lunes, 5 de abril de 2010

Paulette, Maciel, “El Mayo”: el desgobierno

Gregorio Ortega Molina

April 5, 2010

No se puede exigir sensatez donde ésta les estorba para decir que el Estado no es fallido, y el gobierno sí gobierna. Lo ocurrido en las últimas semanas en el país, es muestrario de la crisis de las instituciones políticas, sociales y religiosas, así como del desvanecimiento de los valores éticos y morales que fueron marco de referencia para evitar o evadir los abusos de cualquier poder; valores que cedieron su lugar en el imaginario social a la impunidad y a la avidez.

La turbiedad con la que la Procuraduría General de Justicia del Estado de México ha conducido las investigaciones del caso Paulette es, por decir lo menos, ejemplo de lo que no se debe de hacer a menos de lo que se persiga es exonerar a los culpables, asegurar su impunidad a cambio de una muy jugosa recompensa en metálico. Los especialistas han destacado el que no se asegurara la recámara de la niña; los televidentes vieron que el cadáver no estaba donde reapareció; pareciera que esperaron al arraigo, para regresar los despojos de Paulette a su domicilio; la noche en que aparecieron, curiosamente falló el servicio eléctrico por casi seis horas, lo que pudo haber facilitado lo que califican ya de “sembrar” el cadáver y, para colmo, desarraigaron a la principal sospechosa. Es temeraria la sugerencia, pero aquí está: a alguien dentro de la procuraduría mexiquense le temblaron las piernas al constatar el interés de la sociedad por la desaparición de la niña, lo que haría más difícil encubrir a quien de verdad la mató.

Sobre esta noticia los consumidores de información nos enteramos de que, ¡al fin!, la congregación de los Legionarios de Cristo fue fundada por un delincuente con enorme capacidad para infligir daño en aquellos cuyo mandato fundamental era preservar su inocencia, pues lo señala alguno de las evangelistas cuando refiere que Jesús advierte que a aquel que hiriera, manchase, lesionase física y espiritualmente a alguno de esos pequeños hijos de Dios, más le valdría colgarse del cuello una piedra de molino y lanzarse al mar.

Marcial Maciel hizo todo al revés: consumió estupefacientes, engendró hijos, violó niños, y para salvarse echó sus brazos al cuello del pontífice Juan Pablo II, que tarde descubrió su verdadera naturaleza, o la supo y la ignoró, como Vicente Fox Quesada y Martha Sahagún de Fox lo hicieron para servirse de él -de sus pecados y de su obsesión de perdón y seguridad- y obtener así sendas anulaciones matrimoniales. Todo tiene un precio, pues.

Encima de la corrupta procuración de justicia, de la impostura de Marcial Maciel y los Legionarios de Cristo, nos desayunamos ayer con la noticia de que Julio Scherer García entrevistó a Ismael “El Mayo” Zambada, compadre de Joaquín “El Chapo” Guzmán y cuya cabeza tiene el precio de dos millones 300 mil dólares. Si el director y reportero de Proceso pudo, a invitación expresa del barón de la droga, encontrarse con él, por qué quienes están urgidos de verlo encerrado o extraditado, no pueden dar con su paradero. Es muy sencillo, la logística y los servicios de inteligencia de algunos cárteles, es más eficaz que la desarrollada por los servicios de seguridad nacional mexicanos, sin contar con las complicidades que han podido quedar establecidas a través de tantos años de oficio de uno y otro lado.

La declaración de “El Mayo” Zambada al reportero Scherer es para poner los pelos de punta a cualquiera, pues refiere con toda tranquilidad la base social con la que cuentan los cárteles, en la misma idea y con idéntica certidumbre a como lo asevera el presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, Raúl Plascencia Villanueva, quien sostiene que los cárteles dan cauce a las inquietudes de los jóvenes al asegurarles el empleo -palabras más, palabras menos- y el salario, lo que los transforma en sicarios o narcomenudistas, seres humanos con cierto poder, que es lo que a los desempleados les urge tener.

Es necesario abrir los ojos, mantener alerta la conciencia, estar atentos para evitar sorpresas, porque como advierte mi mentor político: “¿Cómo mantener en su sitio un gobierno que ya no representa ningún consenso social? La situación que vive México, que quisiera hacerse aparecer como natural, vacila y se doblega bajo el peso de las contradicciones del gobierno y de su oposición. Dejando de lado todas las incongruencias teóricas, políticas, éticas y morales, tales como actuar en nombre del orden, por leyes de excepción por encima de la Constitución, invocar la patria a cada momento, para no hablar mal de ella, pero sí plegarse a sus designios, y mostrar un refinamiento oriental en el uso de la contrainformación y del engaño, para concluir cediendo a las veleidades globalizadoras del gobierno, que pasan por la obsecuencia a las instrucciones determinadas desde los poderes fácticos, sean éstos nacionales o transnacionales, porque desde Ernesto Zedillo Ponce de León, la clara pretensión de quienes gobernaron es significarse como empleados de Estados Unidos, o servir a los intereses de los poderes fácticos que allá se asientan”.

Cerrar los ojos a la realidad ya no es posible.

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