viernes, 20 de agosto de 2010

UN MODELO PROPIO PARA MEXICO


Gerardo Fernández Casanova

“Que el fraude electoral jamás se olvide”

Grata noticia resulta ser la muy afortunada reflexión del Comandante Castro relativa al recién publicado libro de López Obrador, en la que además de hacer una extensa reseña del documento, hace suyos el análisis y los postulados expuestos, aventurando un importante juicio: Andrés Manuel López Obrador es el dirigente que podrá conducir la reconstrucción de México, cuando caiga el actual régimen lo que, según Fidel, sucederá más pronto de lo que el propio AMLO se imagina. Aportó, además, información confirmatoria de la trama urdida por la mafia de los poderosos contra el tabasqueño. Conociendo el estilo y la cautela de los comentarios del líder de la Revolución Cubana, el vertido en estas reflexiones constituye una verdadera distinción y un gran espaldarazo al esfuerzo de muchos mexicanos que estamos empeñados en salvar a México.

Como era de esperarse, la jauría se soltó a ladrar y a poner el grito en el cielo por la “ofensiva” intervención de Castro en los asuntos internos del país, sin detenerse a reflexionar que su acción no es ni la milésima parte de lo que acostumbra hacer el gobierno del vecino del norte; en tanto que la primera es solamente una reflexión personal, independiente de la postura del gobierno cubano, la segunda es una intervención de gobierno y en el terreno de los hechos, con policías y militares en acciones en suelo mexicano, por decir lo menos, porque lo más es materia de la economía de todos los días, sujeta al dictado de Washington y ajustada a sus intereses, generalmente contrarios a los de los mexicanos. La cancillería respondió airada protestando por la intromisión, expresando el anhelo de que pronto los cubanos puedan elegir libremente a sus dirigentes, no sin desear felicidades a Fidel por su 84 aniversario. Los acostumbrados corifeos del régimen soltaron su veneno, aduciendo la confirmación de que AMLO significa un peligro para México, que quiere montar una “dictadura castrista” en el país, salpicando sus sesudas disquisiciones con todos los embustes imaginables y con todos los “embutes” conocidos.

La postura del movimiento lopezobradorista ha sido muy clara sobre este particular. Ninguna receta es aplicable, venga de donde venga. Ya tenemos mucho camino andado para saber lo que tenemos que hacer para dotarnos del régimen de gobierno idóneo, basado en nuestras luchas, con sus éxitos y sus fracasos. Bastante riqueza hay en el legado de generaciones ejemplares y de mexicanos patriotas, como para que tuviéramos que andar buscando quien nos resuelva los problemas. En todo caso, ese es el principal defecto del modelo neoliberal imperante: que fue diseñado por otros y adoptado de manera acrítica por la caterva de tecnócratas corruptos que nos han gobernado. Las experiencias internacionales son válidas, tanto las de éxitos como las de fracasos, en tanto que elementos de información, pero ninguna es repetible. Cada país, incluso cada región, registra peculiaridades culturales y físicas que son únicas y que definen el modo de organización de la sociedad. Podemos insertarnos en una determinada línea del pensamiento universal, pero su traducción en programas y proyectos tendrá que ajustarse a la peculiaridad local.

El Proyecto Alternativo de Nación postula un régimen de economía de mercado, en el que el estado ejerza cabalmente su responsabilidad de intervenir para garantizar el logro de los objetivos nacionales de justicia y bienestar. Se encuadra en la combinación de tanta sociedad como sea posible y tanto estado como sea necesario. El estado se asume como detonador de la actividad productiva, principalmente practicada por los particulares, y se dota de los instrumentos de política económica requeridos para la eficaz conducción del proceso de desarrollo. Se ajusta al modelo constitucional de dominio de la nación sobre los recursos naturales estratégicos. Propone la planeación participativa como el instrumento democrático para la definición de las acciones del estado. Combate a los monopolios e impulsa las modalidades de la economía social y popular. En el esquema no tienen cabida los dogmatismos, ni el mercantilista ni el estatista.

Se aspira a la operación del estado de bienestar, esencialmente como un instrumento de justicia social, pero también como un elemento fundamental de desarrollo económico; se busca robustecer el mercado interno en términos de proveer a la satisfacción de los requerimientos mínimos indispensables de las familias, mediante la dignificación del trabajo como vía de realización personal. Se busca la generación de un proceso en el que el consumo y la producción se caractericen por el respeto a la naturaleza y el medio ambiente, a la vez de que contribuya a elevar los valores afirmativos de la convivencia. Se desechan los mecanismos de dizque combate a la pobreza mediante dádivas, para dar lugar al digno y pleno ejercicio de los derechos a la alimentación, la salud, la vivienda, la educación y el bienestar, mediante disposiciones elevadas al rango de ley y de aplicación universal, ajenas al clientelismo vergonzante. Por principio, los recursos requeridos para llevar a la práctica estos afanes no podrán provenir de aumentos en los impuestos, sino solamente de la eliminación de los privilegios fiscales por los que las grandes corporaciones, nacionales y extranjeras, quedan exentas de contribuir al esfuerzo nacional. No se pide que donen sus riquezas, como lo están haciendo algunos magnates europeos, sino simplemente que paguen lo justo.

Se pretende la participación eficaz en un mundo globalizado, pero se soporta en el sector interno y se destina al servicio de los nacionales. Desde luego no tendrán cabida traiciones como la que significa que, para conmemorar los centenarios de nuestras gestas patrias, se contraten organizadores de pachangas del extranjero y se mantengan en secreto durante doce años, para frustración del Instituto de Acceso a la Información Pública.

Correo elctrónico: gerdez999@yahoo.com.mx

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