lunes, 17 de mayo de 2010

Gutiérrez Barrios y el “Jefe” Diego


Martha AnayaMay 17, 2010

La noche del 10 de diciembre de 1997 –hace ya casi 13 años—comenzó a llegar a las redacciones de los periódicos un rumor: que Fernando Gutiérrez Barrios había sido secuestrado.

Asombro, fue la primera reacción de quienes recibimos los primeros avisos a través de llamadas telefónicas. ¿Sería posible –nos preguntábamos– que el ex titular de la otrora poderosísima Dirección Federal de Seguridad y el hombre al que se le consideraba con mayor poder sobre las policías y sobre muchísimos políticos (por el conocimiento de sus historias oscuras) hubiese sido secuestrado?

Unos y otros comenzamos a indagar. Algunas de nuestras “fuentes” negaban la versión, otros la confirmaban. Los más allegados al para entonces ex gobernador de Veracruz y ex secretario de Gobernación, ni negaban ni confirmaban la versión.

Eran las primeras horas del suceso y transcurrían tiempos (aún y cuando la alternancia estaba ya a un paso) en que ese tipo de información se guardaba en total secrecía, más aún tratándose de uno de los figurones –el emblemático, sin duda– de la policía política y de uno de los priistas clásicos.

Pasaron dos días. Gutiérrez Barrios no aparecía en su oficina, no se le veía a la salida de su casa, no había reporte alguno que indicase que alguien lo hubiera visto en tal o cual restorán. Su secretario particular –quien inicialmente ni confirmaba ni negaba el rumor del secuestro–, comenzó a rechazar la versión, declaró que Gutiérrez Barrios estaba de vacaciones con su familia y llegó incluso a mencionar que ofrecería una conferencia de prensa esa tarde.

Llegó la hora y el veracruzano no apareció.

Tomó entonces fuerza la versión que ya estaba en blanco y negro en las libretas de los periodistas vía fuentes extraoficiales: Gutiérrez Barrios había sido secuestrado el miércoles 10 de diciembre (1997), alrededor de las siete de la noche, por un comando de ocho personas que, a bordo de dos vehículos, interceptó el automóvil en que viajaba el ex secretario de Gobernación en las calles de Miguel Ángel de Quevedo y Fernández leal, y fue subido rápidamente a una de las unidades en que viajaban sus secuestradores.

El hecho –afirmaban– ocurrió luego de que don Fernando comiera en el restorán El Tajín, en el Centro Cultural Veracruzano, con el secretario de Marina, José Ramón Lorenzo Franco.

La información se publicó entonces en distintos diarios –no todos los medios la dieron a conocer– y se habló incluso de una demanda de rescate de diez millones de dólares y que Jorge Carrillo Olea, ex director del CISEN, habría sido el intermediario para el pago del rescate.

Nadie la desmintió oficialmente. Ni siquiera uno de sus más cercanos amigos y ex colaborador: Manlio Fabio Beltrones.

Semanas después apareció Gutiérrez Barrios. Él nunca quiso hablar públicamente de su secuestro, pero su caso quedó registrado en la historia no oficial como uno de los secuestros políticos más importantes de las últimas décadas.

De entonces a la fecha habían habido muchísimos secuestros, sí, pero pocos que impactasen a tal grado en las filas de la política nacional, hasta que ocurrió lo de Diego Fernández de Cevallos.

Y aunque no se sabe si fue secuestro o no el del panista –la procuraduría General de la República lo mantiene en calidad de “desaparecido”–, si está vivo o muerto; si se trata de un mensaje del narcotráfico, o de un asunto particular derivado de sus trabajos como litigante, o algunas otra razón, lo cierto es que el impacto de su desaparición en la sociedad ha sido enorme.

Mayor aún, diría, que el de Gutiérrez Barrios en su momento porque el caso del priista se trató con muchísima secrecía y los medios de comunicación entonces “cuidaron” la figura del ex secretario de Gobernación al grado de que ninguna televisora dio a conocer la noticia, ni tampoco se escuchó del suceso en las principales frecuencias de radio. Su caso quedó guardado prácticamente en el círculo de “los enterados”, equivalente al hoy llamado “círculo rojo”.

En cambio el caso del “Jefe” Diego –a 13 años de distancia, inmersos en una “guerra” contra el narcotráfico, matanzas a diestra y siniestra, inseguridad creciente y con una nueva cultura en el manejo informativo, medios de comunicación globalizados, redes sociales que desbordan cualquier prurito—la noticia de su desaparición, secuestro u lo que sea, ha merecido emisiones especiales en radio y televisión, primeras planas, oraciones desde la catedral, comunicados y declaraciones, abiertas y sin tapujos, de la clase política.

Los tiempos han cambiado. Pero en lo que sí se asemejan ambos casos es que tanto Gutiérrez Barrios como Fernández de Cevallos estaban distanciados de los mandatarios en turno –de Ernesto Zedillo, el primero; de Felipe Calderón, el segundo—y en que en ambos casos los “atacantes” tocaron a figuras insignes de sus partidos: del PRI en el primer caso, del PAN en el segundo.

1 Comentario »

Martha, considero que el caso de Diego Fernández de Cevallos es para analizarse fríamente. De ser cierto que se trata de un plagio y con funestos resultados, esto bien seria una advertencia no sólo para Felipe Calderón, sino también para Carlos Salinas, quienes al igual que Diego Fernández de Cevallos han hecho mucho daño no sólo a una infinidad de personas sino a toda la nación.
No olvidemos el trato despectivo de Diego hacia los medios informativos cuando le hacían preguntas incomodas, como fue el caso de los terrenos en Punta Diamante otorgados por Carlos Salinas a cambio de la incineración de las boletas electorales ubicadas en la Cámara de Diputados y que eran pruebas fehacientes del fraude cometido por Salinas.
Si este secuestro -como se cree que es- fue realizado por el crimen organizado, entonces estaríamos hablando de los Zetas o el Cartel del Golfo o gente del finado Arturo Beltrán Leyva, que quieren cobrar muchas facturas, porque si pensáramos por el lado del Chapo Guzmán o del Mayo Zambada, se dudaría mucho, pues estos están bien con gobierno de Calderón, son intocables.
Si es como se piensa, entonces no volveremos a ver con vida a Diego y este acto criminal también sería un mensaje a todos los políticos en torno a no estar exentos de cualquier plagio. En pocas palabras: que todos los políticos pongan sus barbas a remojar.
Ayer decía un recalcitrante panista que si algo le pasaba a Diego, “Calderón no se la va acabar, porque el sería el primer responsable”.
El problema de esto es que en México se esta llevando a cabo la misma estrategia que realizan en Colombia la FARC de secuestrar gente…Ojalá no sea así y regrese con vida a Diego Fernández, pero mientras son peras o manzanas, la especulación esta desatada y todos dan un versión distinta, pero eso si, en estos momentos hemos visto que mucha gente no lamenta la desaparición del Jefe Diego…

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué risa me dan estos pseudo-intelectuales que creen que con leer un par de artículos en Google tienen en las manos el pasado, presente y futuro de los personajes de la Nación.

Este caso no me dice más que NADIE está excento de una tragedia. Si es un comerciante humilde todos dirán "pobrecito" aunque sus enemigos (gente cercana a la víctima que permanecerá en el anonimato por su "pequeña importancia social") opinen lo contrario.

Cuando es una "persona pública" todos piensan que pueden opinar como si tuvieran la baraja de su vida en las manos, discúlpenme incultos pero un artículo de Proceso no es una biografía de un personaje, y dan por hecho los fantasmas de su vida creados por medios socialistoides de poca monta como si fuera la realidad de la vida del susodicho.

El que tira la primera piedra tiene la obligación de PROBAR y a Diego no sólo no le han PROBADO nada, le han comprobado cientos de obras y apoyos a la gente humilde por donde va.

No se trata de estar de resentidos desde su computadorcita diciendo "pinches ricos", se trata de mover el trasero y trabajar para ver si en esta vida o en la que sigue le pueden llegar a los talones a gente que ha dedicado su cuerpo y alma para ser PRODUCTIVOS a este país, crear CIENTOS de fuentes de empleo y apoyar a los más desfavorecidos, en silencio y en privado, no en plazas públicas regalando sandwiches o pagando pensiones después de asistir a sus mitines como el imbécil Peje que tantos tontitos defienden.

Voltea a ver TU vida, pon TUS barbas a remojar, que el Jefe no sólo va a regresar, sino que regresará a demostrarte a ti y a el puñado de tarados que le desean mal que con él no sólo no pueden, sino que se la pelan. El que lo hace una vez de manera HONRADA, lo vuelve a hacer... al futuro me remito!

Este país sin Diego no sería lo que es y no será lo que viene... Venga México, con huevos como los del Jefe!!

Anónimo2 dijo...

. Aplaudo a anónimo, pues clara y concisamente ha expuesto la realidad que nos rodea: Cualquier persona puede hacer análisis y conjeturas según su nivel de "conocimientos" de la vida política del país.
Existen quienes creen saber la verdad de la vida de cada uno de los protagonistas de (difícil aceptar, pero real) nuestro México; mismos que, en su mayoría, desvirtúan la realidad e intrigan a las personas que desean enterarse a través de supuestos "argumentos sofisticados" que ni aportan ni informan.
... Aunque es verdad respecto de FGB (lo sé pues trabajé con él), es también verdad que quien corre los rumores en los medios SABE PERFECTAMENTE que hace justo lo que no debería: Mal informar a los mexicanos, aprovechándose de una noticia delicada para proyectar su nombre más allá del que es realmente su lugar.