EDITORIAL |
Con relación al oficial reconocimiento por parte de los Legionarios de Cristo hacia la figura de su fundador, el padre Marcial Maciel, a quien a ultranza protegieron a todos los niveles, hasta desde el Vaticano, a pesar de estar al tanto de su paternidad y de los delitos de pederastia de los que ahora dicen que desconocían.
Si nos guiamos por las palabras de Martín Luder, después conocido como Martín Lutero, pues al fin y al cabo para que la cuña apriete tiene que ser del mismo palo.
El arrepentimiento de Corcuera, el nuevo guía “espiritual” de los citados Legionarios, tiene más que ver con el dinero y con la herencia de miles de millones de euros, que con la sinceridad, la ética y la moral.
“La humildad de los hipócritas es el más grande y el más altanero de los orgullos”. Decía el fraile agustino recoleto que fue perseguido y excomulgado por su Reforma Protestante.
Y por vender indulgencias y no entregar a Roma el dinero de las mismas, por lo que fue calificado de hereje. Aunque hay quienes opinan que fue calificado de tal manera porque el único que podía otorgar las indulgencias era el Papa, a quien Lutero descalificó abiertamente.
Pero lo cierto es que habiendo dinero de fondo, todos los asuntos, y más en el Vaticano, se reducen a pesos y centavos.
Y finalmente el Papa León X, que fue quien dijo: “Desde tiempos inmemorables es sabido cuán provechosa ha sido la fábula de Jesucristo”, se ofendió por haberlo descalificado, y por eso lo tachó como “un borracho alemán que cuando esté sobrio cambiará de opinión”.
El caso es que al desligarse los Legionarios de la figura de su Fundador, a quien casi consideraban santo, dan la lectura de que el asunto está más ligado con cuestiones de herencias y reclamos, que con la humildad y el arrepentimiento.
Por otro lado la machacona insistencia del Vaticano acerca de que Benedictus XVI no sabía del cura pederasta, solo da a entender lo contrario.
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