Después de tres lustros de incriminaciones infundadas contra los chóferes mexicanos, a quienes los Teamsters tildan de ineptos, ignorantes, drogadictos, alcohólicos y hasta traficantes de droga, el embajador Arturo Sarukhán, arremetió contra el líder del poderoso sindicato, James Hoffa, acusándolo de difundir “calumnias” para protegerse de la competencia externa.
“El señor Hoffa tiene derecho a decir lo que guste y lo que él crea que le conviene a sus intereses gremiales, pero lo que es un hecho es que si hay un violador de los compromisos del TLCAN es claramente EU y esto lo ha dejado constatado no solo un panel de arbitraje de este TLC, sino también uno de la OMC que falló en contra de EU”.
En reciente misiva a la secretaria de Estado, Hillary Clinton, Hoffa sostiene, sin pruebas, que hay “evidencias” de que el autotransporte mexicano es “usado” por los cárteles para introducir drogas. Sarukhán responde: “no hay absolutamente ninguna evidencia de eso. No hubo un sólo caso en el que un camión mexicano, bajo el amparo del programa demostrativo haya violado esas, o cualquier otra ley estadounidense”. ¿Hoffa está calumniando a México? “Así es”.
En 2007, George W. Bush, quien no le debía favores políticos a los Teamsters, echó a andar un programa demostrativo que permitió el ingreso limitado de camiones mexicanos. Empero, en 2009, el Congreso, controlado por los demócratas, canceló el proyecto. México respondió imponiendo aranceles. Barack Obama no hizo nada. Las sanciones mexicanas han provocado la pérdida de 26,000 empleos en EU.
En conversación telefónica, Sarukhán describió de “cortina de humo” la nueva diatriba de Hoffa en cuanto a que la entrada de los camiones pondría en peligro la seguridad de los estadounidenses debido a la violencia en México. “Está usando argumentos que no tienen nada que ver con la imperiosa necesidad de cumplimiento, con lo que realmente está detrás de esta disputa, que no es la seguridad de los trailes mexicanos, ni si hablan inglés o no, o si pasan exámenes toxicológicos, es proteccionismo puro. Punto”.
Obama, entre la espada y la pared
Obama lleva más de un año prometiendo resolver la disputa. En mayo, durante la visita de Felipe Calderón a esta capital, corrieron versiones de que se anunciaría un acuerdo. Pero Obama, como Bill Clinton hace 15 años, prefirió seguir violando el TLCAN a enemistarse con los Teamsters. Ante el impasse, la semana pasada, México endureció los aranceles contra los productos estadounidenses.
Si bien el escalamiento de la guerra comercial augura más desempleo y penurias para EU, pocos esperan que Obama vaya a tomar acción antes de las reñidas elecciones de medio término de noviembre. “No creo que los cambios en las medidas punitivas lleven a una solución. Creo que el poder de los Teamsters rebasa el deseo de las industrias afectadas como para resolver el conflicto”, estimó el economista Sidney Weintraub.
El dilema ha llevado a Obama a una clásica encrucijada de presiones políticas rivales, entre los Teamsters, por un lado, y los sectores económicos afectados, por el otro. Antagonizarse con los primeros, costaría dinero y votos a los candidatos demócratas en distritos conservadores o en escaños muy disputados. Tan sólo en lo que va de 2010, los Teamsters han donado 1.6 millones de dólares a candidatos congresionales.
“Creo que es un caso claro en donde las buenas intenciones de políticas públicas van a contrapelo de la realidad política electoral. Será complicado para la Administración buscar desactivar la oposición legislativa antes de noviembre”, admite Sarukhán. A la pregunta de si la meta es el cumplimiento pleno del TLCAN o simplemente revivir el programa demostrativo, Sarukhán aclara: “la intención es el cumplimiento cabal de las obligaciones de EU con el TLCAN. Como primer paso, reconociendo que es un tema políticamente muy complicado, estaría como piso mínimo, la reinstalación del programa demostrativo. Pero el objetivo es el cumplimiento de EU, con sus obligaciones en el TLCAN”.
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