenso”, con lo que se han vuelto inasequibles los compromisos vinculantes sobre los asuntos que verdaderamente importan. Imposible ocultar el sol con fatigas y sutilezas diplomáticas. A ello se debe el traslado gradual de responsabilidades hacia los parlamentos, las autoridades locales, las empresas y las organizaciones de la sociedad, que comenzamos a actuar no sólo de modo complementario sino supletorio, como quedó de manifiesto en Cancún. Se nos ha regateado con mezquindad y temor la participación en las deliberaciones. Poco podríamos hacer dentro de un esquema viciado, excepto incrementar nuestra capacidad de denuncia. Valdría más que empleásemos nuestras propias potestades para inducir transformaciones radicales. Diputado federal del PT |
Testimoniar el día a día en todos los ámbitos de la vida nacional de México y el mundo ...
sábado, 11 de diciembre de 2010
El laberinto de Cancún
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