Dejarían de tener ascendencia azteca Carlos Salinas y Felipe Calderón. A fin de cuentas son idénticos, igual a la serpiente emplumada que para juntar los extremos se muerde la cola. Al primero le faltaron arrestos para terminar lo que empezó; el segundo asume la actitud del que la Virgen le habla. No entendió su mandato constitucional, su compromiso con la sociedad toda, no nada más con los panistas.
En el road show político por él protagonizado con motivo de su cuarto año de gobierno, y diez de extravagante gobierno panista, no hizo sino exhibirse tal cual es, para infortunio de los mexicanos todos, acosados por el mal fario, al menos desde los años setenta. Por lo pronto, no recuerdo que nadie haya hecho pública una petición de “acuerdo”, “arreglo” o transa entre la delincuencia organizada y el gobierno. Se critica el camino elegido para combatir el narcotráfico, porque al hacerlo así la estructura de seguridad nacional completa, es intervenida por el gobierno de Estados Unidos, el único que sí tiene acuerdo con Calderón Hinojosa.
El presidente Felipe Calderón no se anda con medias tintas, afirmó que su gobierno no cayó en la “tentación” de llegar a “un arreglo” con los criminales, sumirse en la simulación y negar la realidad, sino que resolvió enfrentar con firmeza a la delincuencia. Aseveró que su administración ha golpeado “contundentemente” a todos los cárteles de la droga, desde líderes poderosos hasta sicarios y vendedores. De los detenidos, dijo que el 24% pertenecían al cártel del Pacífico; 28% a Golfo-Zetas; 4% a La Familia michoacana; 12% al Cártel de Tijuana; 15% al de Juárez, y 16% a los Beltrán Leyva.
Claro que la globalización y los acuerdos de libre comercio lo primero que modificaron fue el concepto de soberanía, ya no digamos que el de independencia fue barrido y enterrado. Esta nación es cada vez más dependiente, de ninguna manera interdependiente, que sería lo menos grave para el futuro que se cierne sobre los mexicanos.
Por ello no debe extrañarnos la información de La Jornada, dada tres meses antes que las filtraciones de WikiLeaks. Nos enteran desde septiembre que “Agentes de Estados Unidos participan en operativos de seguridad en las aduanas de México. Este año lo han hecho en por lo menos nueve ocasiones e incluso han capacitado en cursos de antiterrorismo al personal de la Administración General de Aduanas (AGA), de acuerdo con el cuarto Informe de gobierno del presidente Felipe Calderón Hinojosa.
“Tales operativos se han hecho al amparo del Plan estratégico aduanero bilateral México-Estados Unidos de América que fue firmado antes de que se cumpliera el primer año de gobierno del presidente Calderón, en agosto de 2007, y que abarca desde el intercambio de información y cursos de capacitación hasta la creación de comités de seguridad y operativos en las aduanas”.
Entiendo que el reordenamiento internacional modifique las prioridades, pero no acepto ni comprendo que esa modificación incluya tanta muerte, tanta pobreza, tanta posibilidad de que cunda el ejemplo de “El Ponchis”.
La información no ha sido desmentida. Nadie ha dicho esta boca es mía, se han limitado a quejarse de la filtración, pero nadie ha solicitado una explicación al gobierno de Barack Obama, para que aclare la opinión que tienen de México y su gobierno.
Por ello, no debe azorarnos que los primeros cables de la embajada de Estados Unidos en México y de algunos de sus consulados, relativos al tema del narcotráfico y la diplomacia internacional en este país, se refieran a la “desesperada ayuda” que el gobierno federal solicita a su par estadounidense en cada reunión con las autoridades estadounidenses; o que en otro de ellos Hillary Clinton solicita a sus diplomáticos en México un informe detallado sobre la forma en que le están afectando al presidente Felipe Calderón en su personalidad y forma de gobernar noticias adversas como las críticas a su guerra contra el narcotráfico, la caída de la economía y los malos resultados de su partido en las elecciones; u otro que se refiere a un planteamiento del titular de la Sedena, Guillermo Galván, quien propone un estado de excepción en algunas zonas del país invocando el artículo 29 Constitucional, algo a lo que en su momento se opuso el ex secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont.
Hubo y habrá filtraciones. Nadie dará una respuesta, pero ese ominoso silencio es muestra de dónde está el compromiso de Felipe Calderón, ese compromiso al que no pudo resistir la tentación de asumir: complacer a Estados Unidos antes que cumplir su mandato constitucional.
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