Bitácora mexicana

	Porfirio Muñoz Ledo
23 octubre 2010 bitarep@gmail.com
Celebramos la emisión 250 del programa Bitácora Mexicana, que conduzco en la Canal 34 —TV mexiquense— dentro de una barra de opinión y que se retransmite en varias televisoras públicas del país. Asistió un buen número de los destacados participantes —576— que le han otorgado substancia y contó con la presencia de legisladores y numerosos miembros del cuerpo diplomático. Fue una reflexión en voz alta sobre el futuro del país. Bitácora es un concepto marino que designa la caja donde se guarda la brújula. Alude al depósito de una navegación previsible, que en este caso lo conforman la introspección del pasado y el conocimiento puntual de los hechos. Es un ejercicio sin cortapisas de la palabra abierta que hoy constituye la frontera de la libertad de expresión en la televisión mexicana. Di constancia pública de que en ningún momento hemos sido objeto de sugerencia o indicación alguna; menos aun de revisión o censura. Ha sido además un enlace de la inteligencia con la ciudadanía y una fuente de información para estudiantes, familias y pueblo ávidos de saber, sobre los más diversos tópicos del acontecer nacional e internacional. Foro para la presentación de libros, la discusión de las ideas y la demolición informada de la mentira oficial. Ha pretendido erigirse en un servicio público, como debieran serlo todas las modalidades de la radiotelevisión. Explicaron el sentido de nuestro esfuerzo tres de los organizadores. Eduardo Huchim lo ubicó dentro del proceso de transición que ha abierto ventanas de libertad e instalado el pluralismo, pero que ha sido incapaz de reordenar la vida nacional en ausencia de una reforma del Estado. Martha Anaya rememoró la hazaña de 1988 que protagonizamos y subrayó los vínculos indisolubles entre la política y la comunicación en tanto instrumentos de cambio. La definición de Bitácora como un nuevo frente de lucha. Virgilio Caballero arremetió contra los periodistas dóciles y alquilones, “sicarios del poder” y planteó la urgencia de un nuevo modelo de comunicación social como requisito para la democratización del país. Por mi parte esbocé los lineamientos de la iniciativa constitucional que he presentado para la reforma del sistema de radio, televisión y telecomunicaciones, que no sería posible sin la abrogación de los monopolios: el “nudo gordiano” de la transformación política. Fue patente la angustia por la cortedad del tiempo histórico que vivimos. Está surgiendo el “ciudadano digital —expresión de la verdadera posmodernidad— que establece redes múltiples al margen de las convencionales, escapa de las servidumbres y encuentra su propia ubicación en el mundo. Una generación liberada y consciente, con mayores capacidades para modificar su entorno. La interrogante reside en el lapso de maduración de ese proceso: cuando fructifique nos habremos quedado tal vez sin país. El Bicentenario entrañaba simbólicamente la posibilidad de un golpe de timón en el rumbo nacional, mediante la convocatoria a un Congreso constituyente y la recomposición general de las instituciones. Una vez dilapidado, estamos arrinconados ante la coyuntura sin escapatoria del 2012, que debiéramos afrontar con acuerdos y reformas indispensables —garantes de un sustrato de paz social— con una toma profunda de conciencia sobre la gravedad del evento. Las condiciones mínimas serían: el regreso del Ejército a los cuarteles, ya que no son válidas las elecciones en estado de sitio; la autonomía del ministerio público, para que no sea utilizado como arma partidaria; la democratización de de los medios de comunicación y un conjunto de reformas políticas que aseguren la limpieza e imparcialidad del proceso y propicien la formación de un gobierno de mayoría. Finalmente, la instauración de una política exterior de Estado que detenga la intromisión creciente de un poder hegemónico en el destino nacional. Sortear el peligro amenazante de un ciclo imparable de violencia interna que conduciría a la intervención extranjera bajo la forma de arbitraje o de protectorado. Impedir la abolición definitiva de la soberanía. Diputado federal del PT