En un discurso ante el Club Commonwealth de San Francisco, la semana pasada, Hillary Clinton nuevamente dijo que los cárteles mexicanos están adquiriendo muchos de los atributos de los grupos terroristas e insurgentes del mundo; sostuvo que por primera vez están usando auto-bombas y métodos paramilitares, por lo que “México es una de mis máximas prioridades”. Con la excepción de un puñado de países con presencia de tropas estadounidenses, que no incluye a México, Clinton tiene la última palabra en política exterior; cuando Hillary habla, el mundo escucha.
Es ingenuo creer, por tanto, que su declaración de septiembre, comparando a las bandas del narcotráfico con organizaciones insurgentes, haya sido un traspié que Barack Obama se vio obligado a “enmendar”. Más bien, la reiteración de que México enfrenta un problema de “narco-terrorismo” y de “narco-insurgencia” consuma la reconceptualización sobre la grave situación mexicana que se ha venido gestando en Washington. También desmiente a quienes dijeron, con tal de calmar las protestas mexicanas, que fue un descuido o improvisación de Clinton.
Bien le haría al gobierno mexicano recordar que Clinton no es una funcionaria menor, proclive al dislate o a las “extrapolaciones conceptuales”. La ex primera dama calibra bien sus palabras y rara vez comete deslices. Es la integrante del gabinete obamista con mayor poder y trayectoria propios, y es la mujer que más cerca ha estado de conquistar la Presidencia. Poseedora de un star power que ya quisieran muchos políticos, Clinton hoy rebasa en popularidad a Obama. De acuerdo con un nuevo índice de The Washington Post, Hillary es el segundo personaje público más popular después de Michelle Obama.
Cuando Obama sorprendió a propios y extraños ofreciendo el puesto de secretaria de Estado a su ex rival, ésta aceptó bajo la condición de que se le permitiera ser ama y señora de su cartera. Hillary tiene más experiencia internacional que Obama, cuya debilidad en esa materia fue patente durante los famosos debates televisados de 2008 con su ahora máxima diplomática. A unos meses de que se conduzca la obligada reorganización de medio mandato, corren versiones de que Obama podría designarla secretaria de Defensa convirtiéndola en la primera mujer en la historia en administrar el mayor poderío militar del mundo. La personalidad de Clinton, peculiar mezcla de sensibilidad y sensatez, explican, en parte, la fascinación que despierta dentro y fuera de EU. Cuando Hillary habla sobre México, Obama no le enmienda la plana, más bien sucede a la inversa.
¿POR QUÉ INSURGENCIA?
Crímenes de Guerra: Pandillas, Cárteles y Seguridad Nacional de EU, publicado por el Center for a New American Security y patrocinado por el Pentágono, desarrolla el concepto clintoniano de que las bandas del narcotráfico son “movimientos insurgentes criminales” del siglo XXI. En entrevista, Jennifer Bernal, coautora del estudio, explica que el uso del término insurgencia se basa en una definición muy amplia. “No nos estamos refiriendo a una situación en la que el gobierno federal se ve derrocado por un grupo de delincuentes o criminales, con algún interés en asumir las funciones del gobierno, de mudarse a Los Pinos y de tomar el poder. Pero, lo que estamos diciendo es que la dimensión de este problema en México, la dimensión de la influencia de los cárteles es tanta que tiene un efecto político. El efecto es político porque acaban controlando territorio, acaban controlando poblaciones, hay pueblos en México que toman decisiones o no basadas en el temor al crimen organizado. Si se toma en cuenta esto, se da uno cuenta que hay algo más aquí que simplemente operaciones criminales. Entonces, el uso del término insurgencia se refiere a que ese es el efecto”.
Bernal es hija del embajador de México en la República Checa, José Luis Bernal. Aunque el dato puede ser inconsecuente para tratar de explicar el silencio del gobierno de Calderón ante un estudio que afirma que México vive una “virtual guerra civil”, la coautoría binacional, sin lugar a dudas, ayuda al Pentágono a legitimar el conocimiento de los temas mexicanos en el análisis.
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