Hernán Uribe (especial para ARGENPRESS.info)
“Pinochet era un hijo de puta,
pero era nuestro hijo de puta”.
Vernon Walters, ex Subdirector de la CIA estadounidense
Cuatro decenios atrás, ese ente se denominaba Partido Nacional y era el heredero del antiguo Partido Conservador cuyo nombre ilustra acerca de su ideología. RN fue el más activo, desvergonzado y efectivo en el campo de crear el clima propicio para lanzar la Constitución al papelero, tarea oscura en que fue acompañado por el Partido Demócrata Cristiano (PDC) impulsado éste por el estólido afán de recuperar el poder
Otra entidad partidaria que se formó precisamente para respaldar al régimen de Augusto Pinochet (AP), es la Unión Demócrata Independiente (UDI) creada en septiembre de 1983, “con bombos y platillos y para organizar el apoyo a la dictadura” señala el politólogo Patricio Zapata. Agrega: “En 1988, la UDI fue junto a RN entusiasta partidaria del Si haciendo campaña para que el general Pinochet gobernara otros ocho años más”. Como es conocido, el tirano perdió aquel plebiscito del NO-Si y con ello comenzó a desmoronarse su poder.
UDI y RN constituyeron la oposición durante los 20 años post Pinochet, pero ahora no sólo son gobierno sino que también están prácticamente empatados con la actual oposición en las cuotas de diputados y senadores y además, la UDI conforma el partido con mayor votación en Chile. Anotemos que todavía rige, con leves modificaciones, la Constitución que inventó la dictadura.
Surge un interrogante obligado: ¿Cómo es posible ese respaldo a quienes fueron cómplices de horrendos crímenes y luego que se comprobara que Pinochet aparte de ser el responsable de ellos, fue también un desvergonzado que utilizó fondos del Estado para enriquecerse junto con su familia incluso recurriendo a los gastos reservados?
Otro ángulo oprobioso en la conspiración que el once de septiembre de 1973 llevó a la muerte al presidente Allende es la participación en ella de extranjeros. El golpe fue ordenado, financiado y preparado en las oficinas de la Presidencia, del Departamento de Estado y del Pentágono estadounidenses. La “Operación Track II (ruta), nombre clave del complot “fue abierta por el presidente Nixon el 15 de septiembre de 1970 cuando ordenó a la CIA que desempeñara un papel directo en la organización de un golpe de estado en Chile”.
Lo que usted acaba de leer entrecomillado son palabras de un documento oficial norteamericano: Covert Action in Chile, United Status Senate, U.S Governmente, Washington, 1975. Se trata, pues, de una decisión político-conspirativa adoptada antes de que Salvador Allende asumiera la presidencia, ya que, ratificado por el Parlamento en octubre, asumió el mando el tres de noviembre de 1970. Las maniobras ilegales comenzaron inmediatamente después de la victoria electoral de Allende el cuatro de septiembre. Asesinaron al entonces Comandante en Jefe del Ejército, general René Schneider y se formaron grupos de choque armados y luego vendría el boicot a la economía.
En cumplimiento de la orden presidencial, la Central Intelligence Agency (CIA), organismo de espionaje y conspiración de EE.UU participó directamente en la guerra secreta en contra del gobierno popular de Chile. El contacto clave de los confabulados fue Vernon Walters (VW) a quien se le vincula con los derrocamientos de Joao Goulart en Brasil y del premier Mosadegh de Irán, este último asesinado.
El tres de octubre de 1999, el periódico derechista chileno “La Tercera” difundió una entrevista a Walters a quien caracteriza como “El super espía que más sabe sobre Chile”. Apunta que a él “Se le vincula directamente con el derrocamiento de Salvador Allende” y fue entonces cuando VW a propósito del encarcelamiento de Pinochet en Londres (1998) lanzó su frase que tiene gran poder de síntesis: “Pinochet era un hijo de puta, pero era nuestro hijo de puta”. Efectivamente AP fue siempre un hombre de la CIA desde que estuvo de Agregado Militar en Washington. También confesó “La Tercera” que “Después de septiembre de 1973 la CIA prestó asesoría especializada en Chile a la DINA para realizar la labor represiva en contra de la izquierda chilena”
(DINA: Dirección de Inteligencia Nacional, la GESTAPO chilena, cuyo jefe, el general Manuel Contreras está hoy condenado a unos 300 años de prisión)
¡Qué contraste la de esos miserables personajes con el heroísmo supremo y la alta responsabilidad de Salvador Allende! Estuvimos con él unos días anteriores al golpe. Nos reiteró a un grupo de periodistas y en referencia a los adversarios: “Fracasados en el plano político, incapaces de utilizar las vías legales porque no cuentan con la mayoría, su último y único recurso es el golpe de estado”
Muchos nos retiramos con la convicción de que la traición y las conspiraciones eran inminentes y que el presidente afrontaría la situación con la valentía que lo caracterizaba. Lo último se podía deducir de su discurso del 4-12-71: “Que lo sepan: dejaré La Moneda (sede presidencial) cuando cumpla el mandato que el pueblo me diera. No tengo otra alternativa. Sólo acribillándome a balazos podrán impedir mi voluntad que es hacer cumplir el programa del pueblo”.
En la mañana de aquel día fatal y en medio del destrozo, del ataque aéreo y terrestre de los “valientes” militares en contra de La Moneda escuchamos por la única radioemisora en pie (Radio Magallanes) la voz de Salvador Allende en lo que él mismo llamó Mis últimas palabras: “Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad al pueblo”. ¡Genio y Figura!
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