lunes, 10 de mayo de 2010

GOLDMAN, EL PADRINO DE LAS PRIVATIZACIONES SALINISTAS

El Semanario, Opinion

Goldman Sachs, la institución financiera más poderosa de Wall Street, bajo investigación por el posible delito penal de fraude en la burbuja inmobiliaria, asesoró a Carlos Salinas sobre cómo vender las empresas estatales y fue el artífice financiero de lo que The New York Times describió como una “subasta de garaje”, debido a los precios de ganga en que fueron rematadas. Sigue siendo un secreto cuántos millones de dólares le pagó Salinas a Goldman por sus servicios y posiblemente también por sobornos.

Entre las desincorporaciones apadrinadas por Goldman que hicieron historia, sobresale, en primerísimo lugar, la venta de Telmex a Carlos Slim. En sus memorias, el propio Salinas destaca el protagonismo de Goldman en la emblemática subasta: “Para el resto del mundo, el banco agente fue Goldman Sachs & Co. encabezado por Robert Rubin, quien más tarde sería el secretario del Tesoro de Bill Clinton. Rubin conoció el detalle de todo el proceso de privatización de Telmex y su transparencia” (Un paso difícil a la modernidad, Plaza & Janes, 2000, página 422). ¿Sería Goldman también el “banco agente” de la partida secreta?

Pero pocos le creyeron el cuento de la transparencia. Un especialista sobre México en los servicios de inteligencia, citado por la revista inglesa Euromoney (febrero de 1996), dijo que Slim, hoy el hombre más rico del mundo, “pagó una cantidad significativamente baja” por Telmex y que esos “tratos especiales” se basaban en sobornos. Goldman también suscribió la privatización de varios bancos, “en la que el factor corrupción fue gigantesco”.

Las privatizaciones del salinismo resultaron ser una mina de oro para Goldman. En esos años creó el llamado “grupo latinoamericano”, integrado por lumbreras de Harvard y Oxford, con becas Fulbright y Rhodes, para que recorrieran el mundo ofreciendo acciones en las lucrativas empresas privatizadas. No sólo eso. En 1994, luego de la inundación de dinero caliente que detonó el espejismo del TLCAN, Goldman se montó en la cresta de la ola especuladora que antecedió el descalabro de 1995. En 1994, 90% de los Tesobonos estaba en poder de la banca neoyorquina. Entre 1992 y 1994, los años en que Salinas rehusó devaluar el peso, Goldman fue el principal suscriptor de las acciones y bonos mexicanos, valorados en 5.17 mil millones de dólares (The Wall Street Journal, 27 de febrero, 1995).

Aunque queda por probarse la ilegalidad de la actuación del Titán financiero, la forma sin escrúpulos en que abusó de sus clientes (el argumento central de la demanda civil por fraude interpuesta por la Comisión de Valores de EU), es profundamente inmoral. De resultar el proceso judicial en su contra en órdenes aprehensión, el caso Goldman marcaría un hito en el aura de impunidad que rodea a los banqueros de Wall Sreet dentro y fuera de EU.


EL ASESOR SECRETO DE SALINAS

La relación de Goldman con los intocables mexicanos se remonta cuando menos a los años 80, cuando Rubin, entonces alto ejecutivo de la firma, asesoró secretamente a Salinas sobre el uso de hedge funds para proteger al peso de la volatilidad de los mercados de divisas. “Pero el arreglo se mantuvo a escondidas del público porque Salinas (titular de Planeación y Presupuesto), no quería que se supiera que dependía en Wall Street para el diseño de la política económica”, revela el economista Jeff Faux en The Global Class War, (Wiley, 2006). Faux añade que una vez en la Presidencia, Rubin cabildeó “exitosamente” a Salinas para que cediera a Goldman la venta de Telmex.

En 1993, en la declaración financiera que rindió previo a su incorporación al gobierno de Clinton, Rubin dio a conocer la identidad de sus clientes mexicanos: el gobierno (Los Pinos), Hacienda, Banxico, Telmex, Cemex y la Sociedad de Fomento Industrial. Su acceso a estos feligreses, epítome del poder político y económico mexicano, dio a Goldman ingreso exclusivo a la toma de decisiones de México durante tres décadas consecutivas. Todo esto sugiere que la historia completa del contubernio de la élite criolla con el poder financiero transnacional sigue en el tintero.

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