Los habitantes indígenas del cerro ayudan a retirar el lodo con palas. | Efe
- El alud generó una emergencia nacional y una alarma mundial exagerada
- De 500 víctimas se ha pasado a ningún muerto y sólo 11 desaparecidos
- Las autoridades investigan quién realizó la primera llamada de alerta
Informativamente hablando, lo ocurrido en Oaxaca durante las 24 horas del martes podría pasar a la historia como un ejemplo más del cuento del lobo y un bochornoso episodio de falta de rigor por parte de las autoridades mexicanas. Aún sigue lloviendo sobre el cerro desgajado en la sierra mixe, pero lo de las 300 casas sepultadas y las supuestas 500 víctimas no hay rastro. Y no porque no las encuentren. Simplemente porque no existen.
Un día después, la pregunta que se hace México es básica: ¿por qué se generó en una emergencia nacional y una alarma mundial ante una situación que no era tan grave como se decía?
El mal tiempo que provocó el alud, origen de la supuesta tragedia, y que bloqueó hasta el final del día la llegada de la ayuda y los servicios de rescate, podría justificar parte de la confusión. Porque hasta que los militares no pisaron el cerro de Santa María Tlahuitoltepec no se pudo comprobar 'in situ' la magnitud de los daños.
Pero más allá de eso, quedan las cifras ofrecidas como oficiales por las autoridades mexicanas. Por el gobernador del estado de Oaxaca, Ulises Ruiz, que desde primera hora habló de un mínimo de 500 víctimas y 300 casas sepultadas. Por el alcalde de Santa María, que elevó los afectados a 8.000. Del mismo presidente Felipe Calderón, que ya después de comer confirmaba el hallazgo de siete cadáveres. Horas más tarde, se reducían a cuatro. Y al final, a ninguno.
"Estamos muy consternados por esta tragedia, muy tristes", declaraba antes de conocer el final de la historia Felipe Calderón en una comparecencia improvisada sobre el avión presidencial, durante la que advirtió también que se temían nuevos derrumbes en la zona. "Estamos muy decididos hacer todo lo posible por salvar hasta donde Dios lo permita a las víctimas que se encuentren con vida en el derrumbe, en el deslave, pero desde luego ayudar a la población de Santa María".
Por la tarde, se desmontaba todo el contingente de ayuda. Centenares de militares, policías, bomberos y perros rastreadores de personas que aguardaban su salida con destino al cerro recibían la orden de volver a casa.
Este miércoles, se manejan datos muy diferentes. Demasiado diferentes como para hablar de una ligera equivocación: se busca a 11 personas desaparecidas que habitaban las únicas cuatro casas sepultadas por el lodo, según el ministro del Interior, Francisco Blake, desplazado a la zona. Se han detectado otras 30 viviendas en situación de riesgo y se organiza la evacuación de 200 habitantes del cerro.
¿Cómo es posible tal variación de cifras? Las primeras declaraciones políticas revelan el camino que podría tomar ahora la historia. El gobernador de Oaxaca ya ha intentado alegar que él contó lo que le contaron, que una autoridad de Tlahuitoltepec le llamó a las cuatro de la madrugada, cuando se produjo el desastre, y le dijo que había cientos de casas y personas bajo el lodo.
Hay quienes ya han puesto nombre al 'culpable': un funcionario, Donato Vargas, a quien buscan las autoridades estatales y federales para pedirle explicaciones. "Tememos que las personas desaparecidas estén sepultadas dentro de sus viviendas porque ya las hemos buscado en lugares cercanos", alertó el aludido al avisar del alud.
En el municipio afectado, desplazan la responsabilidad a otro informador previo, a un supuesto habitante del cerro que fue quien, al parecer, hizo la primera llamada de teléfono para pedir ayuda.
Habrá que esperar algo más para conocer el final del cuento.
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