¡Llegó el día! 12:30 de la tarde. En el patio del Antiguo Palacio del Ayuntamiento se desbordaba la alegría. Cuatro parejas de homosexuales –dos de lesbianas y dos de gays– se abrazaban, se besaban, alzaban sus ramos de flores y mostraban el pulgar entintado con el que habían sellado su unión.
Marcelo Ebrard, Jefe de Gobierno del Distrito Federal, no cabía de emoción. Les aplaudía, los felicitaba, mientras decenas de familiares de los contrayentes se ponían de pie y colmaban de aplausos el momento.
Ante ellos, el busto de Benito Juárez y una manta en la que se repetían una y otra vez estas palabras: Tolerancia. Igualdad. Libertad. Solidaridad.
¡Vivas! y ¡bravos! Habían roto por momentos la solemnidad que había demandando desde un inicio el director del Registro Civil, Hegel Cortés. Pero él mismo –al igual que muchos de los presentes– lucía emocionado.
Y no era para menos. Tocaba a él presidir la ceremonia en la que habría de declarar legales los primeros matrimonios entre personas del mismo sexo en nuestros país.
Los contrayentes: Lol Kin Castañeda Vadillo y Judith Minerva Vázquez Arreola; David Sergio González Garduño y Daniel Ramos Gómez; Emma Estrellita Laura Villanueva y Janyce Jeanette Alva Vázquez; Daniel Ramos Gómez y Marco Antonio Temistocles Villanueva Ramos.
Ellas, vestidas de blanco o marfil. Con escotes, aretes, collares y hasta rebosos. Ellos, de traje azul marino o negro. Las cuatro parejas en primera fila, bajo la mirada del coordinador de los perredistas en la Cámara de Diputados, Alejandro Encinas; del ombudsman capitalino, Luis González Plasencia; del presidente del Tribunal Superior de Justicia, Édgar Elías Azar; de la presidenta de la Comisión de Gobierno de la Asamblea Legislativa, Alejandra Barrales; del promotor de la ley en la ALDF que hizo posible este momento: David Razú.
Resonó entonces la voz de Hegel Cortés:
-Voy a preguntarle en primer término a Lol Kin Castañeda Vadillo si es tu voluntad unirte en legítimo matrimonio con Judith Minerva Vázquez Arreola.
La respuesta no tardó en llegar:
-Sí, es mi voluntad.
-De la misma manera, Judith Minerva Vázquez Arreola, te pregunto ¿es tu voluntad en este acto unirte en legítimo matrimonio con Lol Kin Castañeda Vadillo?
No tardó en escucharse:
-¡Por supuesto que es mi voluntad!
Pasaron al frente a firmar el acta acompañadas de una chiquitina que se acodó en la mesa de madera mientras Lol Kin y Judith estampaban sus firmas y aplicaban sus huellas en los papeles.
Los aplausos irrumpieron entonces. Se escuchó de entre los asistentes un ¡Bravo! Y ellas se besaron.
Y así, con cada una de las parejas. (La quinta pareja que se esperaba, la de Jesusa Rodríguez y Liliana Felipe, se realizaría más tarde ya que su avión procedente de Saltillo se retrasó)
Pero aún faltaba un mensaje. Un mensaje que bien valía la pena escuchar y del que entresacamos algunos puntos. Corrió a cargo del propio secretario del Registro Civil, Hegel Cortés:
“Hoy en la Ciudad de México es un día histórico, pues se concreta con este acto la evolución de una de las instituciones más importantes del derecho familiar: el matrimonio.
“Con la firma de estas actas que ustedes han procedido a hacer se deja atrás la concepción tradicional de familia y damos paso a que dos personas, sin distingo de orientación sexual e identidad de género, puedan casarse por el simple hecho de ser precisamente personas.
“El acto civil que hoy se invoca es la consecución de la inagotable labor de mucho tiempo y de muchas personas por hacer efectiva la igualdad sin distinción de condición alguna, la cual, por definición contempla la ausencia de discriminación entre los seres humanos en lo que respecta a sus derechos.
“Por lo tanto, este matrimonio o estos matrimonios que estamos celebrando en este día tienen plena validez jurídica, legal y administrativa en todo el territorio nacional”.
Y cerraría su mensaje con una frase del escritor y poeta poblano Abel Pérez Rojas:: “defender el derecho de elegir es un asunto que compete a todos, porque llegar al punto de elegir libremente la sexualidad es un derecho que ha costado sangre, sudor y lágrimas a las naciones modernas”.
Lo demás sería alegría pura.
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