Pemex no sólo perdía lo robado. Se dejó de producir petróleo durante todo el tiempo que la plataforma estuvo sin equipo, hasta que hubiera una nueva compra y una nueva instalación. Más de 200 mil barriles de petróleo al día en este caso, además del gas natural asociado. Tres semanas después, el 11 de octubre, la afectada fue la Kab-A. Además de lo robado, el informe menciona también actos de vandalismo
. Otros tres días después fue la Kix-2.
Nada se dijo al público. El jurídico se limitó a reportar discretamente los robos, para cobrar el seguro en cada caso y preparar nuevos contratos para comprar, por adjudicación directa, los bienes a ser sustituidos.
Entre las medidas de seguridad, a partir de estos ilícitos, se instalaron cinco radares y equipos militares que, supuestamente, evitarían nuevos robos. Habría personal de la Marina de guerra en 225 plataformas. Se dio publicidad a la Plataforma México con muy modernos medios de vigilancia.
Sin embargo, el 8 de marzo de 2009 vino el robo de otra plataforma, la SINAN-SO, y luego varias más. No sólo eso, a principios de mayo se robaron, además del equipo, todo un helipuerto, de unas 20 toneladas, que no cualquiera puede llevarse sin que lo vean, especialmente con los equipos que ya cuidaban
las plataformas.
Las acciones oficiales fueron las mismas. Cobrar el seguro y volver a comprar e instalar los equipos. Y los robos masivos en plataformas se siguieron sumando al de hidrocarburos de los ductos y al secuestro de trabajadores en zonas petroleras de tierra.
Esto despierta algunas reflexiones. Si se reportan actos de vandalismo, ¿es esto, además del robo, un sabotaje?
Hasta donde puede uno ver, todas las plataformas robadas fueron de Pemex. Ninguna fue de las empresas trasnacionales que son contratadas por la paraestatal para perforar en terrenos o mares nacionales.
¿Por qué tanto silencio oficial? Laura Itzel Castillo, secretaria de la Comisión de Energía de la Cámara de Diputados, según el mismo reportaje, señala que el director de Pemex ha ocultado esa información. Recordamos que ha habido comparecencias ante la Cámara y ante esa comisión en especial.
Recordamos que en Chicontepec sí ha habido sólo contratismo. Es más, de 2 mil 600 pozos contratados entre 2007 y 2009, sólo hubo dos empresas beneficiadas: Schlumberger, con mil 500 pozos, y Weatherford, con mil 100.
Hay varias observaciones al respecto de la Auditoría Superior de la Federación. La producción ha rondado alrededor de uno por ciento de la producción nacional.
Según un reporte de la Comisión Nacional de Hidrocarburos, en 2007 la producción en Chicontepec fue de 75 por ciento de lo oficialmente anunciado. En 2008, ya fue sólo de 51 por ciento de lo previsto, y en 2009, de 42 por ciento de lo programado.
En cambio, en las zonas donde Pemex tiene más porcentaje de equipos propios, la región marina suroeste (RMSO) y la región sur, la producción de petróleo crudo ha aumentado de 25 por ciento del total nacional en 2004, a casi 42 por ciento en los tres primeros trimestres de 2010. Estas regiones no están en el discurso oficial y en general tienen menos presupuesto que otras.
En especial, en la parte marítima, la RMSO, durante 10 años, de 2000 a 2009, los pozos de desarrollo terminados fueron sólo 86. En cambio, la región norte, que incluye Burgos y Chicontepec –ambos paraísos del contratismo–, tuvo 4 mil 815 pozos, más de 50 veces más que los de la RMSO. A pesar de esto, está la producción mencionada.
Nos preguntamos: ¿qué porcentaje de la producción nacional tendrían las regiones de Pemex
sin los robos y tal vez sin sabotajes? ¿Qué argumento quedaría en favor de los contratos, especialmente los nuevos contratos incentivados
e integrales de servicios
?
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