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José Luis Reyna | |
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13 diciembre 2010 jreyna@colmex.mx | |
WikiLeaks ha abierto la caja de Pandora. Ha dado a conocer un repertorio de intimidades, proveniente del gobierno de Estados Unidos, acerca del desempeño gubernamental de diversas naciones. En muchos sentidos las desnuda. En otros, confirma lo que ya intuíamos, aunque faltaba ese ingrediente de información para poder afirmarlo sin reservas. Para empezar, no hay que satanizar el papel que una embajada determinada lleva a cabo. Todas las representaciones diplomáticas alrededor del mundo informan; la cantidad y calidad de la información es, sin embargo, diferente: de los que dispone. No es lo mismo una embajada estadunidense, en cualquier lugar del planeta (todos, podría decirse) que la de un pequeño país centroamericano o africano. Estados Unidos nos ha espiado (observado) siempre por la sencilla razón de que compartimos más de tres mil kilómetros de frontera. El país más poderoso del orbe no puede dejar desprotegida una extensión fronteriza de esa magnitud e ignorar, además, lo que ocurra en el interior de nuestra nación: cuestión de seguridad nacional. Recuérdese, como ejemplo, el papel funesto que vino a desempeñar el diplomático Henry Lane Wilson, embajador estadunidense quien presentó sus cartas credenciales al presidente Díaz en febrero de 1910. Duró en el cargo hasta poco después de los funestos acontecimientos de la decena trágica (1913) que culminaron con el asesinato de Madero. Fue removido, tal vez en un acto de arrepentimiento, por el presidente Wilson. Su papel, sin embargo, fue tan importante que impidió, en complicidad con Victoriano Huerta, que Francisco I. Madero llevara a cabo su proyecto democrático. El gobierno estadunidense, y Lane en particular, apoyaron a Victoriano Huerta que, en apariencia, daba más seguridad al país del norte: protección a sus ciudadanos y a las empresas americanas establecidas en tierra nuestra. Una embajada y sus consulados tienen al menos dos funciones primordiales: informar (siempre con discreción) para negociar. Se hace lo primero para poder hacer lo segundo. Se informa del acontecer diario: los vaivenes económicos, los conflictos políticos, el poderío militar de la nación que hospeda a la misión diplomática: en otras palabras, es un trabajo de observación y de inteligencia. Es una tarea predominantemente rutinaria pero que, en una coyuntura determinada, puede ser crucial para lograr un acuerdo o señalar una diferencia. Qué mejor ejemplo que el caso de la guerra contra el crimen organizado emprendida por el gobierno de Calderón y sus repercusiones respectivas en el país vecino: la observación se orienta fundamentalmente a este punto. Tan es así que las advertencias del gobierno americano a sus ciudadanos para que no viajen a la frontera mexicana han surtido efecto: el número de visitantes estadunidenses descendió de 67.7 millones a 48.1 entre 2000 y 2010. La diplomacia está relacionada con la política exterior. Hay que conocer los puntos fuertes del país que se observa y, de la misma forma, reconocer los puntos débiles que lo aquejan. De esta evaluación resultará alguna acción cuyo rasgo esencial consistiría en obtener el máximo beneficio o el menor daño para llevar a cabo una negociación determinada. No debe sorprender, por tanto, que las filtraciones hechas por WikiLeaks pongan al descubierto lo que nuestro vecino del norte observa: que tenemos un Presidente agobiado, que el Ejército mexicano es “torpe y lento”, en contraste con la Marina que tiene más agilidad y precisión de movimientos. Estos datos dibujan un cuadro que nos lleva a reflexionar sobre nuestra propia seguridad nacional: ¿está dividida? Se dice también que la información de los llamados aparatos de seguridad no se comparte, lo que implica un riesgo que nos coloca en una situación de debilidad extrema. Preocupa saber que abatir a un Beltrán Leyva, en la ciudad de Cuernavaca, fue resultado de la información recopilada por Estados Unidos por la ineptitud de los cuerpos de inteligencia mexicanos. Preocupa también la percepción, muy probablemente basada sobre datos duros y documentos fidedignos, de que el secretario de Seguridad Pública federal sea calificado como un “perdedor”. ¿Por eso la guerra no se detiene? ¿Por lo mismo el número de bajas que esta guerra lleva no tiene límites? ¿Qué se informará de los recientes acontecimientos en Michoacán? El gobierno del país vecino encomia a Felipe Calderón. Se dice a la sociedad que todo marcha bien, aunque en la entraña de nuestro país todo esté en ruinas: corrupción, extorsión, crimen organizado y lo que se quiera agregar. Los informes filtrados por la diplomacia estadunidense en nuestro país y divulgados ahora en un sitio de la red cibernética confirman lo que, de alguna forma, se sabía. Se desprende que Estados Unidos tiene una gran preocupación por el destino mexicano, pues, de alguna forma, parte del suyo va en el mismo carruaje. Lo que se ha filtrado no es reversible. El gobierno mexicano puede decir que se trata de información descontextualizada. Sin embargo, lo que se confirma es un combate frontal contra el crimen organizado, que no tiene fin inmediato, que nuestras instituciones de seguridad están en una situación vulnerable y que el liderazgo del país está en una posición de debilidad extrema. La diplomacia nos lo descubre, la inseguridad nos lo demuestra y un sitio como WikiLeaks nos lo corrobora. Sólo queda preguntarnos ¿qué hacer?, ¿existe acaso la esperanza? jreyna@colmex.mx |
Testimoniar el día a día en todos los ámbitos de la vida nacional de México y el mundo ...
lunes, 13 de diciembre de 2010
Diplomacia, seguridad nacional y WikiLeaks
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